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Martes 02 de Enero de 2007
 
 
 
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  LUZ ROJA PARA LA INFLACION Y LA SITUACION FISCAL DE LAS PROVINCIAS
  EL TALON DE AQUILES ESTA EN LA ENERGIA
EL ACTUAL ESQUEMA ECONOMICO TIENE MUCHOS PARCHES, HASTA CON MEDIDAS
CONTRAPRODUCENTES PARA LA INVERSION. asi alertaron especialistas del area consultados por “PERSPECTIVAS 2007”.
 
 

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POR FERNANDO NOLE

La economía argentina enfrentará este año grandes desafíos que se concentran en la evolución de la inflación, el déficit energético que está padeciendo el país y que podría incidir directo en el ritmo de crecimiento, y la situación fiscal de las provincias, teniendo en cuenta que algunos distritos ya están comenzando a registrar déficit en el balance de sus cuentas.
Si bien se puede considerar que estos frentes de tormenta podrían ser sobrepasados por el gobierno sin drásticas turbulencias, el problema es que este 2007 es un año electoral, lo cual marca un punto de inflexión trascendente, sobre todo en determinados aspectos como el gasto público y el sistema tributario.
Lo real y lo concreto es que para este año se debe aguardar otro fuerte aumento del gasto público, de la mano de las facultades extraordinarias que votó el Congreso a favor del Poder Ejecutivo, y tampoco se puede esperar alguna baja en el esquema impositivo, pese al incremento de la presión fiscal que se observa en los últimos tres años.
El panorama se vislumbra conflictivo también en la relación con determinados sectores empresarios, especialmente con el agropecuario y con el energético, particularmente con las petroleras.
El primer aspecto conflictivo que deberá enfrentar el gobierno de Néstor Kirchner es la inflación, más allá de la euforia que ha manifestado el gobierno por el índice de noviembre que fue de 0,7 por ciento.
El mayor problema es que en general casi todos los analistas dan por descontado que los acuerdos de precios no se van a poder mantener un año más como pretende el Gobierno.
Se admite, incluso, que ya se están observando deslices e incumplimientos en esos convenios, con lo cual, si el Gobierno quiere mantener un nivel de inflación por debajo del 10 por ciento deberá fomentar notablemente la inversión.
Pero así como la inversión interna bruta fija en este momento está creciendo, a un nivel del 20 por ciento interanual, la realidad muestra que para cumplir con los fuertes requerimientos que tiene la demanda interna el ritmo de inversiones debería pasar de un 22 por ciento del Producto Bruto a un nivel del 25 o 26 por ciento.
El cálculo que se está realizando es que 2006 termina con un crecimiento económico de 8,5 por ciento aproximadamente y que el próximo podría situarse en torno al 7,5 por ciento, lo cual es una cifra muy importante, que indefectiblemente va a requerir un fuerte shock de inversión.
Y allí empiezan los problemas estructurales. Con una economía que crecerá en ese nivel, con expansión de las exportaciones del orden del 12 por ciento y con un incremento en el consumo del siete al ocho por ciento, el país demandará más energía.
Allí está otro talón de Aquiles, porque se sabe que el país está absolutamente al límite en su capacidad de generación y producción de energía eléctrica, gas y determinados combustibles como el gasoil.
Una señal de alerta son los cortes de energía que se empezaron a suceder en distintas partes del país y las dificultades que continúan existiendo en distintas regiones del país para abastecerse de gasoil.
