Su padre y abuelo emigraron de Italia, de la región de Treviso, donde se dedicaban a la agricultura, llegaron a la Argentina y se establecieron en Córdoba, pero poco tiempo más tarde, alrededor de 1926, se radicaron definitivamente en la naciente colonia Villa Regina.
Una vez aquí, ya conocedores de los secretos de la vid, se dedicaron a implantar distintas variedades en la chacra que se encuentra ubicada sobre la calle Juan XXIII, la que actualmente ocupan un grupo de barrios de esta ciudad.
"Las primeras vides que hubo en la colonia Regina se plantaron acá, en 1926, y esta fue una de las primeras bodegas de Regina, porque mi padre y mi abuelo la instalaron en 1928, ya había una antes que era la de Rafaelli, en lo que después fue la bodega de Picotti", comenta Pío Fedalto, que a sus 80 años, sigue al frente de la bodega familiar.
"Realmente no sé por cuanto tiempo más", relata al tiempo que apunta que, pese a que hubo un repunte para la actividad vitivinícola, en el caso de los elaboradores de vinos comunes, no se notó mejoría.
"Nosotros llegamos a elaborar más de dos millones de litros, y nuestros vinos se distribuían incluso hasta Río Gallegos", cuenta Pío Fedalto, al tiempo que la nostalgia se hace presente al recordar los humildes comienzos familiares en la vivienda.
Al trazar el recorrido familiar, Pío señaló que toda su familia antes de emigrar de Italia hacia la Argentina trabajaba en los viñedos en la provincia de Treviso, "así que tenían conocimiento, y cuando llegaron a Regina hicieron las primeras plantaciones porque venían con la idea".
El inicio de la bodega fue modesto, con algunas barricas de madera, moledoras manuales. "Inclusive las tres primeras piletas que hicieron eran semisubterráneas para se pudiera moler adentro y todo fuera por decantación", dice.
Tras el fallecimiento de su padre, en 1944, junto a sus hermanos que en ese momento tenían 23 años, otro de 22 y él 16,
tuvieron que hacerse cargo de la bodega que en ese entonces tenía capacidad de elaborar 18 mil litros "pero después fuimos haciendo de a poco hasta llegar a elaborar 2.300.000 litros".
Nada fue fácil, porque en los primeros años su padre y abuelo, junto a tíos y hermanos mayores, le hicieron frente a las adversidades climáticas, con tierra que se volaba y tapaba todo lo que se había desmontado.
"Una vez vinieron trabajadores de Huergo, y llegaron hasta donde hoy se encuentran unos eucaliptos (en el denominado Parque de la Ciudad), y no pudieron llegar a la casa porque aunque estaban a 500 metros no la veían; o mi madre que estuvo un año sin salir por la tierra, o el caso de mi hermana que iba a la casa de un vecino -a un kilómetro- y un fuerte viento la voló desde la calle hasta el alambrado", apunta.
Y tampoco para ellos fue fácil hacerse cargo de la bodega. Aunque estaba en funcionamiento, ellos debían realizar otros trabajos para poder sostenerla. Así, mientras embalaban fruta para otros empaques (incluso alquilaron parte de sus tierras para que se instale una planta de embalado de frutas) elcontinuaban construyendo piletas y comprando elementos de trabajo a otras bodegas del Valle Medio.
"No fuimos la más grande, porque acá había otras bodegas como La Reginense, La Graava, Sobich, Milohanich, Picotti que fue la primer bodega que se hizo cuando era de Rafaelli; porque aquí en principio, los chacareros se hacían las piletitas y hacían vino casero, algunos ya para vender", agregó Pío Fedalto.
La venta no sólo se concentraba en Villa Regina y la provincia, sino que también llegaban a Chubut y Santa Cruz. "Nosotros elaborábamos y contratábamos un camión que hacía el traslado, y había fraccionamientos en Trelew, Comodoro y Río Gallegos, y a veces para ir y volver a esta última ciudad, el camionero tardaba 40 días en invierno".
