María Cristina Vega
Artista plástica
Neuquén
Alguien dijo alguna vez que el secreto del arte consiste en materializar lo espiritual hasta hacerlo palpable y espiritulalizar lo material hasta hacerlo invisible.
¡Felicidades!
Tomás Buch
Fisicoquímico, consultor de Invap, autor de dos libros de fundamentación de la educación tecnológica
Los fines de año suelen ser un momento de esperanzas injustificadas que sólo expresan frustraciones personales. O deseos. Los deseos no implican que se crea que se vayan a cumplir. He aquí los míos, aunque sé que no se cumplirá ninguno.
Quisiera un mundo con menos codicia y más solidaridad; con menos desnutridos y menos obesos; con más respeto por la naturaleza y menos avidez por destruir la Tierra en pos del beneficio económico; con menos impunidad para los criminales poderosos; un mundo donde el sistema deje de fomentar la destrucción de lo que aún es humano en nosotros mediante la promoción sistémica del egoísmo. Donde no haya billonarios e indigentes; donde los alimentos -que no faltan- lleguen a los hambrientos y no se quemen en los motores; y donde los principales rubros del comercio internacional no sean las armas, las drogas y las personas. Lo triste es que, si mis deseos no se cumplen pronto, ya no habrá quien tenga deseo alguno
Creo que el arte desde la niñez es generador de cambio, es eje humanizador; digo: música - teatro - danza - cine - video - artes visuales en general. Con necesidades básicas resueltas, con calidad de educación.
Por eso para el 2010, para lograr igualdad de oportunidades, inclusión, desarrollo armónico, deberíamos contar con políticas culturales barriales efectivas llevadas a cabo a través de colectivos de la cultura, de la discusión y participación con un presupuesto real destinado. Pienso que a partir de estos ejes enunciados tendríamos resultados positivos para niñas/niños, adolescentes, en la construcción de su futuro. Para ello es fundamental que el amor y la solidaridad estén presentes como elementos de transformación.
Puede sonar como una utopía, pero hay cambios posibles de realizar. Pienso que éste es uno de ellos
Stella Provecho
Artista plástica neuquina
Antes que los demás, y para su sorpresa, con la copa en alto, se levantó uno de los más jóvenes. Dijo: ´Brindo para que cada uno diga con fuerza qué le ofrece a la vida en este tiempo en el que hemos convenido que todo recomienza´?
´Les ayudo -agregó-. Pueden pensar en sí mismos, en su familia, pero no dejen de hacerlo en su comunidad? Sería próspero imaginar qué hacer para aceptar nuestras diferencias y feliz acompañarnos crecer en los momentos duros´...
La abuela sonrió recordando una charla casual, cuando aprendió que existe la fidelidad de la vida
Nara Osés
Defensora del Niño y el Adolescente de Neuquén
Pidamos al Niño Dios que nos congrega en cada Navidad que juntos amasemos, comprometamos y concretemos nuestros esfuerzos para lograr un nuevo nunca más: el nunca más ´un pibe menos´.
Niños y jóvenes se nos mueren de hambre y de calle y de soledad y de dejadez por decenas cada amanecer... El hambre y la falta de educación o la imposibilidad de acceder a ella o la discontinuidad con la que se imparte son un crimen. Hay que detenerlos. Sí o sí. Porque la infancia es la gran oportunidad de la sociedad para mejorarse a sí misma. Porque la infancia es el terreno más fértil para sembrar inteligencia, trabajo, creatividad, justicia y democracia. Porque en nuestro país no faltan ni alimentos, ni platos, ni madres, ni médicos, ni maestros; faltan la voluntad política, la imaginación institucional, la comprensión cultural y las ganas de construir una sociedad de semejantes que asegure a nuestros hijos las oportunidades vitales para que puedan crecer con dignidad. Porque un país que mutila a sus niños y no cobija y protege a sus jóvenes es un país que se condena a sí mismo. Porque la infancia es el principal recurso natural no renovable de nuestro país. Porque sin una infancia sana, amada y entera es impensable una Argentina mejor.
Deseo para todos los años por venir: ´nunca más un pibe menos´
María Luz Martiarena
Doctora en Física, investigadora independiente del Conicet
Tomás Watkins
Escritor neuquino, autor de "26" (El Suri Porfiado, Buenos Aires, 2007)
Tengo la impresión de que la sociedad deambula entre un peligroso individualismo y el intento por conservar eso que damos en llamar esperanza. Presa de la manipulación de la información y de todo, la gente se acostumbra a vivir incómoda, más o menos consciente de este ser arrojado al mundo; muchos entienden que todo pasa por alcanzar la salud material dentro del orden del sálvese quien pueda.
Emil Cioran se refirió certero al patetismo del hombre por creer en valores morales como si fueran cifras absolutas. A pesar de que mi pensamiento es cercano al del filósofo rumano, insisto en la recuperación de lo que en nuestro tiempo importa, aquello que suele obviarse por cotidiano o poco presuntuoso: los afectos, el regocijo del arte. Allí deposito la esperanza que alguna vez, de chico, acuñé
Un año donde los sueños se hagan presentes para no perder la oportunidad de cumplirlos. Uno de mis sueños, al cual los invito a sumarse, es dejar huella y cambiar la realidad, construyendo en el día a día una ciudadanía plena que crea firmemente en la equiparación de oportunidades y haga posible que se derriben las barreras que hacen que veamos la diferencia como una amenaza. Valorar el trabajo de cada una de las organizaciones y personas que luchan día a día por la reivindicación de los derechos de las personas con discapacidad y sobre todo de ellas mismas, que en lo cotidiano nos demuestran que vale la pena seguir construyendo el camino hacia una mejor calidad de vida. Ya dijo Mario Benedetti: "...cómo voy a creer dijo el fulano que el mundo se quedó sin utopías, como voy a creer que la esperanza es un olvido o que el placer una tristeza, cómo voy a creer que el horizonte es la frontera que el mar es nadie que la noche es nada, cómo voy a creer que la utopía ya no existe"? Busquemos nuestra utopía y no la perdamos de vista
Bibiana Misischia
Referente de la organización Invisibles de San Carlos de Bariloche