A todo esto, el Gobierno deberá enfrentar también lo que implica el mayor costo de la deuda nominada en pesos, producto de las tasas de los nuevos bonos que se ajustan por el CER más el dos por ciento.
Este es un hecho que está empezando a generar temores debido a que la nueva deuda en pesos lleva cláusula de ajuste por crecimiento económico, lo cual ha generado en los últimos meses un fuerte aumento de la misma.
También se observa otro frente de tormenta por el lado fiscal, porque si bien los números de las cuentas nacionales son positivos, el grave problema es que volvió el déficit de los números fiscales de las provincias.
Por lo pronto, la provincia de Buenos Aires cerró el 2006 con un déficit de alrededor de 1.000 millones de pesos.
Sobre estos puntos, varios especialistas han formulado distintas advertencias con relación a las perspectivas de este año.
Por ejemplo, para Rogelio Frigerio, ex secretario de Política Económica, la situación empieza a mostrar un panorama complicado por el lado de las provincias.
“Se está verificando un deterioro del frente fiscal de las provincias, cuyo superávit está en caída y se convertirá en déficit este año. De todas formas, en 2007 no será déficit generalizado”, puntualizó Frigerio.
Por su parte, el economista Camilo Tiscornia, al margen de comentar su preocupación por el deterioro de la situación de algunas provincias, puso énfasis en marcar a la inflación como el nudo central que se viene para los próximos meses.
“La inflación para este año es preocupante por lo que implica esto. Mayor emisión monetaria, controles de precios que no se pueden mantener en forma constante y retraso tarifario conforma un cuadro que sin dudas, es un desafío importante para el Gobierno”,  resaltó Tiscornia.
El especialista consideró que “la situación energética indudablemente va a repercutir en el ritmo de la actividad y por eso considera clave el capítulo inversión”.
“No es viable crecer todos los años del 8 al 9 por ciento. Por eso, hay que estar preparados para cuando se atenúe la mejora del Producto Bruto”, aseguró.
El economista y ex secretario de Hacienda, Manuel Solanet, fue más drástico en su visión sobre las perspectivas de 2007.
“Las falencias en materia energética se podrían profundizar este año. Además se han adoptado medidas polémicas como el eventual control de precios que tenemos en este momento, como las restricciones en la comercialización de carne, de productos lácteos”, puntualizó el economista.
Resaltó que “el actual esquema económico está teniendo muchos parches, con medidas contraproducentes para la inversión”.
“Uno de los grandes aspectos que se está instalando es el de la inversión, pero no la inversión de capitales financieros que llegan al país para obtener rentabilidad en corto plazo. Me refiero más bien al clima de inversión y a la tendencia cada vez más firme de establecer un exagerada injerencia del Estado”, manifestó.
Asimismo, se empieza hablar cada vez más de inflación reprimida, otra herencia que quedará para este año.
El congelamiento de las tarifas de los servicios públicos, que no se han movido desde la devaluación de 2002, está provocando el efecto de inflación retrasada.
“Indudablemente que esto va a ser un problema muy grave, más allá que el Gobierno trate de minimizarlo. Por eso, creo que este año será de crecimiento algo más atenuado, con un aumento del gasto público, un menor superávit fiscal y una situación energética y de las provincias mucho más comprometida”, concluyó Orlando Ferreres, ex viceministro de Economía y actual consultor de empresas.

