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Martes 02 de Enero de 2007
 
 
 
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  UNOS Y OTROS
LOS UNTUOSOS GESTOS PROTOCOLARES NO TAPAN COMO UN LIDERAZGO SE APAGA Y OTRO RESURGE.
 
 

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El que comienza es un año electoral y como es dable suponer todo lo institucional y con más razón lo estrictamente político estarán bajo su sino. En el plano del oficialismo, la sociedad asistirá a los vaivenes de la puja entre dos liderazgos: el de Jorge Sobisch que, a pesar de sus esfuerzos por mantener una cuota decisiva de poder, fatalmente tenderá a eclipsarse; y el de Sapag, cuya estrella es ascendente, pero cuyo destino último depende en buena medida de la forma en que resuelva la contradicción con el actual gobernador, líder del partido y candidato vocacional a la presidencia de la Nación.
Desde la perspectiva de este último, se trata de dilatar lo máximo posible la dilución de su predicamento político, primero para no frustrar abiertamente su fantasía presidencial, pero en segundo lugar y no menos importante -”last but not least”, dirían los ingleses- para seguir siendo el mayor tiempo posible el árbitro de la política neuquina.
Desde luego, esta sorda puja entre Sobisch y su compañero de partido está parcialmente soterrada y sólo asoma hacia afuera edulcorada con sonrisas, abrazos y untuosos gestos protocolares. Pero por debajo lo que realmente discurre es una pulseada por el manejo de los tiempos cuyo propósito excluyente es usar al otro en provecho propio.
Dicho en otros términos, hace poco más de tres años Sapag renunció a su sociedad con Sobisch y optó por construir su propio poder, lenta y prudentemente desde el llano. Aunque sin desafiarlo abiertamente, erigió así una imagen de sí mismo relativamente independiente del gobernador. Ahora, acaba de ganar por una buena diferencia la interna y eso lo habilitó para tomar mayor distancia del líder partidario.
Así, lo primero que hizo Sapag fue reclamar a Sobisch que separe las elecciones provinciales de las nacionales, cuestión de evitar un escenario en el que debería compartir la campaña y la boleta con quien es visto como un caudillo desgastado y autoritario, empañando las posibilidades de presentarse como lo nuevo y más democrático. Para colmo de males, en esa alternativa Sapag se vería obligado también a enfrentar a Kirchner o a su esposa Cristina, si esta fuera candidata, colocándose en una difícil situación, porque a diferencia de Sobisch, quien por motivos políticos personales necesita confrontar con el presidente, él no sólo se ha cuidado de hacerlo sino que ha tendido con la Casa Rosada un puente de plata imprescindible para garantizar una buena convivencia en el futuro si accede a la gobernación.
Por los mismos motivos que Sapag -su interés político personal- Sobisch ha respondido al pedido de su antiguo socio con vaguedades: “con el llamado a elecciones vamos a hacer lo que más convenga al partido”, sintetizó al menos en dos oportunidades el gobernador, lo que para quienes lo conocen equivale a decir que hará lo que más le convenga en el momento oportuno.
Sobisch conserva aún una cuota decisiva de poder y aunque su ex vice salió fortalecido de la interna todavía podría hacer mucho para complicarle las cosas, no sólo con la fecha de la convocatoria a elecciones, también, por ejemplo, profundizando el nivel del gasto, que ya es muy alto, como forma de condicionarlo en el futuro. O, peor aún, podría contribuir por acción u omisión a que el partido no llegara unido a las elecciones, lo que sería una verdadera catástrofe para Sapag.
Precisamente por esto último, porque sabe que aunque tiene buenas posibilidades de ganar está todavía ante un difícil desafío y también frente a un adversario -Horacio Quiroga- que cuenta con el apoyo del gobierno nacional y con predicamento entre los sectores independientes que no votan disciplinadamente por el MPN, Sapag ha optado por cerrar filas primero en el partido para ocuparse después del resto del electorado.
Sólo así se explica que un hombre que se tomó tanto tiempo para construir una imagen diferente desde el llano se avenga a sentarse nuevamente con Sobisch -para quienes quieren un cambio, “el malo de la película”- y con su contrincante largamente derrotado -visto por esos sectores como “más de lo mismo”- para anunciar que harán, los tres juntos, como hermanos de leche, un gran acto de unidad en el Ruca Che.
