Si se cumplen las profecías climáticas, Papá Noel acabará en bermudas. Si se hacen realidad los pronósticos más pesimistas sobre el cambio climático en el extremo norte de Europa, Papá Noel tendrá que ponerse pantalones cortos para trasladarse en un trineo tirado por camellos.
Como cada año, al final del otoño, todos los habitantes de Rovaniemi, en la Laponia finlandesa, escrutan el cielo con la esperanza de que anuncie un invierno cubierto de blanco.
PREOCUPACIÓN
"Todo el sector del turismo está preocupado", confiesa Jarmo Kariniemi, propietario de la Oficina de Santa Claus de Rovaniemi, ciudad que recibe anualmente a unos 340.000 visitantes llegados con la ilusión de ver a Papá Noel.
Entrado diciembre, esta vez el manto de nieve es de 20 centímetros de espesor, lo justo para lanzar motonieves y trineos pero insuficiente para helar los ríos y los lagos, que sirven de terreno de juego en invierno.