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Miércoles 02 de Enero de 2008
 
 
 
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  UN AÑO LLENO DE INTERROGANTES

Uno de los analistas más importantes del país observa cómo podría complicarse el panorama político de Cristina.

 
 

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Muchos critican al ex presidente Néstor Kirchner por haber pensado sólo en el corto plazo. Tales reparos se justifican, pero sucede que buena parte de la sociedad comparte la misma actitud. La crisis tumultuosa que depauperó a millones de personas estrechó los horizontes no sólo de quienes luchaban por mantenerse a flote en medio de un huracán sino también a los responsables de gobernar el país y a los líderes opositores.

Por fortuna, la etapa así supuesta parece haberse aproximado a su fin. Mientras que el ex presidente pudo dedicarse a pelear contra los protagonistas del pasado reciente y sus ideas, la presidenta Cristina de Kirchner tendrá que ocuparse del presente y del porvenir. El que el 2008 no sea otro año electoral le permitirá hacerlo sin sentirse obligada a preocuparse por la reacción inmediata de los diversos sectores que conforman el país. 2008, pues, puede ser el año en que la Argentina se recupere no sólo económicamente sino también psíquicamente del trauma que le supuso el derrumbe de la convertibilidad.

Desde mediados de 2002, cuando para desconcierto del resto del mundo y consternación de sus propios habitantes la Argentina tocó fondo, la economía está creciendo a un ritmo, que si bien inferior al registrado por China, es muy elevado. Se prevé que desacelere en 2008 a pesar de los denodados esfuerzos oficiales por impedir que se enfríe. Si frena de golpe, Cristina se encontrará en problemas, ya que no faltarán quienes lo atribuyan a su impericia personal, además, claro está, a los errores cometidos por su marido, pero pocos creen que estemos por experimentar otra de nuestras recurrentes crisis económicas en los meses próximos. Los más, sin excluir a los contrarios a la "estrategia" oficial, suponen que se tratará de una pérdida de velocidad gradual -del 8% o más por ciento al que nos hemos acostumbrado a un muy respetable 6 ó 5-, lo que brindaría tanto al gobierno como a la clase política en su conjunto una oportunidad para hacerse algunas preguntas acerca de temas fundamentales

Tales temas incluyen: ¿cuál debería de ser el lugar que ocupará la Argentina en el escenario internacional? ¿Está chocando contra los límites del "modelo productivo" vigente? ¿Hay una relación directa entre el desempeño económico de los distintos países y la calidad de sus instituciones? ¿Qué tendríamos que hacer para que se reduzca la diferencia abismal que separa a quienes disfrutan de un nivel de vida acaso modesto, pero así y todo equiparable con el de la clase media española e italiana, de quienes están hundidos en la pobreza tercermundista? ¿Será posible mejorar la calidad de un sistema educativo jaqueado por una serie al parecer interminable de conflictos docentes?

El panorama internacional del 2008 será distinto al de los años últimos. Será menor el atractivo de la "revolución bolivariana" merced al revés que experimentó Hugo Chávez en el referendo constitucional que lo privó de su aura de vencedor predestinado. En Bolivia, Evo Morales estará plenamente ocupado tratando de impedir que su país caiga en pedazos: si esto sucediera, el terremoto resultante provocaría temblores en todos los países de la re

gión, en especial la Argentina.

A Cristina, pues, debería serle relativamente fácil alejarse más del pos-izquierdismo latinoamericano representado por Chávez, Morales y sus admiradores para acercarse a personas menos pintorescas pero más presentables como Michelle Bachelet, Luiz Inácio "Lula" de Silva y Tabaré Vázquez, además de los gobernantes de Estados Unidos y los países principales de Europa. Puesto que la presidenta quiere que la Argentina comience a recibir inversiones cuantiosas, no tiene otra alternativa que distanciarse de los mandatarios de países proclives a exportar sus crisis.

