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Martes 02 de Enero de 2007
 
 
 
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  LA ARGENTINA Y SUS CIRCUNSTANCIAS
LOS PAISES EMERGENTES DISFRUTAN DE POR LO MENOS UN AÑO MAS DE BONANZA; ESTO NO QUIERE DECIR QUE LA ARGENTINA DE FINES DEL 2007 SEA IDENTICA AL PAIS QUE SE PREVIO DOCE MESES ANTES.
 
 

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POR JAMES NEILSON

Como suele suceder toda vez que la Argentina está disfrutando de una etapa signada por buenos índices económicos y la sensación de estabilidad política que se difunde cuando el presidente de turno parece hegemónico, la mayoría mira hacia el futuro con cierto optimismo. Se supone que, siempre y cuando siga colaborando el resto del mundo, el 2007 no debería depararnos demasiadas sorpresas. Y en efecto, es razonable prever que en los doce meses próximos la economía siga creciendo a un ritmo más que respetable - aunque sea levemente inferior al registrado en los anteriores en que, para asombro de muchos, recuperó lo perdido a comienzos del milenio-, que el presidente Néstor Kirchner o su esposa triunfen con relativa comodidad en las elecciones de octubre y que las protestas sociales sean un tanto más virulentas que antes pero que así y todo no provoquen trastornos demasiado graves.
  El panorama frente al país, pues, parece benigno, pero sucede que la historia no es lineal en ninguna parte de suerte que es preciso tomar en cuenta la posibilidad de que el 2007 no resulte ser tan tranquilo como es legítimo esperar. En una ocasión se le preguntó al ex primer ministro británico Harold Macmillan las razones por las que después de un comienzo promisorio su gobierno se había hundido en dificultades. Su respuesta, “events, dear boy, events”, o sea, “los acontecimientos imprevistos, mi querido”, aún es citada a menudo por los politicólogos cuando advierten contra la propensión universal a dar por descontado que las tendencias actuales se prolongarán indefinidamente.
  Entre tales acontecimientos podría estar una guerra en el Medio Oriente provocada por las ambiciones nucleares de Irán que desatara una convulsión económica mundial a causa de su impacto inmediato en el suministro de petróleo o, lo que sería menos catastrófico pero que también tendría consecuencias desagradables, una crisis financiera desatada por los problemas fiscales de Estados Unidos, país cuyos habitantes se han acostumbrado a gastar mucho más de lo que realmente tienen. Asimismo, no hay ninguna garantía de que la expansión vertiginosa de China continúe sin que se produzcan barquinazos que nos perjudiquen. El sector más vulnerable es el bancario que, según algunos especialistas, podría desplomarse en cualquier momento. Aunque el “nuevo paradigma” creado por la incorporación de China y la India al capitalismo globalizado parece destinado a consolidarse, antes de que esto ocurra ambos gigantes tendrán que superar una serie de pruebas sociopolíticas muy difíciles.
  Puesto que el crecimiento impresionante registrado en los años últimos por la Argentina se ha debido en buena medida a una coyuntura internacional muy pero muy favorable, el país no podría sino verse afectado si en el 2007 la economía internacional experimentara uno de los periódicos retrocesos que suelen efectuarse sin que nadie los haya previsto. Asimismo, no es descartable que se produzcan conflictos internos en países vecinos como Bolivia que obligaran al gobierno del presidente Kirchner a revisar su estrategia energética - mejor dicho, su falta de una -, mientras que de agravarse todavía más el enfrentamiento con Uruguay por las papeleras, el Mercosur se precipitaría en una crisis de la que le sería muy difícil salir intacto.
  Aunque la noción de un choque armado entre los dos países pertenece al ámbito de la ciencia ficción, los uruguayos tienen motivos para temer que se produzcan atentados, de ahí la “militarización” de las instalaciones de Botnia en Fray Bentos. Pocos creen que los gobernantes de los dos países rioplatenses, ayudados por “facilitadores” de España, la Iglesia Católica o, tal vez, la ONU, logren resolver este embrollo antes de la llegada del 2008.
