Cuando una década atrás comenzó a llevar adelante un proyecto innovador para el cultivo de uvas para vinificar, nunca imaginó que esa vinculación con las bodegas lo llevaría con el tiempo a comenzar a recorrer el camino del elaborador de vinos.
Lo que surgió como una tarea de entrecasa, el elaborar vinos caseros para el consumo personal y de amigos, se convirtió en un proyecto sobre el que está trabajando, a pasos lentos, pero avanzando en forma constante.
Ángel Moschini es un productor primario de Ingeniero Huergo que a partir de un proyecto del INTA ingresó en un programa de innovación tecnológica para el cultivo de uvas para vinificar. Pronto se transformó en un referente de la actividad y un consultor de distintas bodegas de la región, entre ellas las que han logrado en los últimos años muy buenos vinos con reconocimiento internacional.
"Yo siempre quise ser un productor primario. Y por una cuestión de buscar un rendimiento económico hace un par de años en pago por la uva entregada una bodega me elaboró vino. A partir de ahí hice la inscripción como elaborador de vino, completé todos los trámites y desde mediados del año pasado salimos al mercado con los vinos Kilómetro 1.120, con varietales Malbec, Merlot y Sauvignon Blanc", comentó Ángel.
En los pasos previos a la incursión como elaborador de vinos de una manera más "industrializada", con su familia y algunos amigos elaboró algunos vinos caseros de los cuales aún guarda algunas botellas.
"Como todo en lo que uno trabaja, se busca que exista un rendimiento económico positivo por lo que se hace. En el 2009, como el precio de la uva era muy bajo, llegamos a un acuerdo con la bodega Pirri, por el cual nosotros le entregábamos nuestra uva y ellos nos elaboraban el vino, lo que se llama maquila. Y con el producto terminado podíamos disponer de la venta a traslado, granel o de la manera que nosotros quisiéramos". comentó el productor de Huergo.
Sin embargo, los bajos rindes en la venta de vino a granel hizo que tomaran la decisión de envasarlo. "Hacía un par de años que hacíamos una cantidad mínima de vino casero o patero, unos 200 o 300 litros para los amigos y la casa. Y los amigos nos impulsaron a buscar un resultado económico y decidimos registrar la marca. Desde que tomamos esa decisión, de agosto de 2009 a mayo del 2010 hicimos todos los trámites burocráticos necesarios y salimos al mercado".
Con la colaboración de amigos y algunas instituciones, como el caso del municipio de Huergo, se comenzó con la difusión de los vinos que hoy se pueden encontrar en comercios del ramo de la región y en algunos hoteles y restaurantes. "Es un camino distinto y muy difícil, y por tener todavía un stock importante con la anterior vendimia no se elaboraron vinos, pero se mantiene el proyecto para las próximas. La cuestión es que por un lado hay que colocar el stock que tenemos en el mercado, que sabemos es un producto bueno, pero al que todavía le hace falta que sea conocido", señaló.
Evalúa la posibilidad de contar con la bodega propia en los próximos años. Por el contacto que mantiene con las bodegas de la región, contaría con el asesoramiento necesario.
"El objetivo es algún día tener la elaboración propia, ahí ya la cosa cambiaría totalmente. Por la ahora la idea es seguir haciendo maquila, el año pasado no se elaboró porque entregamos a una bodega de Neuquén donde obtuvimos un buen precio. Y este año todavía estamos negociando para ver si lo hacemos a maquila en la zona o en otro lado, o bien si se vende la totalidad de la producción", apuntó Moschini.
"Uno avanza en un proyecto buscando obtener rentabilidad por lo que produce. Sumar otro proyecto, también suma más problemas. Es mucho más cómodo terminar la cosecha y olvidarse, pero agregar un paso más en el proceso hace que también el resultado final sea distinto y que uno complete una cadena desde la planta hasta el producto final que se ve en el mercado".