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Domingo 14 de Octubre de 2007
 
 
 
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  MENDOZA
  Esperas de hasta un mes para ser atendido en un hospital público en Mendoza

Los plazos se extienden mientras la población se agrava. Las causas de una problemática sin remedio. Especial para la Red de Diarios de diaro Los Andes

 
 

Acceder al sistema de salud público de la Argentina es difícil y Mendoza no es la excepción. Es más; quien requiera de la atención de un especialista por cualquier dolencia que no sea de urgencia, pues deberá resignarse a esperar como mínimo una semana y en muchos casos hasta un mes.

Así, ingresar al consultorio médico puede llegar a transformarse en todo un ‘privilegio’ luego de haber invertido mañanas enteras de trámites, colas interminables y vueltas en colectivos. Claro que mientras esto sucede, las enfermedades no conocen de huelgas, problemas presupuestarios, falta de recursos o exceso de demanda. Por el contrario, avanzan de tal modo que aquello que ayer era sólo una molestia en pocos días puede ser irreversible.

La sociedad mendocina parece haberse acostumbrado. Padece de una problemática silenciosa pero no menos grave que la inseguridad. Su salud se deteriora, pese a los contados incrementos en partidas de dinero y apertura de nuevos edificios sanitarios. Pero la historia no es nueva: de la mano de una pobreza estructural que no cesa con el cambio de Gobiernos, las deficiencias no sólo se ponen en evidencia cuando un brote de enfermedades respiratorias hace colapsar los hospitales o un paro lleva a suspender las cirugías programadas, tal como sucedió este año (ver aparte).

Estos hechos hablan de una realidad mucho más profunda y cotidiana. Muestran un sistema sanitario resentido en su base primaria (centros de salud) y también en las esferas de mediana y alta complejidad (centros ambulatorios y hospitales públicos). Los tres ejes, conforman los  principales engranajes de la red local pero no siempre funcionan en forma articulada. 

 Sucede que la primera instancia de atención, en todos los casos está constituida por los centros sanitarios ubicados en las localidades de cada departamentos. Los llamados ‘cabeceras’ son aquellos que cuentan con especialidades (oftalmología y odontología, entre otras) además de los servicios de clínica médica y pediatría. Más allá de las distintas realidades, lo cierto es que si un profesional enferma o se encuentra de licencia, los vecinos que necesiten un médico, no tendrán otra opción que continuar su periplo con la enfermedad a cuestas.  

En esta instancia, en muchos casos, los tiempos de espera varían entre cuatro y cinco horas. Sumado a esto, los médicos se ven sobrecargados en su labor, ya que en promedio atienden un mínimo de 15 a 20 pacientes cada mañana. La situación muestra a las claras que la demanda en salud, excede a la capacidad operativa en un contexto de malestar generalizado entre quienes se desempeñan en esta área: “Muchos trabajan con contratos en negro, sin obra social ni jubilación, con un básico de 530 pesos. Aquí la salud no parece ser una prioridad por eso algunos ya han decidido renunciar”, expresó una especialista que prefirió no dar su nombre.

 

Sobre este análisis coinciden ONG, gremios, médicos y enfermeros. Pero también es la sensación que comparten los pacientes y se comprueba en los hechos. Ocurre que si el enfermo necesita de estudios más exhaustivos por parte de un especialista, la red lo deriva desde el sistema periférico al de mayor complejidad. Y una vez en el hospital, los plazos se extienden entre una semana y un mes.

 “Los turnos se dan diferidos para dentro de siete días. Y si no trae la derivación del centro de salud de su localidad no lo podremos atender”, se escucha en voz de una empleada de los consultorios externos del Hospital Central. Una vez en el centro sanitario, la respuesta es aún más  tajante: “después de las siete de la mañana no damos turnos.Va a tener que volver mañana, con su DNI y su historia clínica”, se escucha desde la ventanilla de un edificio de San José (Guaymallén) ante el pedido. 

Desde el punto de vista de Graciela Romero, presidenta de la Asociación de Apoyo Humano, entidad que desde 2001 realiza talleres relacionados con educación y salud, una de las inquietudes más recurrentes de los mendocinos tienen que ver con las dificultades para acceder al sistema. Explicó que la causa de esta problemática tiene como correlato una fractura “estructural”. “No hay que olvidar que los profesionales están mal pagos. No sólo es un problema político, de planificación o de insumos, sino que se requiere de una capacitación permanente, algo que muchos deben postergar”, denunció Romero.

