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Sábado 22 de Diciembre de 2007
 
 
 
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  Luchemos por una vida fecunda

La voz de las Diócesis del Alto Valle, Comodoro Rivadavia, Neuquén, Río Gallegos, Bariloche y Viedma."Celebrar Navidad es aceptar el desafío de seguir trabajando a favor de una vida nueva", recuerdan.

 
 

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Queridos hermanos y hermanas:

Les escribimos esta carta desde el corazón del Adviento y desde una mirada respetuosa y filial a todo lo que Dios nos ha regalado a lo largo de este año.

1. Hemos sido testigos de su paso en cada una de las muchas experiencias compartidas que nos han permitido conocernos más, comprendernos y ayudarnos. Momentos difíciles en los reclamos sociales, marcados por la muerte, las agresiones y las injusticias. Momentos de expectativa y esperanza vividos como Iglesia en la Conferencia Latinoamericana de Aparecida. Momentos de incertidumbre y compromiso en las elecciones. Momentos de emoción y alegría en la beatificación de Ceferino Namuncurá. Momentos de silencio, de sacrificio y de trabajo en lo cotidiano de cada día.

Por eso, queremos llegar a todos y a cada uno, con el deseo de una Navidad portadora de la vida nueva que nos trae Jesús, que vino al mundo para salvar y dar sentido a nuestras vidas y que hoy lo descubrimos presente en nuestro caminar por la Patagonia.

2. "No tengan miedo, porque les traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo: Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor. Y esto les servirá de señal: encontrarán a un niño recién nacido envuelto en pañales y acostado en un pesebre" (Lc 2, 12-13).

Es en Belén, la ciudad de David, donde ocurre el suceso esperado por los siglos que desencadenará a la vez la expansión ecuménica de la salvación. Este nacimiento ya manifiesta los caminos de Dios tan distintos a los nuestros: Jesús es el Salvador, el Mesías, el Señor (cf. Lc 2,11), y sin embargo su nacimiento se produce en la humildad y en la pobreza.

Los primeros a los que se revela esta buena noticia son los pastores, mal vistos en Israel porque vivían al margen de la comunidad practicante. Son representantes de los pobres y sencillos, que serán también los privilegiados a quienes Jesús dirigirá su palabra (cf. Lc 4,18). Los ángeles dan a los pastores una Buena Noticia que no es sólo para ellos sino para "todo el pueblo".

3. "Un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado" (Is 9,5).

Vamos a celebrar un nacimiento, la llegada de un niño, la aparición de una vida. Para nosotros, Navidad es la fiesta de la vida que nace: más aún, en Jesús la vida nace divina, nace fraterna, nace salvadora. Nace inocente, nace niño, nace pobre.

Es la manifestación de la bondad de Dios en la vida del hombre y a favor de toda la vida humana. Es presencia salvadora. Es compromiso de Dios con la historia de su pueblo. Es presencia del mismo Cristo resucitado que se reúne en la mesa con los suyos. Es saber que con Él todo es posible.

4. Hoy también Jesús quiere venir para alegrar a los pobres. Sabe que somos un pueblo humilde, que hay muchos que no tienen el pan suficiente, ni el trabajo o un techo dignos. A éstos es a quienes el Señor quiere hacerles contemplar la luz de su gloria. El niño "envuelto en

pañales y acostado en un pesebre" (Lc 2,12) y la Madre Virgen que se reconoce a sí misma como "la pequeña servidora de Dios" (cf. Lc 1,48) a la que, sin embargo, su pobreza no le impide amar a su hijo, cuidarlo y amamantarlo (cf. Lc 11,27) simbolizan cada casa donde también hay pobreza, falta de pan, de perspectivas, pero con todo, hay vida nueva, hay hijos que son la riqueza del hogar y la esperanza de sus padres.

El evangelio muestra a los pobres como los privilegiados de Jesús; por eso la Iglesia desde el principio de su historia hace una opción preferencial por ellos y cree que la pobreza es el mejor camino de la imitación del Hijo de Dios, que siendo rico se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza (cf. 2 Cor 8,9). Pobreza que nos hace tener un corazón despojado, capaz de ser sensible a la presencia de los demás y capaz de luchar contra la pobreza estructural generadora de indignidad e inhumanidad.

Por eso una hermosa manera de celebrar la Navidad es compartir el pan y la alegría con los más necesitados y allí, en ese misterioso sagrario aprender poco a poco a reconocer el rostro siempre nuevo de Jesús.

