Una de las características de la economía capitalista que desvela desde hace doscientos años a economistas de todo el mundo es la sucesión de ciclos de prosperidad y estrechez, de crecimiento y recesión. Nadie ha podido hasta el momento evitarlos. Aunque sí se ha avanzado mucho en el conocimiento de la inmensa cantidad de variables que se combinan en un sistema cada vez más globalizado e interdependiente.
En 2008 terminó una de esas olas de crecimiento. Sobre el fin de año, los peores presagios se tradujeron en evidencias concretas del comienzo de una crisis. Esto producirá retracción del consumo y desaparición del crédito, que causarán una reducción de la actividad económica y, en consecuencia, una baja en la recaudación de impuestos derivados de ella. La demoledora caída del precio del petróleo derrumbará, por su parte, las regalías hidrocarburíferas de Río Negro.
La Argentina tiene una lamentable experiencia en crisis, y tal vez por eso en el país recién ahora se comienza a hablar de tomar previsiones que se anunciaron ya en otras naciones donde la estabilidad es costumbre.
Río Negro, por su parte, está mal parada ante lo que viene.
Pasó muy poco tiempo desde que el 2002 conmovió todas las estructuras políticas y sociales del país. Pero si la memoria del conjunto social no parece rigurosa en exigir el cumplimiento de los consensos sociales con los que se salió de aquella debacle política y económica, la desmemoria de la dirigencia rionegrina asombra y preocupa.
Durante los años de "vacas gordas", el gobierno rionegrino actuó como si nunca fueran a acabarse.
Dejó crecer su endeudamiento con sucesivas refinanciaciones, y actuó sin la conciencia que puede exigirse a cualquier deudor particular. Contrariamente, se comportó como si nada impidiera gastar.
El gobierno de Miguel Saiz triplicó el gasto público durante su primera gestión, y terminó el 2007 con un resultado primario negativo en las cuentas públicas.
Durante 2008, aun cuando todas las advertencias fueron dichas respecto del fin de la ola de crecimiento, continuó aumentando los gastos operativos, que seguirán generando obligaciones una vez que se encoja la recaudación.
Es decir que, en términos cuantitativos, Saiz contribuyó a generar un Estado mayor, pero poco se hizo durante su gobierno para construir un Estado mejor.
La cara política fue, en forma inevitable, el incremento de la dependencia respecto del gobierno nacional.
En estos días, el ministro de Hacienda, Pablo Verani, vuelve a peregrinar en procura de lograr la firma del Programa de Refinanciamiento de la deuda de 3.500 millones de pesos. Sabe que la reducción de los ingresos no hará más que complicar las posibilidades de cumplir con los pagos de intereses y capital previstos para el 2009.
Durante el año, la Provincia mantuvo su nivel de sobreendeudamiento si se la compara con otras en su relación deuda pública contra Producto Bruto Geográfico, índice en el que está entre las peores.
Hacia el objetivo de hacer un Estado mejor, en lo único que se avanzó en este año fue en completar algo de infraestructura, una deuda que el 2007 había dejado pendiente:
Se inauguró parte del edificio del Poder Judicial de General Roca, un hecho importante por su costo, por la comodidad que aportará y por ser una obra inconclusa desde hace más de tres décadas. Aunque se realizó con dinero privado que deberá ser devuelto con ahorros, una palabra que tanto el Poder Judicial como el Ejecutivo se resisten a pronunciar.
En el Valle Inferior, se avanzó con el acueducto ganadero turístico, en Río Colorado se trabaja -aunque a paso lento- en la represa de Salto Andersen. Y, en materia vial, crecen con dinero de Nación dos de los grandes proyectos postergados durante muchos años: la pavimentación de la ruta 23 en la Región Sur y el ensanchamiento de la ruta 22 en el Alto Valle.
Es meritorio el empeño puesto por negociadores rionegrinos para la configuración de un Corredor Bioceánico que sirva a los intereses provinciales, aunque todavía es impredecible el destino de tales gestiones.
Se avanzó en construir escuelas y edificios destinados a Salud Pública. Pero, en materia de servicios, la deuda todavía es amplia, no sólo en infraestructura sino más aún en materia de recursos humanos, insumos y equipos.
También se impone revisar la matriz energética provincial para canalizar las inversiones que permitan prevenir y evitar nuevas crisis como la vivida en 2008.
Pero tal vez el principal pasivo de Miguel Saiz respecto de las expectativas que él mismo generó al asumir en 2003 sea la transparencia. Surgido de un sector que reclamaba conductas más claras de democratización de las decisiones, de respeto a la disidencia y de garantizar el buen uso de los recursos públicos, Saiz no difiere hoy de la gestión anterior más que en cuestiones de estilo.
Denuncias sobre varias contrataciones -los alimentos de Flavors/Masily, los guardapolvos y zapatillas, la entrega de pasajes oficiales y hasta
una vereda de costo insólito y un SUM con pago por adelantado- se vivieron en un marco de hostigamiento institucional hacia la Defensora del Pueblo, de agravios contra el fiscal de Investigaciones Administrativas, y de virulencia política hacia el vicegobernador Bautista Mendioroz, el ex diputado nacional Fernando Chironi y el ex legislador Jorge López Alfonsín cuando se atrevieron a diferenciarse del discurso hegemónico.
La contrapartida fue la protección dada al jefe de Policía por sus excesos y al presidente del bloque oficialista, denunciado por presunto enriquecimiento injustificado.
En síntesis, hace 25 años Río Negro se sumergió, optimista, en una etapa democrática, consciente de que era necesario adecuar la legislación y el gasto público a valores ciudadanos compatibles con esa forma de vida, buscando la inclusión y la promoción social, la participación democrática y la creación de condiciones favorables a la producción, el empleo y el crecimiento.
Todo el ciclo hasta la fecha estuvo en manos de un solo partido político y con una fuerte permanencia del grupo dirigencial, a pesar de cierta oscilación entre sus sectores internos. De este proceso queda que poco se ha hecho por modernizar el Estado dotándolo de un desarrollo informático y de sistemas acorde con las posibilidades que ofrecen la ciencia y la tecnología.
Tampoco la participación democrática ha mejorado mucho, si se toma en cuenta la estructura de gestación de las principales decisiones del Estado. La mayoría de ellas son adoptadas por el Poder Ejecutivo, y consejos creados hace medio siglo -como el de Salud Pública y el de Educación- han perdido incidencia,
Han abandonado la política varios de los dirigentes mejor formados desde el punto de vista intelectual y humanístico, y la política ha quedado en manos de un grupo relativamente pequeño de dirigentes, pocos de ellos con méritos académicos y varios objetados en su concepción ética de la función pública y el clientelismo.
No todo esto es responsabilidad del gobierno de Saiz. Pero lo que resulta ineludible es que él gobernó durante un período de prosperidad que le hubiera permitido tener un desempeño más inteligente y útil para los tiempos que les tocarán vivir a los rionegrinos.
POR ALICIA MILLER
amiller@rionegro.com.ar