  De todas formas, incluso si, como vaticinan el FMI y otras organizaciones ortodoxas, los países emergentes disfrutan de por lo menos un año más de bonanza, esto no quiere decir que la Argentina de fines del 2007 sea idéntica al país que se previó doce meses antes. Aunque Kirchner parece tener la reelección asegurada, en algunas provincias podrían perder sus candidatos preferidos, lo que, tal y como sucedió con aquel referéndum en Misiones, le enseñaría que dista de ser el amo y señor del país y que por lo tanto le convendría aceptar que su poder es limitado. Y en el caso de que el presidente decidiera que sería mejor que su esposa Cristina lo relevara para permitirle volver en triunfo cuatro años más tarde, podría aguardarle una sorpresa muy ingrata ya que la primera dama sería francamente mala como candidata: sus índices de popularidad suben cuando no aparece en público pero bajan toda vez que emprende una campaña a favor de alguna que otra causa.
  Los aspirantes a suceder a Kirchner en la Casa Rosada -Mauricio Macri, Elisa Carrió y, es de suponer, Roberto Lavagna- esperan que se le ocurra postular a su mujer. Creen que por lo menos les brindaría una oportunidad para advertirle al país acerca de lo nefasto que es el nepotismo y lo absurdo que sería permitir que un matrimonio actúe como si la Argentina sólo fuera una versión agrandada de una provincia de tradiciones feudales. Puede que los integrantes del entorno presidencial no hablen en serio cuando afirman que el jefe no buscará la reelección, pero las conjeturas en tal sentido siguen alentando a quienes sueñan con una alternativa al kirchnerismo.
  Otro motivo de incertidumbre está brindado por la provincia de Buenos Aires. De presentarse el vicepresidente Daniel Scioli a pesar de los obstáculos constitucionales por encima de los cuales tendría que saltar, sería con toda seguridad el favorito para ganar ya que además de su buena imagen contaría con la ayuda de buena parte de la maquinaria peronista, pero de intensificarse la sensación de inseguridad en el conurbano se potenciarían la eventual candidatura de Macri o, tal vez, del cruzado anticrimen Juan Carlos Blumberg. Por supuesto, Macri y sus aliados podrían llegar a la conclusión de que les convendría que Scioli, que es tan “centroderechista” como ellos mismos, se encargara de la provincia de Buenos Aires, lo que les permitiría concentrarse en la Capital Federal con el propósito de ensamblar más tarde un frente informal que sería lo suficientemente poderoso como para jaquear a la “centroizquierda” kirchnerista en los años siguientes.
  Por ahora cuando menos, las perspectivas ante los aspirantes a representar el progresismo no kirchnerista, Lavagna y Carrió, no parecen demasiado prometedoras. Podrían quitar votos de otros candidatos, pero no los suficientes como para permitirles forzar el ballottage en las elecciones presidenciales para después triunfar unificando una oposición dispersa. Tanto en la parte izquierda del espectro político como en la derecha, no se ve ningún dirigente que posea el carisma necesario para dominarla hasta tal punto que sus rivales se encolumnen detrás de sus banderas, motivo por el que parece tener el camino despejado Kirchner que cuenta con la ventaja de encarnar la estabilidad en un país en que por buenos motivos la mayoría teme a la anarquía.
  Andando el tiempo, cuando los riesgos que supondría un cambio de gobierno parezcan menores, la voluntad generalizada de conformarse con el statu quo se debilitará. También terminará agotándose un “modelo” económico que depende casi por completo de la coyuntura internacional y el aprovechamiento de las inversiones que se hicieron en los años noventa, pero que, como confesó la ministra de Economía, Felisa Miceli, tendría que invertir mucho más para que el crecimiento rápido se perpetuara.
 Con todo, no es probable que una combinación de cansancio político y desaceleración económica atribuible en parte a la hostilidad provocada entre el empresariado nacional e internacional por la conducta de Kirchner y personajes como Guillermo Moreno ocasione sorpresas en el 2007 aunque, claro está, nunca convendría olvidar que aquellos acontecimientos imprevistos de que habló Macmillan podrían arreglarse para desvirtuar los vaticinios más realistas. 

 

   
   
 
 
 
Diario Río Negro.
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