Imagínense esta idea bizarra para un clásico filme de acción norteamericano: el peor día en la vida de James Bond ¿Se les ocurre quién podría interpretarlo? ¿Quién se atrevería a protagonizar una película que retrate el mal momento de un asesino en un tono irónico, patético, a ratos desopilante cuando no revulsivo? La respuesta es difícil justamente por su grado de obviedad: Pierce Brosnan.
¡Pues, claro! ¿Quién más si no el mismísimo James Bond podría hacer la versión patética de James Bond?
Si uno tuviera que juzgar la carrera de Pierce Brosnan por sólo tres películas, habría que decir que Brosnan figura entre los más interesantes actores de cine de habla inglesa de los últimos 15 años. Así como lo oye.
Para no pocos esta aseveración debe sonar atrevida, sobretodo si se piensa en que Brosnan fue el protagonista de esa acaramelada serie de la medianoche en los 80, "Remington Steel" (algo más boba que la también exitosa serie protagonizada por Bruce Willis, "Luz de Luna") y que durante 10 años fue la encarnación del más famoso espía de la historia, el agente 007.
Pero detrás de esos automóviles extra caros, del gel atomizador y las sesiones de ozono, vive un actor sorprendente.
El primer indicio que dio Brosnan de un talento natural que no abunda entre las caras bonitas de Hollywood fue en la no muy exitosa y bastante criticada "Marte Ataca" de Tim Burton. Era un papel pequeño en el que Brosnan inesperadamente se reía de sí mismo disfrazado con una bata de científico.
El segundo, sirvió como prueba definitiva de su revolución personal. Brosnan protagonizó la excelente "El Sastre de Panamá" en la que encarna a un agente especial que de tan manipulador y desquiciado en sus usos parece tétricamente real: de cómo iniciar una guerra con tal de no quedar mal parado.
La máscara imperturbable de Pierce Brosnan acaso por primera vez comenzaba a deshacerse para revelar a un actor profundo que hasta ese momento aguardaba entre las sombras.
En el medio hubo muchos trabajos como James Bond. En una lista de los mejores "Bonds" de la historia, él y Sean Connery deben figurar entre los mejores. Una carrera de puras sangre que acaba en el siglo XXI con un fallo fotográfico. Porque nunca Bond fue tan humano ni insinuó tantas posibilidades de contradicción como con Brosnan.
Nadie, excepto los productores, quedó realmente conforme con los argumentos que fundamentaron su partida del personaje. De todos hay uno que probablemente sea el más adecuado, el verdadero: el propio Brosnan no quería continuar dándole vida al famoso espía inglés. Como una forma de impulsar su salida del lugar desde el cual se volvió célebre, Brosnan pidió una cifra estrafalaria y los dueños del circo no dudaron. Era el momento justo de jubilar a un clásico para inventar a otro.
Juguemos un poco a las predicciones: existe la posibilidad de que el nuevo James Bond, Daniel Craig, no esté a la altura del legado y facture menos ¿Entonces?: "Hola, Pierce, si ¿tendrás un ratico libre en tu agenda?".
Consejos de un viejo espía
¿Qué consejo le daría a cualquier actor que tomé la posta en el rol de James Bond?, le preguntó hace un año la revista GQ. Brosnan contestó preclaro y tranquilo consigo mismo: "Que consiga un buen abogado. El mejor. Debes estar seguro de leer ese contrato hasta la última letra. Y que pase una buena temporada haciendo de Bond. Es un rol maravilloso. Y es fantástico ser parte de su historia. Yo estoy muy orgulloso de haberlo interpretado. Me dio un excelente estilo de vida".
Sin embargo, el natural don de Brosnan, la musa que mueve sus hilos íntimos debe haber estado susurrándole la tentación, ahí, justo por arriba de su cuello. Detrás de sus orejas y su perfecto corte de pelo: Pierce....usted está para más. Entonces llegó "Matador". Tradicionalmente este tipo de filme debería haber sido interpretado por gente como Jeff Bridges o incluso Robin Williams, pero nunca, jamás por el viejo y bien conservado Pierce Brosnan.
Uno corre la tentación de preguntarse ¿de dónde sacó este tipo esa capacidad, ese fantástico plus actoral? Porque su personaje es verdaderamente un mentecato, un tipejo despreciable que al tiempo que resulta capaz de producir horror también motiva una inexplicable ternura. Cierto, demasiado para Brosnan. Al menos en teoría.
Tal vez este carácter recién estrenado por Brosnan se vincule con hechos de su vida que no son muy conocidos: Brosnan es un devoto de sus fans y les contesta muchas de sus cartas en su sitio web, y es conocido su vínculo con causas humanitarias. Detrás de este presente muy correcto hay un pasado doloroso: cuando niño el actor no conoció a sus padres, y vivió con sus abuelos hasta que estos murieron. A los diez años debió comenzar una nueva vida en Londres junto a su madre.
En "Matador" a Brosnan se lo ve llorar, crujir como un barco viejo, estallar en un ataque de nervios, un conjunto emocional que uno espera más propio de Robert De Niro que de alguien que no solía despeinarse ni con el peor de los cachetazos. Pero se ve que el demonio y el ángel siempre han estado ahí, en el pasado de un pibe que se soñó perfecto aunque rebelde, exacto y distinto, bello pero abominable. Un perfecto asesino de la pantalla.