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Miércoles 02 de Enero de 2008
 
 
 
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  ENSAYOS

Conscientes de la gravedad del actual estado de las cosas, la gente no se contentaría sólo con un parche.

 
 

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El 2008 será el año del ensayo general, tanto para el gobierno de Jorge Sapag como para el de la coalición opositora al MPN que tomó el relevo en la capital. Uno y otra deberán demostrar que son capaces de consolidar su proyecto de poder sin fragmentarse en el intento y sin desencantar a la sociedad. El primero tendrá que producir los cambios que ésta ha venido reclamado con respecto al desquiciado modelo político heredado de la anterior gestión. El grupo liderado por Farizano, en cambio, tiene por delante el desafío de una difícil continuidad: hacer una gestión tan consistente como la de Quiroga pero desde un formato totalmente diferente al personalismo del ex intendente, una experiencia que privilegie el pluralismo y la participación.

En el caso de Sapag, es una apuesta compleja. En primer lugar porque la herencia es muy pesada, tanto en lo económico como en lo social y en lo institucional. Por desgracia, el sobischismo no ha pasado en vano por la política neuquina todos estos años sino todo lo contrario, es una experiencia que también se ha revelado devastadora para la sociedad en lo moral.

La impronta del anterior gobierno, caracterizada por la inescrupulosidad, el desapego a normas e instituciones, el individualismo extremo y el desprecio por lo colectivo, la sed insaciable, en fin, de rédito personal, cuanto más rápido mejor, terminó por impregnar a toda la sociedad y será muy difícil de desterrar de un día para otro.

Podría ocurrir, inclusive, que la gestión recién iniciada por Sapag no quisiera realmente cambiar este estado de cosas o, en todo caso, que no quisiera cambiarlo del todo, librándose a un continuismo gatopardista, con mejores modales pero idéntica matriz, que rehuya el

combate a fondo para erradicar los graves vicios heredados.

A pesar de que en sus primeros pasos al frente del gobierno Sapag ha señalado con precisión muchos de los males heredados y ha expresado su voluntad de cambiar este estado de cosas, la hipótesis del huevo de la serpiente podría verse reforzada por el hecho de que una y otra vez ha omitido marcar a fuego a los responsables del desmadre, privándose de ejercer una actitud docente muy necesaria para cualquier labor reparadora de los daños infligidos a la sociedad.

Con todo, el nuevo gobernador parece animado por las mejores intenciones y no hay motivos para negarle la cuota de crédito que le ha otorgado el propio electorado.

Desde luego, aunque Sapag no cejara en el empeño por cambiar este desmadre, todo indica que no será una tarea fácil para él, ni está escrito que vaya finalmente a lograrlo. Aunque la injusta muerte de Fuentealba y el papelón de su candidatura nacional lo han convertido en un paria de la política, Sobisch no está muerto ni tampoco retirado, como acaba de confirmarlo el hecho de que logró colocar a uno de sus incondicionales en la presidencia del partido, torciéndole así el brazo a su antiguo compañero de fórmula en una de los resortes de poder más importantes.

Sólo el tiempo podrá decir si la medicina no cruenta aplicada por Sapag, es capaz de reparar los daños y reencauzar la provincia o si, por el contrario, no será suficiente para conjurar todos los males y sucumbirá como un recetario más de buenas intenciones.

Una cosa es segura, si andando el tiempo el flamante gobernador fallara en generar un nuevo escenario, más favorable para la convivencia y el crecimiento armónico de la provincia, estaría cavando su propia fosa porque la sociedad, consciente de la gravedad del actual estado de cosas, no se contentaría

con un parche y seguiría reclamando un cambio moderado pero drástico. Así, de advertir la gente que el MPN ya no se lo puede proporcionar saldría a buscarlo afuera.

Conviene tener presente que las cuatro propuestas más votadas de la elección provincial del 3 de junio pasado -las de Sapag, Quiroga, Podestá y Fuentes- prometían sin excepción un cambio. La gente se inclinó por la versión moderada de esa transformación y por eso votó al MPN, en la expectativa de mejorar la apuesta sin poner en riesgo todo lo que ya tiene, que no es poco en una provincia joven, escasamente poblada y muy rica.

Sin embargo, no hay que olvidar tampoco que el partido provincial hizo en junio pasado una de sus peores elecciones y perdió en la mayoría de las ciudades importantes. Esa línea se confirmó luego, con la victoria, ajustada pero victoria al fin, de la entente plural liderada por Farizano en la capital provincial.

Vistas así las cosas, en el escenario político ha quedado prefigurada una alternativa: o el MPN recupera su predicamento en los cuatro años que siguen -lo que implica garantizar un modelo de desarrollo provincial y de relación estable con la Nación- o fracasa en una medianía que no contenta a nadie y termina por ceder el paso a algo nuevo.

Por cierto, esa eventualidad tendrá mucho que ver con la suerte del otro gran ensayo al que asiste la provincia, que es el del gobierno de la novel coalición municipal capitalina.

Allí el panorama es tan esperanzador como plagado de acechanzas. Lo primero, porque nunca hasta ahora la oposición había sido capaz de deponer sus mezquindades y marchar unida a una elección. Eso, como la idea de que Farizano garantizaba la continuidad de la gestión exitosa de Quiroga, bastó para que el electorado diera su aval. Un respaldo que creció en la misma medida que el candidato del MPN, instalado desde mucho más temprano, iba perdiendo predicamento. Lo que autoriza a pensar que el escaso margen que le dio la victoria no hubiera sido tan escaso si la campaña se hubiera extendido un tiempo más.

Así lo ha señalado el propio Farizano, tanto como el hecho de que el pluralismo de su gobierno no hace más que expresar la creciente diversidad social de la compleja trama urbana local, surgida del irrefrenable aluvión migratorio. Todo parece indicar que tiene razón y ése es, sin duda, uno de sus grandes desafíos: representar fielmente los intereses y expectativas de una sociedad compleja, heterogénea y cada vez más exigente.

Con todo, este valioso ensayo político que tiene por escenario el municipio de la ciudad más importante de la provincia, está signado por un gran interrogante: ¿será capaz la oposición de mantenerse cohesionada detrás de los objetivos trazados para brindar una gestión acorde con las expectativas? ¿O, por el contrario, fracasará en el intento, sumergiéndose los distintos grupos que la componen en una puja tan estéril como suicida?

Éste es el panorama, éstas son las dudas.

   

POR HÉCTOR MAURIÑO
vasco@rionegro.com.ar

   
 
 
 
Diario Río Negro.
Provincias de Río Negro y Neuquén, Patagonia, Argentina. Es una publicación de Editorial Rio Negro SA.
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