Lo que ocurra fuera de América Latina también podría tener un impacto fuerte. Si Estados Unidos cae en recesión, como prevén muchos economistas, se debilitará el "viento de cola" que tanto nos ha beneficiado. Y de estallar una guerra en gran escala en el Medio Oriente, lo que en vista de la tensión causada por las ambiciones nucleares, pacíficas o no, de Irán, es una posibilidad que hay que tomar en cuenta, el precio del petróleo subiría en seguida, justo cuando la Argentina se verá constreñida a importar más. Asimismo, las retenciones a las exportaciones agrícolas destinadas a llenar la caja gubernamental y también a aislar al consumidor local de los siempre volátiles mercados internacionales significan que el país no podrá beneficiarse plenamente del aumento previsto de los precios de los alimentos.

Cristina parece estar tan comprometida como su marido con el "modelo productivo". No sólo ha funcionado hasta ahora, sino que debido a su naturaleza proteccionista, industrialista y dirigista también refleja sus propias preferencias ideológicas setentistas. Sin embargo, dicho modelo ya está mostrando señales de agotamiento. La inflación lo está corroyendo, pronto le faltará energía y desde el punto de vista de los grandes inversores de los países desarrollados es antipático. Por lo demás, la sustitución de importaciones que fue posibilitada por un peso "competitivo" es un callejón sin salida. Es probable que Cristina intente cambiar el modelo poco a poco con miras a adaptarse a las circunstancias, lo que con toda seguridad la haría blanco de las protestas airadas de sus aliados de las asociaciones empresarias.

La situación política que afronta Cristina podría complicarse en el transcurso del 2008. Si bien gracias a la dispersión opositora triunfó por un margen

holgado en las elecciones presidenciales, la clase media urbana aprovechó la ocasión para enviarle una advertencia poco amistosa. A pesar de todos los esfuerzos de su marido por seducirla subsidiando su consumo de energía, el transporte y otros favores, Cristina no llegó primera en la Capital Federal, Córdoba, Rosario, Mar del Plata, Bahía Blanca y otras ciudades. A la hora de votar, la influencia de la clase media urbana se ve disminuida frente a la de los demás, pero en los 364 días restantes suele ser decididamente mayor, ya que domina los medios de comunicación. Cristina, pues, tendrá que proceder con mucho cuidado. De lo contrario, andando el tiempo podría difundirse la sensación de que buena parte del país ha optado por militar en la oposición.

Mucho dependerá de lo que suceda en dos distritos clave, la Capital Federal y la Provincia de Buenos Aires, que están gobernados por políticos de perfil extrañamente parecido: Mauricio Macri y Daniel Scioli. Aunque por ahora éste es oficialista y aquél un opositor, ambos se relacionan mejor con el empresariado que con los ideólogos progresistas que rodean a los Kirchner y son atractivos no sólo a quienes conforman el grueso de los votantes peronistas habituales sino también a los integrantes de la clase media. Cristina y Néstor Kirchner querrán mantenerlos subordinados porque si crecen a ojos del electorado pondrían en peligro su "proyecto", pero tendrán que hacerlo de manera subrepticia puesto que su propio futuro sería opaco si la ciudadanía atribuyera las dificultades de Macri y Scioli al temor oficialista a que se erigieran en rivales de fuste.

Ya antes de iniciarse el 2008, desde sus oficinas en Puerto Madero -irónicamente, un barrio emblemático del menemismo- el ex presidente Kirchner comenzó a ensamblar el movimiento que, espera, le asegurará una base de sustentación política lo bastante coherente como para consolidar la virtual hegemonía que tuvo en la segunda mitad de su estadía en la Casa Rosada. Sus vicisitudes serán casi tan importantes para el futuro del país como las de su esposa. Si tiene éxito, podría poner fin al período signado por la ausencia de partidos auténticos que ha sabido aprovechar mejor que nadie. Si fracasa, la política argentina seguirá dependiendo de los caprichos del caudillo más popular de turno. Puede que antes de terminar el 2008 sepamos la respuesta a este interrogante y a muchos otros.

   
POR JAMES NEILSON
   
 
 
 
Diario Río Negro.
Provincias de Río Negro y Neuquén, Patagonia, Argentina. Es una publicación de Editorial Rio Negro SA.
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