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Martes 02 de Enero de 2007
 
 
 
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  LA JUSTICIA NEUQUINA BAJO LA LUPA
  EL AÑO EN QUE EL TRIBUNAL SUPERIOR FUE UN CAMPO DE BATALLA
UNA DESCRIPCION BRUTAL CON TODA LA INTIMIDAD DEL FUNCIONAMIENTO DEL PODER JUDICIAL NEUQUINO. ASI SE PRESENTA ESTE PANORAMA QUE FUE SEGUIDO DIA A DIA, DURANTE TODO EL 2006, CON RIGOR PERIODISTICO. PARA ENTENDER COMO SE JUZGA.
 
 

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“No quiero quilombos en lo que resta del año. Que haya paz social”.
A mediados de 2006, Jorge Sobisch reunió a los cinco vocales del Tribunal Superior de Justicia para trasmitirles su deseo. Necesitaba mostrar una provincia ordenada para poder dedicarse a su aventura nacional, también conocida por el apodo de candidatura presidencial 2007. Los cinco lo escucharon y comprendieron la orden. Son conscientes de que a él le deben el disfrute de las mieles de un puesto que no ganaron por sus conocimientos académicos sino por su disposición indoblegable para responder a la voz del mandatario.
Pero si uno invita a cinco barrabravas a vivir en el barrio con el objetivo de amedrentar a los vecinos y demostrar quién manda, no tiene derecho a sorprenderse si un día se parten una botella en la cabeza entre ellos. Y eso fue lo que pasó en el segundo semestre del año. De paz social, ni hablar.
Para la época de esa reunión, Sobisch creía tener motivos para estar tranquilo. Lo peor ya estaba hecho y si bien había pagado un costo altísimo, apostaba a la memoria cortoplacista de la sociedad para dejarlo atrás lo más rápidamente posible.
Ya se había sacado de encima a Ricardo Mendaña, un fiscal molesto, símbolo de la persecución de los casos de corrupción. Es cierto, no fue una operación rápida y silenciosa como hubiera querido sino un linchamiento institucional que consumió un largo año, o un pelotón de fusilamiento como lo bautizó el diputado radical Marcelo Inaudi. Pero el objetivo había sido cumplido: Mendaña era historia, y el mensaje hacia quienes osaran imitarlo había sido difundido con garantía de llegada.
Por otro lado ya estaban clausuradas o en vías de clausurarse las históricas causas abiertas justamente en la “era Mendaña”: presuntos enriquecimientos ilícitos y hechos de corrupción en diversos estamentos del Estado. Sólo quedaba en pie un expediente digno de preocupación, Temux, pero llegará el momento de ocuparse de ese asunto.
Y ya estaba prácticamente completo el proceso de copamiento del Poder Judicial con magistrados en su mayoría insospechados de causarle un dolor de cabeza. Alguna vez merecerá salir a la luz el rol que tuvieron el ex ministro Luis Manganaro y el sobrino-secretario Rodrigo Salvadó en el proceso de selección y filtración de los elegidos para ocupar puestos claves.
Pero otras tormentas se moldeaban bajo la aparente paz social. Desaparecido el enemigo en común, cumplida la tarea encomendada, la alianza entre los cinco se rompió por diferencias personales, políticas, ideológicas y de otra naturaleza. Hoy, un policía custodia sus oficinas. No los protege de otros, sino de ellos mismos: uno de los vocales fue visto entrar armado al edificio, y otro que lo conoce bastante quiere llenar el palacio de cámaras de seguridad porque teme que todo termine a los balazos.

