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Martes 02 de Enero de 2007
 
 
 
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  A DIEZ AÑOS DE LA PUEBLADA
  MEMORIA Y MUTACIONES EN LA POLITICA NEUQUINA
CON ANTECEDENTES DE PIQUETEROS, MUCHOS DIRIGENTES ACTUALES AGGIORNAN EL CLASICO AXIOMA QUE DICE “LA POLITICA ES EL ARTE DE LO POSIBLE”. CON DISCURSOS Y ROPAJE NUEVO, SON LA CARA DEL TRAVESTISMO POLITICO.
 
 

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POR RODOLFO CHAVEZ
rchavez@rionegro.com.ar


“Pensaba... bueno, va a haber algún representante, algún concejal (...) pero no había nadie, había pueblo, miles de cabezas, eso era lo que había”.
Hace más de diez años, luego de declararse incompetente ante la multitud de colmaba la ruta 22, la ex jueza federal de Neuquén Margarita Gudiño de Argüelles describía de esa manera a la pueblada de Cutral Co y Plaza Huincul, una protesta popular y explosiva que inauguró el fenómeno del piquete en la Argentina.
La magistrada veía cabezas pues estaba parada sobre el furgón de una vieja combi, sin entender lo que pasaba, una imagen que parecía robada a una película surrealista. Un par de horas antes, un grupo de vecinos del pueblo, casi todos jóvenes sin destino, habían corrido a piedrazos a los gendarmes enviados por el ministerio del Interior para terminar con la insurrección que mantenía sitiada a la comarca petrolera.
El reclamo popular con forma de corte de ruta comenzó a gestarse el 20 de junio de 1996 y fue la vendetta de la fracción blanca del Movimiento Popular Neuquino, que lideraba el actual gobernador neuquino Jorge Sobisch, quien terminaba de cerrar su primera gestión. Era Sobisch, vaya paradoja, un político sin trabajo en una provincia donde la desocupación se expandía como la mala hierba.
El objetivo de Sobisch era don Felipe Sapag (por entonces al mando de la provincia)  quien terminaba de cerrarle la puerta al proyecto de una planta de fertilizantes, que iba a generar 150 puestos fijos de trabajo. Esa era la obra que Sobisch proponía como alternativa de solución para una comarca económicamente moribunda luego de la privatización de Yacimientos Petrolíferos Fiscales. Es que la venta a mano de la petrolera dejó a 4.500 personas sin trabajo y en las puertas de ese invierno las alcancías de las indemnizaciones ya estaban vacías.
El 25 de junio pasado, este diario reveló con pelos y señales cómo se tejió la trama que derivó en la pueblada. Fue una movida liderada por un hombre fuerte de Cutral Co y por entonces cercano a un Sobisch caído en desgracia: del sillón de la gobernación había regresado a su oficio de imprentero: “Me fui pobre y tuve que recorrer los estrados judiciales”, ha admitido el mandatario quien no está dispuesto a andar el mismo camino cuando deje esta gestión.
Adolfo Grittini, ex intendente de esa ciudad, fue uno de los encargados de acompañar la protesta contra Sapag y “El Negro” José Opazo -histórico militante del Movimiento Popular Neuquino- quien atravesó su viejo Renault 12 sobre la ruta. y Desde allí se pasó a las barricadas, al fuego de las gomas y a los hombres con los rostros cubiertos. Nacía el piquete argentino, tal cual se lo conoce.
El reclamo, rápidamente se le fue de las manos a los políticos desocupados de esos días. Y -cocido en el caldo de la necesidad- el grito desesperado de quienes hasta hacía poco tenían su vida asegurada con la desaparecida YPF retumbó como un trueno en una Argentina que, por esos días, empezaba a sufrir la consecuencias del agotamiento de un modelo que recién se extinguió en 2001, con la caída de Fernando De la Rúa.
En las puertas de Plaza Huincul, Margarita Gudiño de Argüelles vio pueblo, es cierto, y con una democracia en estado puro fue el pueblo ese el que llevó adelante el reclamo que puso en jaque al gobernador Felipe Sapag y en alerta a la Casa Rosada donde Carlos Menem transitaba su segunda gestión.
