La chacra Nº 47 de la familia Brevi es un verdadero tributo a la producción, el trabajo rural y la tradición valletana. Cada metro de su suelo está repleto de recuerdos que evocan la labor de los pioneros que dieron vida a la actividad frutícola. Conservan en el corazón de su chacra un preciado tesoro que los llena de orgullo al verlo florecer en las primaveras: el peral más antiguo de la ciudad, plantado en 1913. Don Arnaldo Brevi comienza a relatar una historia casi centenaria.
"El peral lo plantó un tío abuelo mío, Pacífico Chiacchiarini, junto con su hijo Juan. Ellos eran medianeros de mi abuelo Brevi y trabajaban la chacra en familia. Juan tenía diez años cuando plantaron el peral, su padre hizo el pozo y mientras él sostenía la plantita y le echaba la tierra le decía: ´Pisa figlio, pisa´. Me lo contó Juan a los 93 años, es una anécdota muy emotiva", expresa.
La antigua planta pertenece a la variedad "Spadona" y ha sido conservada por las cinco generaciones de la familia Brevi como un símbolo de permanencia. "Esta chacra la compró mi abuelo en 1905; nuestra familia ya tiene más cien años trabajando sus tierras. A los 14 me puse al frente de la chacra y desde ahí hice todas las tareas que se pueden realizar en la producción de frutas. Teníamos un obrero o dos para ocuparnos de las 25 hectáreas, así que yo hacía el doble del trabajo", agregó don Arnaldo, quien hoy tiene 70 años.
Duraznos, ciruelas, pelones y una gran cantidad de peras y manzanas, son algunos de los frutos que crecen año tras año. Un paseo por el establecimiento de la familia, denominado "El Chiche", sirve para apreciar cómo avanzó la fruticultura en nuestra región. Una cámara frigorífica de última generación y una planta de empaque contrastan con el viejo galpón de adobe en donde la madre de don Arnaldo embalaba la fruta. Inmensos sauces y eucaliptos plantados por los antecesores todavía permanecen en pie.
En el jardín, una placa metálica con una emotiva inscripción descansa al pie de un joven árbol. "Este árbol, una Picea Punquens, lo plantamos el 1/1/2000 los cuatro hermanos Brevi (Livia Beatriz, Amalia Anacleta, Ángela Aurelia y Arnaldo Adalberto), acompañados de nuestros cónyuges y descendientes. Somos hijos de Guido Brevi y Teodosia Chiacchiarini y nietos de José Brevi, primer adquirente de esta chacra Nº 47 de 100 hectáreas en 1905. Nuestro homenaje para los que ya no están y el deseo de que nuestras generaciones futuras lo cuiden y sirva como símbolo de unión de la familia", expresa.
"Es un gozo caminar entre los frutales y que el viento te acaricie la cara. Nada más lindo que ver cómo la fruta crece año a año y observar las plantas. Hay que ponerles amor a las cosas para que salgan bien", concluye don Arnaldo, quien trabaja junto con su esposa y sus hijas y apuesta a sus nietos para que continúen con la tradición.