TRAICIONES Y DIVORCIOS
“Si tocan a mi gente van a tener guerra”. La amenaza de Roberto Fernández tronó en el coqueto salón de acuerdos del Tribunal Superior de Justicia. Fue en la época en que los otros cuatro decidieron meter mano en la Auditoría General, un engendro de su creación que los demás vieron como una amenaza. “Tiene tanto poder que es un Tribunal paralelo”, advirtió Ricardo Kohon, uno de los líderes de la embestida que terminó desalojando del cargo a Ana Claudia Parodi, mano derecha de Fernández.
Fernández había descubierto a Parodi durante el jurado de enjuiciamiento contra Mendaña. El ex fiscal presentó un recurso de amparo que recayó en el juzgado laboral de Parodi y tenía enormes expectativas de que saliera a su favor, pero sorpresivamente le resultó en contra. Poco más de un año después, Parodi saltó a la Auditoría General, un organismo a través del cual Fernández pensaba prolongar su poder aunque fracasara -como fracasó- su intento de reelegirse indefinidamente en la presidencia del Tribunal Superior de Justicia. (Desde la Auditoría se puede controlar a todos los organismos judiciales de la provincia, premiarlos o castigarlos).
Cuando quedó en inferioridad numérica en el Tribunal, Fernández lo tomó como una traición. No de Sommariva, del que nunca esperó lealtad, ni de Badano, porque sabe que sólo piensa en su propio beneficio. Entre ellos impera, además, un recíproco desprecio. Su enojo profundo fue con Ricardo Kohon, al que asegura que recomendó personalmente a Sobisch para que lo eligiera, y con Felipe Cía, al que instaló en la presidencia porque podía manejarlo a su antojo. Pero Cía se fue alejando, y dicen que tuvo su importancia un episodio doméstico: la mujeres de ambos son muy amigas; cuando Fernández se separó de su pareja en no muy buenos términos, entre las dos convencieron a Cía de que le convenía huir de su influencia y así fue que se recostó sobre Kohon.
Aun debilitado, Fernández no pensaba tolerar de brazos cruzados que le corrieran a Parodi de la Auditoría y, en consecuencia, lo dejaran sin ese arma en las manos.
“Dicen que yo saqué de su lugar a mucha gente, pero a todos les dí un entierro de lujo. Ninguno puede quejarse, ninguno está peor que antes”, argumentó Fernández ante los otros cuatro, que pretendían enviar a Parodi a un inofensivo cuerpo de agentes judiciales móviles.
La guerra se volvió sucia. Un correo electrónico anónimo ventiló supuestos romances, y por correo tradicional circuló una pericia psicológica que años atrás le hicieron a Felipe Cía.
¿Quién disparó la primera bala? Kohon siente que Fernández inició las hostilidades cuando envió a Parodi a hacer una Auditoría en la defensoría del Niño que comanda Nara Osés, sólo para dejar constancia de que la defensora tenía razón en quejarse del exceso de trabajo. Así dejó desairados a los juzgados de Familia, a los que considera propios, y torpedeó el incipiente proyecto de tercerizar las defensorías.
La crisis en la defensoría del Niño comenzó con un fallo del camarista Federico Gigena Basombrío, antes señor del fuero civil y hoy acorralado por Kohon y por alguien, dicen, más poderoso aún: el también camarista civil Fernando Ghisini, ex asesor de Manganaro, al que algunos llaman “el sexto vocal” por la influencia que ejerce sobre el Tribunal.
La bomba que Gigena Basombrío arrojó sobre Nara Osés con forma de sentencia tuvo efectos curiosos: Fernández, que había acompañado en 2004 el intento de Manganaro por pulverizar a la defensoría, se convirtió en el principal aliado de la funcionaria atacada.
Con la batalla comenzada, se produjo la escaramuza de Junín de los Andes: la Auditora se metió a husmear en los juzgados de esa ciudad, que son territorio de Kohon, y amenazó con un informe tremebundo sobre supuestas irregularidades.
Kohon y Cía viajaron de urgencia a Junín para hacer una contra-auditoría, y en el viaje decidieron terminar de una vez con Parodi, que era una forma de recortar el poder de Fernández.
Siguiendo el estilo inaugurado con Mendaña (aunque los casos son harto disímiles) no fueron sigilosos. Hasta le allanaron la casa un sábado a la tarde, tarea para la cual se prestaron un fiscal que inició la investigación de oficio, Pablo Vignaroli, y un juez que firmó la orden, Cristian Piana, todo con inusitada rapidez.
El escarmiento que pretendieron darle se les volvió en contra: Parodi se convirtió ante los ojos de la sociedad en una víctima, y más que eso, en una adalid de la lucha contra la corrupción interna del Poder Judicial.
El escándalo creció peligrosamente mientras se acercaba la fecha de la interna del Movimiento Popular Neuquino. Hasta el obispo les mandó una carta a los vocales pidiendo explicaciones. Sea por el peso que tuvo el reproche implícito en la misiva de Marcelo Melani, sea porque la elección era inminente, de pronto las rencillas desaparecieron. Fernández sufrió una oportuna fractura de muñeca, se tomó una licencia de 30 días y el tema desapareció de los titulares.
Sobre el devastado territorio de la batalla, cada cual hizo su lectura. Los cuatro -Cía, Kohon, Badano y Sommariva- demostraron que Fernández no es invencible; y Fernández dejó claro que, si se lo propone, puede arrastrarlos a todos al barro del escándalo público.

EL PACTO
“Yo creo que nos van a echar a todos a la mierda”. Uno de los vocales habló con “Río Negro” sobre el futuro que imagina. Pareció sincero cuando pronunció esa frase, aunque la acompañó con una sonrisa. Como si pensara que eso es lo que debería suceder, y la idea lo divirtiera.
Hay versiones de un juramento que los cinco hicieron al asumir: quedarse por lo menos hasta 2011. Esto es, durante todo el mandato del próximo gobernador. Se habla de cubrirles las espaldas a los que se van, y de que a cambio recibirán el reclamado aumento de 4 puntos en la coparticipación, con lo cual el presupuesto del Poder Judicial neuquino será uno de los más altos del país.
Pero el cumplimiento de este pacto, si es que existe, dependerá en buena parte del porcentaje de votos que obtenga el hombre que asumirá el 10 de diciembre de 2007.
Dos de los vocales están en condiciones de jubilarse: Jorge Sommariva y Roberto Fernández. El primero eligió el perfil bajo, pero no puede olvidarse que fue el presidente del TSJ al comienzo de la transformación (año 2004), y que su voto es uno de los que se utilizó para echar a Mendaña. El otro, Fernández, soñaba con un ministerio en un hipotético gobierno de Pedro Salvatori. El sueño de hizo añicos, su rostro es el rostro de los desaguisados cometidos por este Tribunal.
El próximo gobernador necesitará cambiar este Tribunal. Por una cuestión de supervivencia (le será difícil gobernar con cinco vocales designados por Sobisch) y de imagen ante la sociedad. Podrá hacerlo a un costo relativamente bajo (¿quién saldría a defender a los vocales?) y le dará grandes beneficios.
Si será maquillaje, o el comienzo de un cambio profundo, lo dirá el tiempo.

 

   

POR GUILLERMO BERTO
gberto@rionegro.com.ar

   
 
 
 
Diario Río Negro.
Provincias de Río Negro y Neuquén, Patagonia, Argentina. Es una publicación de Editorial Rio Negro SA.
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