5. Con Jesús podemos reiniciar siempre el camino de la transformación de nuestra Iglesia y de nuestra sociedad, porque "Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo aquel que cree en Él no muera, sino que tenga Vida eterna" (Jn 3, 16), su misma vida.

Celebrar Navidad es aceptar el desafío de seguir trabajando a favor de una vida nueva, que tenga equilibrio, solidaridad, justicia y equidad. Una vida que nos ayude a convivir como hermanos. Una vida donde podamos ser responsables y protagonistas, superando todo tipo de peleas y divisiones. Una vida donde el abrazo sea más razonable que el insulto y el atropello. Una vida en la que podamos tomar opciones y propiciar el respeto, la inclusión, la reconciliación, la libertad.

Y para poder lograr esto, debemos contemplar a Jesús que nace justamente en la periferia de Belén, lejos de los muros de Jerusalén, la gran ciudad. Viene para "habitar la historia", no desde las posiciones del poder, sino desde la marginalidad; no con la fuerza, sino con la debilidad; no con la paz de las armas, sino con las armas de la paz y de la mansedumbre, propias de un amor tan grande.

El camino que la Navidad nos invita a recorrer para encontrarnos con el hermano, tiene que ser hecho con la pedagogía de Dios "que ama la vida" (Sab 11,26): pedagogía de humildad, de pobreza, de sencillez, de ternura.

6. Una vez más nos vuelven hoy al corazón las actitudes y las palabras de Ceferino Namuncurá, que supo soñar con darse a sí mismo. Y como amaba la vida, esto no lo podía guardar. Cuando era niño ya había sentido en su corazón el deseo de jugarse por los demás: "papá, me duelen los sufrimientos de nuestro pueblo, quiero hacer algo. Quiero estudiar para ser útil a mi gente".

Ceferino quiso que su vida fuera "útil". Hoy descubrimos que su vida es profundamente fecunda para su gente y para todos nosotros.

Ésta es la propuesta que queremos hacerles en este tiempo fuerte de la Navidad. Todos podemos ser fecundos y útiles para los demás. Todos tenemos algo para aportar. Cada uno a su manera y a su modo, con sus capacidades y límites.

Tener una vida fecunda es tener siempre los ojos bien abiertos, buscar el significado de las cosas, preguntarnos por qué ha sucedido esto o aquello, interesarnos por lo que oscurece el horizonte y no nos deja ver al hermano que está a nuestro lado.

Tener una vida fecunda es valorar lo cotidiano como el lugar donde se realizan los grandes ideales, en las pequeñas cosas de cada día. Es vivir con un gran amor a la familia y a la tierra.

Tener una vida fecunda es mirar con ojos limpios todo lo que está sucediendo en nuestro país y en la Iglesia. Es mirar sin prejuicios, sin dobles intenciones, sin intereses previos. Es mirar serenamente, sin "enceguecernos" con esas discusiones donde es más fuerte la pasión que el amor a la verdad. Bastaría una pequeña cuota de bondad para que se tranquilice una familia, para que se serene una comunidad. Basta una cuota de lucidez para comprender la particular y compleja realidad de nuestras Provincias.

Tener una vida fecunda es lograr un necesario y cotidiano silencio interior que nos facilite rezar, hablar con recogimiento y profundidad con el Dios de la Vida.

7. Celebremos y festejemos Navidad renovando nuestra fe en el pequeño niño-Dios que vino a salvarnos, que vino a darnos la posibilidad de soñar y construir la civilización del amor en nuestra querida tierra de la Patagonia.

María, nuestra Madre, quien en Belén presentó a su Hijo como Salvador de la humanidad, nos enseñe a valorar, respetar y defender la vida e interceda por nosotros para que aceptemos en nuestro corazón y en nuestras familias la gracia de Navidad.

Rezamos por ustedes. Recen por nosotros.

* Virginio D. Bressanelli, Obispo de Comodoro Rivadavia.

* Esteban M. Laxague, Obispo de Viedma.

* Fernando C. Maletti, Obispo de San Carlos de Bariloche.

* Marcelo A. Melani, Obispo de Neuquén.

* Néstor H. Navarro, Obispo del Alto Valle del Río Negro.

* Juan C. Romanín, Obispo de Río Gallegos.

Diciembre de 2007

 

   
   
 
 
 
Diario Río Negro.
Provincias de Río Negro y Neuquén, Patagonia, Argentina. Es una publicación de Editorial Rio Negro SA.
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