También de estos años tiene muy buenos recuerdos, por ejemplo cuando se elaboró el primer "clarete", que se hizo a raíz de la escasez de vino en el sur, y como quedaban sólo unas pocas barricas de tinto y muchas más de blanco, para estirarlo se hizo una mezcla, o aquella otra vez que se habían terminado todas las bebidas y sólo quedaba vino Fedalto, hasta que llegó nuevamente una carga que fue recibida prácticamente con una fiesta.
Sin embargo todos esos momentos buenos se ven opacados por otros malos "porque comenzó a decaer el consumo de vino, se comenzó a arrancar las viñas y se terminó, la fruticultura superó al viñedo. Acá en la provincia no hubo nadie que se preocupara por la viticultura, aunque ahora se dieron cuenta de que los de Río Negro y Neuquén son buenos vinos. Ahora quienes elaboran vinos finos tienen la posibilidad de continuar, pero aquellos que elaboramos vinos comunes ya estamos casi fuera del mercado", comentó finalmente Pío Fedalto.
El relato de Pío Fedalto, quien a los 80 años sigue al frente de la bodega familiar, resalta el espíritu pionero.
"NADA FUE FÁCIL"
En un principio, cuando el Alto Valle era barda pura, "el viento se llevaba todo", recuerda Pío Fedalto en su hábitat natural: la bodega.
"Quienes elaboramos vinos comunes estamos fuera del mercado", se queja al hacer un balance del sector.
CÓMO HACER UNO CASERO
Los primeros inmigrantes italianos que llegaron a Villa Regina rápidamente pusieron en práctica sus conocimientos sobre vitivinicultura: no había chacra en la que no se elaborara vino casero.
Con los años la tradición se fue perdiendo, y hoy muy pocos recuerdan los pasos para su elaboración.
El INTA, a través de su agencia en Villa Regina, programó para estos días un curso para la elaboración de vino artesanal. Aquí le damos algunos datos centrales del cuadernillo elaborado por el Instituto Nacional de Vitivinicultura.
* Para la elaboración de vino casero se debe contar con uvas en buenas condiciones sanitarias, y contar con canasto plástico, de mimbre, una caja de madera, un tacho metálico, con superficie perfectamente cubierta con pintura epoxi.
* Para comenzar a elaborar el vino, como primer punto se debe contar con todos los elementos en perfecto estado de desinfección.
* Uno de los secretos es la elaboración del pie de cuba, para lo cual se debe moler tres días antes de la cosecha de las uvas, unos 20 kilos previo a descobajar, y aplastar sin romper la semilla.
* La recolección de las uvas debe realizarse durante la mañana, y en forma inmediata proceder a su descobajado y molienda, para poner a fermentar en un bidón de plástico de boca grande, de polietileno alta densidad o polietilenterftalato, en tacho metálico, y bordelesa.
* La fermentación se debe realizar en un lugar fresco y a la sombra, con una temperatura que no debe superar los 30 centígrados.
* Una vez molida la uva agregar el pie de cuba que está fermentando, y a esto agregar para 100 litros de mosto 2 cucharadas soperas rasas de metabisulfito de potasio, y una cucharada sopera de fosfato de amonio como levadura.
* Durante este proceso se debe realizar un control diario. También todos los días, en al menos dos oportunidades debe hundirse el orujo.
Aproximadamente a los cinco días del inicio de la fermentación se debe separar el orujo del líquido, el cual debe ser trasvasado a otra vasija, en tanto el orujo debe ser prensado y el caldo resultante conservado. Para esta fermentación secundaria se debe colocar el vino en un envase, preferentemente de boca pequeña y agregar nutrientes; lo que ayuda a que el azúcar restante fermente completamente.
* Cuando no se desprendan más burbujas, la fermentación ha finalizado.
* Rellenar la vasija y tapar bien para que no entre aire, y dejar reposar 15 días.
* El primer trasiego para la separación de la borra del vino se debe efectuar a los 15 días de terminada la fermentación cuidando que la borra quede abajo y no se mezcle con el vino. Separar la borra y colocar en envases pequeños. No agregar el claro de borra al vino trasegado.
