La actividad vitivinícola está profundamente vinculada con el crecimiento de cada una de las poblaciones que tras la Conquista del Desierto se fueron creando a lo largo del río Negro y durante muchos años fue un importante motor en la economía de la región.
Las plantaciones de vides fueron para los colonos, que llegados de Europa iban poblando las distintas ciudades del Alto Valle, Valle Medio y del Valle Inferior, una de las alternativas productivas más rápidas y efectivas al momento de buscar darle rentabilidad a los proyectos de crecimiento que cada uno de ellos traía en sus valijas.
Así, esta provincia llegó a contar con casi 300 bodegas en marcha en poco tiempo elaborando vinos comunes que en aquellas épocas era a lo que se volcaba la importante producción de uvas para vinificar.
Sin embargo, 1930 encontró a los productores vitícolas con un panorama muy desalentador ya que la uva prácticamente no tenía precio y, en consecuencia, los ingresos para las familias eran escasos. Pero, pese a las dificultades, quienes habían apostado a esta producción encontraron la vuelta para salir adelante y de esa forma se fueron conformando en la provincia distintas cooperativas de trabajo que permitieron nuclear a los productores, entregar su producción y seguir elaborando vinos, cambiando de esta manera la rentabilidad final.
Hasta cerca de 1980 la producción de vinos en la región se mantuvo en crecimiento pero nuevamente ese año se produjo otro fuerte golpe para los productores de uvas para vinificar muchos de los cuales optaron por erradicar los montes y volcarse a la producción de frutas como peras y manzanas, mucho más rentables que las uvas por esos años. Tras la desaparición de los viñedos una a una fueron cayendo las bodegas.
Los cambios en los hábitos de consumo fueron otro de los factores que afectaron a las bodegas de la zona que seguían elaborando vinos comunes de mesa mientras los mercados exigían una mayor calidad. Esto también incidió en la desaparición de otro importante número de bodegas que no pudieron adaptarse a las nuevas exigencias.
De las 18.000 hectáreas de viñedos que estaban implantadas en toda la provincia el número se redujo a unas 2.500 aunque, en los últimos años, la tendencia se fue revirtiendo y hoy ya son algo más de 3.000 las hectáreas que se encuentran implantadas con uvas para vinificar y uvas de mesa, en todos los casos con variedades requeridas por los mercados consumidores.
Los cambios fueron rápidamente aceptados por otras bodegas que se han ido transformando en referentes de los vinos de muy buena calidad que se elaboran en nuestra región.
Sin embargo, un dato que no deja de ser llamativo es la apuesta sobre la que han avanzado un importante número de productores vitícolas que ahora no sólo producen uva de calidad que entregan a las bodegas de la región, sino que al mismo tiempo se han transformado en pequeños elaboradores de vinos, también apostando a una buena calidad final del producto.
Así, es posible ver desde el extremo oeste del Alto Valle hasta el Valle Inferior el surgimiento de bodegas que manejan un volumen de producción que oscila entre los cinco mil y los 15 mil litros pero con una fuerte apuesta a la calidad del producto. Muy lejos quedaron las viejas bodegas que contaban por millones de litros su producción anual.
Muchas de estas bodegas comenzaron su trabajo en la última década con un aprovechamiento de las viejas plantaciones de vides, a las que fueron reacondicionando con las variedades más óptimas para la elaboración de vinos y que han demostrado la mejor adaptación a las condiciones territoriales de la Patagonia norte, teniendo en cuenta además los estudios que ha ido desarrollando el INTA en cuanto a las mismas.
La coincidencia es plena en este sentido, la actividad vitivinícola puede ser rentable si se logra unificar la producción en la elaboración; aprovechando además las excelentes condiciones de tierra y clima que tiene esta región, que la han llevado a posicionarse a nivel nacional e internacional por la calidad de sus vinos, y a ser una zona que se mira con mucho interés por parte de capitales que ya evalúan instalarse en esta provincia.
En busca del reinado
Doce chicas representantes de distintas localidades de Río Negro se postulan para la corona de la nueva Reina Provincial de la Vendimia que hasta el domingo seguirá en poder de Sofía Canali, coronada el año pasado.
Las postulantes que el sábado harán su primera presentación ante el público son: Adriana Moschini, de 19 años de Villa Regina, Joana Marisel Vomaro, de 17 de Ingeniero Huergo, Antonela Belén Lenzi, de 18 de General Enrique Godoy, Ayelén Cacciavillani, de 17 de Río Colorado, Melisa Frank, de 17 de Luis Beltrán, Cecilia Maulén García, de 17 años de Lamarque, Marina Ayelén Kalasnicoy, de 17 de Cervantes, María Luján Vidal, de 17 de Allen, Evelin Antonella Ulloa, de 17 de Cipolletti, y Tamara Zapata de 17 de San Antonio Oeste. También estarán las postulantes de General Roca y de Chimpay, aunque al cierre de esta edición no se habían dado a conocer sus nombres.