Por sus manos pasaron miles y miles de manzanas de todas las variedades, estados y tamaños. A esta altura del partido, parada al lado de la cinta que las transporta, Lola Martínez (37) detecta con un golpe de vista cuál tiene como destino la exportación, cuál va al mercado interno y cuál es descartada para ser convertida en jugo o sidra. Son ocho horas así, con cinco minutos cada cuatro para ir al baño.

Su mundo es la fruta desde que tiene memoria: de pequeña vivía con sus cinco hermanos y su madre en la chacra de los dueños de la empresa productora San Formerio. Mientras su mamá Aurora trabajaba, ella jugaba con los hijos de los Muñoz, que hoy son sus patrones.

Primero acompañó a Aurora en las tareas de la chacra: cosechar, ralear, limpiar las acequias. Luego, cuando se abrió el primer galpón y su madre pasó a ser clasificadora, le tomó el gusto a entrar a la planta de empaque, observar cómo pasaba la fruta por las máquinas, contemplar a aquellas mujeres que movían sus manos a toda velocidad durante toda una tarde.

-Me acercaba y practicaba. Así aprendí a clasificar. Y cuando entré como efectiva, en 1995, ya conocía los secretos del oficio -cuenta ahora.

-¿Y cuáles son esos secretos?

-La fruta pasa y tenés un segundo para decidir. Tenés que detectar cuál manzana está "rameada" (dañada por una rama), cuál esta "asoleada" (amarilla de un lado y roja del otro porque el sol le dio de un solo lado), a cuál la atacó la carpocapsa, cuál tiene los puntitos marrones típicos de una enfermedad, a cuál se le desprendió el pe

dúnculo o cuál tiene un "cráter", como le decimos a las que están rajadas.

-¿Y si se les pasa alguna?

-La sacan los embaladores, que trabajan en el sector siguiente.

-¿Y si se les pasan muchas?

-Nos gritan: "¡Che, a ver si se despiertan las clasificadoras!" (se ríe). Es inevitable que algunas pasen...

-¿Cuál es la manzana más delicada?

-La Granny Smith. A ésa le tenemos miedo. Tenés que tratarla con muchísima suavidad, porque apenas la tocás le queda una marca.

-¿Por qué sólo las mujeres clasifican la fruta?

-No lo sé... dicen que antes, hace muchos años, también los hombres lo hacían. Calculo que si ahora sólo estamos nosotras, debe ser por el trato: somos delicadas con la fruta, no la golpeamos.

De enero a abril, en plena temporada, son 16 las clasificadoras que trabajan por turno en la planta de empaque, divididas en grupos que arrancan a las 6 de la mañana y terminan a las 10 de la noche. Con horas extras y productividad, obtienen un ingreso de alrededor de 2.500 pesos por mes. El resto del año, cuando se procesan otras frutas o las manzanas que fueron conservadas en frío, las clasificadoras son ocho y trabajan entre una semana y diez días por mes.

Procesan 10 variedades de manzanas, entre ellas Granny Smith, Golden Delicious, Fuji, Pink Lady y Royal Gala. El 40 % de la producción de San Formerio (incluye peras, ciruelas y nectarines provenientes de 51 chacras) se comercializa en la Argentina. El 50 % se exporta a Europa, Estados Unidos, Rusia, Brasil, Bolivia y Paraguay. El 10% restante se destina a jugos y sidras.

-Cuando la fruta que viene por la cinta es para exportar el margen de error es mucho menor. El capataz se pone nervioso: no puede pasar una sola manzana con una marquita. Desde hace unos años, a partir de las normas de ca

lidad internacionales, todo es más estricto. No se puede charlar, comer caramelos, tomar café, ir con aros o cadenitas -relata.

Lola fue elegida delegada en 1996, un año después de ingresar a la empresa, justo cuando protestaba porque los nuevos empleados ganaban menos que los antiguos pese a que hacían el mismo trabajo. Le tocó sentarse a negociar con aquellos chicos con los que encendía fogatas para asar manzanas en los inviernos o jugaba a las escondidas en los veranos: todos habían crecido y ahora ellos estaban del otro lado del escritorio.

-A veces nos poníamos de acuerdo, pero no siempre -dice-. De todos modos, dejé de ser delegada en el 2002, porque estaba agotada. Además de trabajar, tenía que llegar antes e irme después de hora para atender los reclamos de los compañeros y subir a la administración para tratar de buscar una solución.

Claro que no se olvida de

las reivindicaciones laborales: "Es un trabajo valioso, pero sacrificado. Sería bueno incorporar banquetas para que las clasificadoras puedan descansar las piernas. Pasar ocho horas paradas y algo inclinadas puede generar consecuencias como várices, artrosis y dolores en la cintura. Y con el techo de chapa se sufre mucho el calor en el verano y el frío en el invierno", señala.

Lola tiene dos hijos y el secundario incompleto. Por eso se esfuerza para transmitirles a Nicolás (20) y Maira (17) que estudiar es importante. "Uno de joven no ve el futuro. De grande retomé en un colegio para adultos. Hice dos años, se me complicó con el trabajo y los chicos y volví a dejar. Me falta sólo un año y quiero terminar".

Convocada por el sindicato, en el último año trabajó en la obra social del gremio, aunque retornará al galpón. "Es un trabajo distinto, claro. Por empezar, estoy sentada. Y como conozco la planta de empaque, ya sé de dónde vienen los compañeros y por eso puedo ayudarlos. Por otro lado, es asombroso que en una ciudad como Roca, que aporta tanto a la fruticultura, no haya beneficios para los trabajadores del sector. Por suerte, ahora se está construyendo la sede sindical con consultorios médicos".

Antes de ponerse el casco y subirse a la moto en la que llegó hasta el encuentro con "Río Negro", hay tiempo para la última pregunta.

-¿Cuál es la fruta que más te gusta?

-No hay dudas: yo siempre fui de la manzana.

Son mujeres las que deciden el destino de cada manzana...

...exportación, segunda o tercera selección o descarte, dicen ellas.

Se cotiza la capacidad que tienen para tratar la fruta con delicadeza.