Entre los factores irritantes para los piqueteros de aquellos días estaban los políticos y cada mínima sospecha de acción por parte de algún partido encrispaba a los manifestantes. Paradójicamente, entre quienes cortaban la ruta había un concejal que al calor de los neumáticos comenzaba a gestar su nuevo perfil. Ramón Rioseco, actual secretario de Gobierno de la municipalidad de Cutral Co y uno de los principales candidatos a suceder a Eduardo Benítez en la intendencia, es quizá el más auténtico exponente de una clase dirigente parida en los piquetes. Pero hay muchos otros casos. En el mismo Cutral Co, el piquetero Ernesto “Jote” Figueroa se transformó en concejal de su pueblo luego de haber aportado piedras y palos contra los gendarmes que iban a desalojarlos.
Por aquellos años,  otro joven cutralquense de larga cabellera, activo militante universitario, cortaba rutas, escrachaba bancos y pulía su perfil de dirigente en la capital neuquina. Su postura era la del desafío. Un acto colorido puede servir para graficar: en una de las marchas de banderas rojas, Jesús Escobar paseaba a su hija en un carro de hipermercado internacional por el centro de la capital neuquina. El diputado Escobar es hoy por hoy un entusiasta simpatizante del presidente Néstor Kirchner y utiliza un pingüino para identificar a su partido Libres de Sur, una incipiente fuerza política construida a puro esfuerzo por mismo dirigente quien se trepó a los primeros vagones de la caravana K.
A nivel nacional, el piquetero Luis D'Elía dejó los cortes de calle y ocupó un despacho del Ejecutivo nacional bajo la protección directa del presidente. Kirchner soportó palos y más palos por el nombramiento pero, al cabo, tuvo que soltarle la mano pues D'Elía es poco menos que un elefante en un bazar.
Más allá de la valoración que pueda hacerse de determinados dirigentes es hartamente positivo que alguno de los actores de la Argentina piquetera se hayan integrado a los diferentes escenarios que ofrece la vida democrática. Sin embargo, hay discursos y acciones que se dan de narices con la historia reciente.
Hace unos días, el ex piquetero del Frente Grande Ramón Rioseco se abrazaba a Horacio Pechi Quiroga, un radical confeso simpatizante Ricardo López Murphy, tal vez el representante más claro de la centro derecha argentina.
Algunas cuadras más allá de la municipalidad neuquina, Jorge Sobisch, en su afán de ganar un lugar en el espacio de la centro derecha, suele criticar en cuanta oportunidad se presenta a los piqueteros que su propia gente ayudó engendrar. El gobernador tiene, además, una historia que gusta contar a los medios de prensa, sobre todo a los programas periodísticos televisivos porteños. Dice que tras uno de los muchos cortes de ruta que hubo en Neuquén ordenó conformar una bolsa de trabajo y que cada vez que había un piquete un equipo técnico registraba a los manifestantes y les ofrecía alguno de los muchos puestos laborales disponibles.
“Fue así que empezó a circular una especie de chiste, que decía que en Neuquén ‘no cortes la ruta para pedir trabajo porque te lo dan’”, relató hace unos días el gobernador en el auditorio de Casa de Gobierno. La traducción del discurso de Sobisch puede simplificarse: “los piqueteros son todos vagos y en Neuquén sobra trabajo”. Entre los pliegues de la memoria asoma entonces Héctor “Zapallito” Molina, líder piquetero de los desocupados de Centenario, quien apenas en un par de volteretas saltó de la ruta 7 a ser puntero del MPN sobischista y hombre de confianza del suspendido intendente Luis Castillo. Una foto de este diario los inmortaliza a todos sonrientes en un acto partidario. Mejor no hablar de ciertas cosas.
La historia y la formación de muchos de estos actores tiene pocos puntos posibles de contacto pero la política, se sabe, es el arte de lo posible. A diez años del fenómeno social que la ex jueza Gudiño no terminaba de descifrar, el escenario es sustancialmente distinto y hay algunos protagonistas que, ya lejos de la imagen de aquellos días, han modificado discursos y ropaje y casi travestidos transitan la primera década de este incipiente siglo XXI.

 

   
   
 
 
 
Diario Río Negro.
Provincias de Río Negro y Neuquén, Patagonia, Argentina. Es una publicación de Editorial Rio Negro SA.
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