Con más de 1.000.000 de toneladas al año que generan un circuito comercial de unos 300 millones de dólares, la manzana continúa siendo el principal producto del Alto Valle. Y si bien en los últimos años ha resignado posiciones a favor de la pera, mantiene un liderazgo que identifica a la región. El 20% promedio de la producción total de manzanas se destina a la exportación, mientras que un 25% va al mercado interno y el 55% promedio restante se destina a la industria.
En los años ´70 la manzana representaba el 80% de la producción de pomáceas en la región del Alto Valle de Río Negro y Neuquén, en tanto que la pera se quedaba con el 20% restante. Hoy, la brecha se ha reducido en forma notoria: la manzana representa entre el 55 y el 60% de la producción de frutas de pepita y la pera el 40/45% restante. Hoy, el 30% del total de las pomáceas exportadas corresponde a la manzana y el 70% a la pera, otra evidencia de los cambios. Siempre tomando como referencia el promedio de las últimas cinco temporadas, la manzana coloca cada año en el exterior unas 200.000 toneladas, lo que implican un ingreso anual de unos 150.000.000 de dólares, que se completan con los 80.000.000 del mercado interno y los 70.000.000 de la industria.
Su vital papel en la región también se mide por los puestos laborales que moviliza: unos 17.000 trabajadores se dedican a ella, alrededor del 45% de los 35.000 rurales de la región. Estos son empleos directos en la cosecha y las chacras. Los indirectos suman otros 6.000 y alcanzan al transporte, el flete marítimo, el puerto y el servicio de empaque y de frío, entre otros.
Un dato preocupante es que en los años 70 el volumen de exportación alcanzaba niveles similares a los de hoy, lo que debería hacer reflexionar a quienes tienen la responsabilidad de pensar a largo plazo. Otro dato inquietante es que el concepto agroexportador de la economía regional tambalea en el caso de la manzana si sólo vende fuera del país 20 de cada 100 que cosecha. Las razones son varias. Las más importantes: la calidad de la fruta y las variedades plantadas. Claro que este panorama se puede revertir con políticas e inversiones que abran el juego a los avances tecnológicos, las nuevas variedades y con investigación.
Todavía estamos a tiempo.