* Más adelante se debe realizar el segundo trasiego para tapar, y no mover, dejando reposar en un lugar fresco hasta el hasta el envasado, el cual se debe realizar sólo en envase de vidrio: botella o damajuana perfectamente limpias y secas. Para el taponado de los envases se tiene que usar tapón de corcho de buena calidad y seco, no mojarlo. Dejar la botella siete días a fin de que el tapón se expanda y se adapte.
Luego colocarla en posición horizontal y conservar en lugar fresco.
LAS MUJERES SON LAS PROTAGONISTAS
La actividad agrícola siempre estuvo vinculada con el hombre, por tener que hacer frente a adversidades climáticas, a lo rudo y tosco de algunas tareas rurales.
En los primeros años de la colonización de todo el Alto Valle, los hombres fueron los que pusieron su fuerza para domar la tierra, pero no estuvieron ausentes las mujeres que trabajaron a la par.
En lo que hace a la vitivinicultura, esta situación no fue la excepción, aunque en los últimos años, la tarea de la mujer cobró mayor preponderancia, máxime si se tiene en cuenta que hoy la apuesta en este área de la producción, está centrada en elaborar vinos de muy buena calidad, o poner en el mercado racimos que resulten atractivos a la vista merced a su trabajo.
Y es precisamente aquí donde ingresan nuevamente las mujeres en la vitivinicultura rionegrina, y cada vez ganan más lugar en distintas labores al pie de las vides, en las bodegas o en las mesas donde se preparan los racimos para su embalado.
"Es una situación muy clara, el hombre está más acostumbrado a la tarea que requiere fuerza, mientras que las mujeres son mucho más delicadas y pueden realizar labores con una mayor sensibilidad que los primeros" destacó un productor vitivinícola de la zona, que tiene entre su plantel de empleados a una media docena de mujeres.
Las mujeres hoy tienen cada vez más espacios dentro de las tareas rurales de esta producción; están en la cosecha, tanto de vides para vinificar como en la recolección de las de mesa, por tener mayor delicadeza en el manejo de los racimos.
"Lo que pasa que todo el mundo ya sabe que si un racimo se maneja de buena manera, es posible obtener un buen vino" comentó otro productor que también cuenta con un grupo de mujeres para la tarea de cosecha.
Pero la labor de las mujeres va más allá, porque en muchas bodegas, principalmente las que buscan elaborar vinos de alta gama, requieren de ellas para sacar grano a grano las uvas de los racimos, con los cuales luego se elaborará el mosto.
También se las puede ver en las tareas de cuidado de los vinos, en el envasado, o en la colocación de las botellas en sus cajas.
En lo que hace a las uvas de mesa, las mujeres tiene participación en las tareas de recolección, con una selección de los mejores racimos que luego serán procesados para su venta.
"En la tarea de bijouterie del racimo -darle forma al mismo- las mujeres son muy especiales, tienen una mayor delicadeza en el manejo, ponen mayor esmero en dejar un racimo muy vistoso; y por tratarse de uvas de mesa, todo requiere un manejo con mayor cuidado para que no se estropeen los granos" apuntó un productor de uvas de mesa.
Coincidieron en señalar que "en estas tareas las mujeres son más detallistas y más suaves, y entonces cuando se hace la selección de los granos, cuando se hace el desgranado a manos para la vinificación, justamente se intenta buscar no solamente la efectividad, sino el hecho de que sea delicado en el manejo de ese fruto, que si se maneja bien va a dar un excelente vino".
Indicaron finalmente que si bien la tareas culturales en el manejo de las vides, y las tareas post cosecha, no requieren un gran cantidad de personal, en gran medida este está integrado por mujeres, "todo esto pasa por el hecho de la delicadeza y el detalle en la selección de los granos, para lograr un excelente producto final".
INCANSABLES
Con el paso del tiempo, la presencia femenina en la cadena productiva aumenta cada vez más.