RUINAS CIRCULARES: BUENOS NUMEROS, PERO SI NO HAY SOLUCIONES SE VUELVE AL PUNTO DE PARTIDA

POR MIGUEL ANGEL ROUCO

La cáscara de la economía mostró durante el 2006 singulares avances, pero la sustancia se encuentra en el mismo punto que hace un año, con los mismos problemas o tal vez más, o tal vez más complejos. Algunos trazos del Modelo “K” ni por asomo refieren a la exquisita prosa de Jorge Luis Borges. Apenas se parecen en su forma. Apenas eso. Eso y las ruinas... Esa idea circular, sueño o realidad, el dar vueltas dentro de un mismo laberinto es la que roza el universo borgiano.
Al margen de la digresión, el modelo vuelve a mostrar las mismas limitaciones que hace un año: necesidad de inversiones de calidad, un exacerbado empuje de la demanda y consiguiente temor por los precios, más allá de controles que se agotan en sí mismos, y alta dependencia del sector externo y de la situación de precios internacionales para sostener en el tiempo los superávits fiscal y comercial que lo sustentan. Si se comienza el análisis por el campo, otra vez la disminución de oferta de carne vacuna y las restricciones a las exportaciones y a la faena parecen manotazos de ahogado, arrojados por el Gobierno para pasar la Navidad en paz, al igual que a fines de 2005.
El precio del maíz -insumo básico para el engorde de novillitos y terneras, porcinos y pollos, en el caso de los sustitutos- vuela y paulatinamente fue convirtiendo en poco viable a la producción ganadera. La suba del maíz, es acompañada por el alza en los otros granos como trigo, girasol y soja. Con este esquema, y con rendimientos más jugosos en la producción agrícola, la liquidación de rodeos está a la vuelta de la esquina y en un par de años no deberá sorprender que la Argentina tenga que importar carne vacuna y/o leche para satisfacer su consumo doméstico.
El absurdo de “Vacalandia”. Esta visión cortoplacista de la administración se traslada al resto de los agentes económicos. Si el gobierno no traza objetivos de mediano y largo plazo, lo más probable es que el resto de la economía tampoco lo haga. De allí, que la inversión en bienes de capital resulte exigua respecto de la proyección de la economía. La inversión total resultará de unos 23 puntos del PBI, en el 2006.
Pero de ella, 2/3 partes corresponden a la construcción de viviendas, hecho que permite desnudar otra de las causas de la singular miopía que afecta el futuro crecimiento. El modelo, contrariamente a lo que se especulaba en las febriles mentes devaluatorias de 2001/02, no logró superar los escollos existentes derivados del estallido de la crisis. Tampoco pudo superar el escollo de la confiscación de depósitos y el trauma de la pesificación, aún pendientes de resolución en el más Alto Tribunal del país.
En este contexto, el ahorro producido en los últimos cinco años, en lugar de ir a los bancos para que financien inversiones productivas se canalizó hacia los bienes durables, libres de toda tentación confiscatoria y con un importantes tasas de retorno de capital. De allí, que los precios de las viviendas muestren alzas impresionantes.
El tercio restante de las inversiones realizadas se asentó sobre la base a los saldos de los balances de las empresas y apenas sirve para realizar la lógica reposición del capital existente. Es decir, en términos más llanos, lo que se invierte sirve para mantener la misma capacidad de producción. Sin la posibilidad de aumentar los niveles de inversión productiva que lleven a un incremento de la oferta agregada, va a ser muy difícil que la inflación desaparezca, como se imagina y se sueña en los despachos oficiales.
Más aún, con los actuales niveles de inversión, que exacerban el consumo y la demanda agregada y aumenta la emisión monetaria, la tasa de inflación tenderá a acelerarse inexorablemente.
Este aspecto permite aproximar el análisis a otros dos obstáculos que el modelo no puede superar: el deterioro fiscal y la fragmentación social. Como un canto de sirena, se replica una y otra vez el crecimiento de la recaudación y los saldos primarios fiscales. Sin embargo, poco se repara en cómo se llega a esos guarismos. En el caso de los ingresos, los principales aportes vienen de la mano del comercio exterior. Un excepcional ciclo alcista de precios de los commodities exportables le permite recaudar ingresos extraordinarios y sustentar el saldo primario.
Desde el punto de vista estratégico, resulta peligroso. ¿Qué pasará cuando el ciclo de precios se revierta? Del lado de las importaciones, otro tanto: crecen los ingresos por IVA aduaneros, merced a la mayor cantidad de bienes finales nacionalizados, debido al fuerte deterioro del tipo de cambio real por el efecto inflacionario. Así como aumentan los ingresos, también se incrementan los gastos.
El alza en la recaudación, aumenta los recursos coparticipables para las provincias y la suba de la inflación potencia de manera despiadada la deuda pública, tornándola en una factura de difícil pago. En el costado social, con la inflación reprimida, aunque galopando a paso firme, la discusión por los incrementos salariales vuelve a sacudir las rigideces del modelo. Otro obstáculo insalvable en este esquema parece ser la vuelta de los sectores más duros de los piqueteros a las calles.
Obreros y empleados que tributan el Impuesto a las Ganancias, cuando no Bienes Personales, no parece algo favorable a los sectores de recursos medios.
A la hora del balance, el modelo “K” muestra claros síntomas de agotamiento y de aquí a las elecciones todo depende del factor externo.
El espejismo deja paso a las ruinas, igual que en el sueño circular borgiano. (DyN)

 

   
   
 
 
 
Diario Río Negro.
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