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Martes 02 de Enero de 2007
 
 
 
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  QUE PASA CON LA CENTRODERECHA
AUNQUE DADO EL DERRUMBE DEL RADICALISMO Y EL SESGO DE CENTROIZQUIERDA DEL GOBIERNO DE KIRCHNER, ESTA EN
CONDICIONES DE CONSOLIDARSE COMO LA PRINCIPAL OPOSICION.
 
 

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POR CLAUDIO RABINOVITCH

“Si no ocurre nada muy extraño, las elecciones presidenciales de 2007 van a ser las primeras -desde la recuperación democrática en 1983- que se llevarán a cabo en un contexto económico ‘normal’ y hasta de un espectacular crecimiento.
Palabras más, palabras menos es la coincidencia de los referentes de la oposición Roberto Lavagna, Mauricio Macri y Ricardo López Murphy en sendos diálogos con “Río Negro”.
En tal escenario de prosperidad, el desafío para la centro derecha parece colosal. ¿Desde donde entonces plantear una propuesta con visos de ser alternativa?
Si bien López Murphy asegura que la situación económica responde exclusivamente al contexto mundial, no resultará nada fácil convencer al elector acerca de la necesidad de un cambio.
Según el analista Santiago Lacase -de la consultora IPSOS-Mora y Araujo- el panorama para el segmento opositor en cuestión se complica aún más por el estilo de gobierno de Néstor Kirchner que “aunque en derechos humanos se acerca más bien a una concepción de centroizquierda, en economía utiliza muchas de las banderas conservadoras como el cuidado de las cuentas públicas y el equilibrio fiscal”.

DEBILIDADES CON INTERROGANTES
El politólogo profesor de la Universidad de Belgrano, Julio Burdman, encuentra como déficit actual de la centro derecha argentina el no poder articular un discurso renovador con lo que corre el riesgo de quedarse en el “antikirchnerismo”.
Para Burdman, más allá de la actual bonanza dicho espacio de la oposición no consigue hacerse eco de importantes minorías que son castigadas por la política económica vigente.
En el campo de las inversiones, si bien la oposición viene alertando sobre la cuestión energética lo probable es que el gobierno haga recaer el peso de la crisis en sectores industriales y no en los usuarios particulares lo que resguardaría al oficialismo de pagar un importante costo político. Además cuenta con suficiente superávit como para salvar la situación al menos en el corto plazo.
Queda entonces para la oposición plantear el eje de discusión en tres temas: seguridad, la cuestión institucional y la política de derechos humanos.
“La sociedad en general apoya la política económica de Kirchner, pero no su gestión en seguridad pública”, afirma el titular del Centro de Estudios para la Nueva Mayoría, Rosendo Fraga.
Pero si bien uno de los grandes problemas es la inseguridad, “no es tan seguro que el discurso de mano dura sea aceptado como solución por la mayoría”, desliza Lacase.
Una problemática a la vez compleja, ya que en gran medida el delito es producto -en muchos casos- de sectores descontrolados de los mismos cuerpos de seguridad.
En la misma línea, Burdman apunta que “la pérdida de seguridad está superpuesta con la baja calidad de educación y salud que padecen los sectores medios, por lo que hay que ver si el centro tiene un referente con un programa creíble para canalizar esa demanda”. Es éste un desafío para el centro, y como se verá uno de sus puntos más fuertes.
El déficit institucional es el otro gran talón de aquiles del gobierno. En gran medida, las posturas del arco opositor en rechazo a la reforma del Consejo de la Magistratura impuesta por el kirchnerismo y a la reglamentación que convalida los decretos de necesidad y urgencia tuvieron buen eco en la sociedad.
Sin embargo el problema aparece por la “positiva”. ¿Es esperable que la oposición concrete la reforma política pendiente?. Allí aparecen dudas cuando se advierte que gran parte de los dirigentes macristas formaron parte del menemismo (muchos de ellos fueron funcionarios) y después del duhaldismo.
La experiencia de Misiones dejó como sabor agridulce que la lista que se impuso a la reelección indefinida de Carlos Rovira tuvo que ser encabezada por un obispo como Joaquín Piña, no por un político, y aún cuando se lo haya intentado nadie puede usufructuar ese resultado.
Por último, el rechazo del centro derecha a la política “sesgada” del gobierno en materia de derechos humanos es difícil se canalice electoralmente en una sociedad para la cual el tema no está en el eje de sus preocupaciones.
En otro vértice del análisis está la dificultad del armado electoral dada la fragmentación que existe en el espacio.  El centro derecha -sintetiza Rosendo Fraga- aparece dividido en tres vertientes: la liderada por López Murphy, refractaria a cualquier alianza con Roberto Lavagna; la de Mauricio Macri más frentista; y la de Jorge Sobisch que tiene un acuerdo con Macri, pero al que Murphy rechaza.
En ese espectro, Macri está fortalecido por el resultado electoral del año pasado en la Capital Federal, al punto que hay quienes han afirmado que “cogobierna” la ciudad de Buenos Aires; pero en el interior su estructura aún es débil.
En cuanto a la candidatura presidencial de Lavagna, cuenta en su favor el poder captar votos antikirchneristas tanto de centro derecha como de centro izquierda; pero le juega en contra que tiene detrás suyo al duhaldismo y al alfonsinismo que genera muchos rechazos.
A esta altura, Burdman se arriesga a decir que el centro posiblemente vaya a la elección del 2007 en candidaturas divididas, en una especie de “pacto de no agresión” para respaldarse mutuamente en un eventual ballottage.
Ello podría facilitar la tarea del oficialismo ya que le alcanza el 45 % de los votos o el 40 % con diferencia mayor a 10 puntos para evitar la segunda vuelta.

