Una vez ingresadas a la máquina, las manzanas reciben un primer lavado con agua y pasan por un sector donde se realiza un primer descarte. Este paso se hace sólo si se supone que muchos frutos pueden estar en mal estado por insectos o alguna otra razón. Luego vendrá un área de cepillos y otro lavado con agua caliente. En el caso de la fruta que se prepara para comercializar en el mercado interno y el Brasil, se le colocará cera para que tome ese color rojo brillante. Por último, pasa por un túnel de secado, algo así como un gran ventilador con aire caliente que seca la fruta mientras avanza por los rodillos.
La mesa de clasificar es un lugar femenino. Allí se colocarán las trabajadoras según su experiencia. Generalmente, en la primera punta se ubican quienes recién comienzan en el galpón, ya que la selección aquí es más fácil. Ellas determinan qué manzanas son descarte (las que irán a industrias) y cuáles continúan hacia el cajón. Entre las que siguen en la cinta se seleccionará a mano, una a una, según el ojo de la clasificadora, las que son de primera, segunda o tercera calidad.