Como, por otra parte, si Sapag quiere ganar deberá mantener una imagen de independencia del hegemonismo aventurero de su antecesor, el interrogante que se irá develando en el transcurso de los meses que siguen es cómo y cuándo se despegará de Sobisch o si, efectivamente, lo logrará hacer. Es muy posible que el plazo establecido in péctore por Sapag para tomar la decisión sea marzo próximo. Primero porque para ese entonces ya se habrá acabado el tiempo de descuento si es que le quiere ganar a Quiroga, pero también porque esa puede ser la fecha límite para que Kirchner defina la fecha de elecciones y para que el presidente y los líderes del centro derecha terminen de compatibilizar la fórmula y los aspirantes para la capital federal y la provincia de Buenos Aires.
Para ese entonces, se supone, el sueño presidencial de Sobisch se habrá estrellado definitivamente contra la realidad y tendrá que contentarse con ser senador o “irse para afuera” como alardeó en tantas veces. Si ninguna de estas hipótesis se verificara, o Sobisch lograra encaramarse en la fórmula de Lavagna o de Macri, Sapag estaría en graves dificultades.
En el caso de Quiroga, por ahora el candidato de la oposición con mayores posibilidades de disputar el poder al MPN, las cosas no son menos complejas.
Quiroga tiene a su favor una gestión exitosa que exhibir en la municipalidad que difícilmente será olvidada por el electorado de la capital. Cuenta, además, con el apoyo del gobierno nacional, que lo tiene, acaso, entre los intendentes más connotados de la “Concertación plural” y seguramente por todo ello no podría soltarle la mano sin pagar un alto costo en ese complejo armado electoral de cara al 2007.
Sin embargo, en esta oportunidad Quiroga no se postula a intendente sino a gobernador y es bien sabido que los votantes eligen candidatos en relación al cargo. También, el pragmatismo extremo exhibido por el caudillo radical para hacer y deshacer acuerdos según su conveniencia en cada oportunidad, le ha valido un fuerte rechazo entre los dirigentes del arco opositor. Para algunos de éstos la situación atravesó un punto de no retorno con la Convención Constituyente, cuando Quiroga dio la espalda al resto de las fuerzas de la oposición para prestarle su apoyo a Sobisch.
Aunque la política local y nacional está acostumbrada a funcionar con una alta cuota de amnesia, cuesta tomar al pie de la letra el discurso electoral del quiroguismo que le achaca a Jorge Sapag ser “más de los mismo” que Sobisch, cuando a lo largo de los últimos años el propio Quiroga le dio, una y otra vez, el expediente al gobierno provincial para salir airoso de sus proyectos más controvertidos: ternas para el TSJ; reforma de la Constitución; Loma de La Lata; etcétera.
Precisamente, lo que se discute en estos días es la amplitud y profundidad del agrupamiento de fuerzas que logrará sumar Quiroga para enfrentar con éxito al MPN. Por lo pronto, con el decidido apoyo del secretario General de la presidencia, Oscar Parrilli, el candidato de la Concertación K ya ha sumado al PJ y a varias agrupaciones menores, le resta por embolsar a los sectores “rebeldes” del justicialismo, al kirchnerismo de izquierda nucleado en el Frente Grande y Libres del Sur -que tienen a su vez su propio acuerdo-, al desarrollismo y a la centro izquierda no kirchnerista pero tampoco antikirchnerista que se nuclea en Une.
Además, tanto los acuerdos ya sellados como los que se aten en los próximos meses deberán tener la virtud de acercar no sólo a los dirigentes sino también a las bases de esas fuerzas, lo que por ahora es un enigma.
En su fuero íntimo, Quiroga ha confiado siempre en que el sector independiente de la sociedad que vota o no por el MPN según su conveniencia coyuntural terminará por bendecirlo, y que ese apoyo será decisivo más allá de lo que hagan los sectores progresistas que lo critican.
Pero sin perjuicio de que aún no está escrito lo que hará el progresismo, los sectores independientes tendrán esta vez la oportunidad de optar entre Quiroga y un MPN reciclado y remozado. Los próximos meses dirán quién estaba en lo cierto.

 

   
POR HECTOR MAURIÑO
vasco@rionegro.com.ar
   
 
 
 
Diario Río Negro.
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