FORTALEZAS CON INTERROGANTES
Como contracara de las dificultades, el centro derecha cuenta con varios aspectos a su favor que lo ponen en una perspectiva interesante en vistas al año electoral.
Para arribar a tal conclusión, hay que tomar como perspectiva que desde 1983 los sectores de centro derecha habían preferido penetrar en los partidos mayoritarios antes que producir el esfuerzo de generar una fuerza propia.
Así -destaca Rosendo Fraga- Menem en el peronismo y De la Rúa en la UCR se constituyeron en opciones de la derecha dentro de los partidos populares. En tanto, la derecha ortodoxa fue liderada siempre por economistas: Alvaro Alsogaray en los ochenta, Domingo Cavallo en los 90 y López Murphy en esta década.
Pero en 2003, si se suman los votos de López Murphy a los de Menem puede decirse que un 40% del electorado acompañó al centro derecha, porcentaje que luego ese espectro no pudo capitalizar.
Lacase recuerda que hasta ahora fue la administración Menem la experiencia más cercana a una combinación de liberalismo con capitalismo.
El experto de la consultora de Mora y Araujo también observa que los proyectos que con matices encarnan Macri y Lavagna expresan un perfil mucho más moderno que lo conocido anteriormente en ese segmento; mientras López Murphy cuenta con incuestionables credenciales republicanas.
En términos generales, -subraya de nuevo Fraga- un tercio de la sociedad argentina tiene ideas de centro derecha, otro porcentaje similar las tiene de centro izquierda y el resto fluctúa según las condiciones.
Con el abanico de cuestiones mencionadas, Burdman considera que medida en términos históricos el centro derecha puede hacer la mejor elección superando el techo histórico del 15 % que en su momento alcanzaron Alsogaray o Cavallo.
Es que por primera vez, como indica el analista de Nueva Mayoría, dicho espacio “tiene una oportunidad histórica para articularse como fuerza nacional, dado que el radicalismo se halla en una profunda crisis y el peronismo de la mano de Kirchner ha girado hacia la centro izquierda”.
Además, el reciente coautor de la biografía de Eugenio Aramburu advierte que “en seguridad y frente a las protestas callejeras gran parte de la población respalda las posturas enérgicas del centro derecha”.
Un interrogante es si un referente como Juan Carlos Blumberg, puede reflejar en votos -en caso que se decida a participar en política- el alto consenso que reunió en el campo social.  Y otro factor que puede llevar agua al molino del arco centrista, es el cansancio que en importantes capas de la población genera el estilo de crispación y de provocación constante con que se maneja el oficialismo, con malos resultados prácticos en casos como el conflicto con Uruguay por las papeleras.

 

   
   
 
 
 
Diario Río Negro.
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