 En el Gobierno, reconocen esta situación, aunque repiten que no faltan profesionales, sino que es necesario redistribuirlos en el sistema. “Es cierto que hace falta una mayor formación y capacitación del recurso humano", aseguró el ministro Armando Caletti. De a cuerdo a los datos del Ministerio de Salud, en total 14 mil personas se dedican a este sector del Estado. De ellas, 6 mil son  médicos clínicos y especialistas en distintas ramas de la medicina.  

A ellos se suma el personal administrativo y de maestranza. Todos, se encuentran repartidos en 320 centros de salud, 22 hospitales y 16 Centros Integradores que Comunitarios (CIC) que funcionan en conjunto con el Ministerio de Desarrollo Social. “Otra deuda es poder mejorar los salarios”, dijo Caletti. Pero entre la autocrítica, también figura este déficit de la atención primaria, algo que aún es visto desde la lejanía como un "desafío". 

 Obstaculos Cotidianos 

A pesar de haber trabajado toda su vida, Betty Vargas (63) forma parte del 50% de los mendocinos que no cuenta con obra social. Y cada vez que se siente mal, asiste al Centro de Salud N°10 de Nueva Ciudad. Hace años que la mujer padece reuma y desde hace varios días a esa dolencia se le sumó un malestar  en el pecho que la dificulta la respiración. “No sé si será alergia o qué, pero hay veces que siento que me asfixio”, dijo sentada en una banqueta mientras esperaba ser atendida fuera del consultorio.

 Por la mañana del martes, Betty le pidió a su esposo acercarse por el centro de salud a las 6 y media de la mañana para obtener un turno con el médico clínico. Así, cuando llegaron las 10,  recorrió las 14 cuadras que la separan del centro sanitario y después de dos horas, la espera allí continuaba. Es que antes de ella, otros pacientes habían llegado antes. “Voy a esperar hasta que me atienda el doctor”, dijo.  

Las madres que lleguen con sus hijos enfermos allí, no correrán la misma suerte al menos hasta dentro de diez días. Sucede que si bien el centro sanitario cuenta con el servicio de pediatría, el profesional a cargo se encuentra de licencia por ahora. “En el otro centro de salud (ubicado en Pedro Molina) dan los turnos para el día posterior por la cantidad de gente que va allá. Así que las madres que llegan acá tienen que seguir dando vueltas con su hijo enfermo”, se quejó Mónica Salas (41).

  En los principales hospitales públicos de la provincia, la situación no es menos difícil. Sólo en el área de los consultorios externos del Hospital Luis Lagomaggiore se atiende a unas 250 personas por día. Javier Guzmán (34) fue uno de esos pacientes que la semana pasada concurrió allí para sacar un turno con un urólogo. “La fecha que me dieron es para dentro de 20 días y hasta ese momento no sé si tendría que estar tomando remedios. La verdad que me siento mal pero no me queda otra que esperar”, comentó resignado el hombre con el papel en mano. En el Hospital Notti, las demoras se extienden, incluso a un mes: “A principios de setiembre vine a sacar el turno, antes fuimos al centro de salud y recién ahora le van a hacer el estudio en la vista a mi hijo”, comentó Isabel Barrera (30) mientras aguardaba entrar al consultorio  con su hijo Ricardo (8) entre la multitud que a mediodía puebla las instalaciones del Notti.  

Pero la problemática es aún más compleja en las zonas rurales, donde los médicos llegan sólo cada quince días. Esta es la realidad de los pobladores de Costa Anzorena, en Rivadavia. Ocurre que entre las carencias que abundan en esa zona de cultivos,  la salud, lejos de ser una prioridad está postergada a un plano casi ínfimo. “Estamos en manos de Dios. En el centro de salud hay sólo un enfermero y el médico viene cada quince días. Si alguien se enferma, tiene que caminar 18 kilómetros hasta la ruta, esperar el micro que va hasta la terminal y de allí ir a Rivadavia o San Martín”, explicó  Hilda Gutiérrez (53).

 

Ella, al igual que muchas otras personas allí, padece de mal de Chagas, es hipertensa y tiene problemas del corazón. Y pese a que su salud está deteriorada, Hilda muestra su preocupación por sus vecinos. “Acá hay muchas madres con niños chicos. Hace unos días, vivimos momentos muy duros cuando una madre estaba por parir y no había un médico. Cuando el nene ya casi nacía recién llegó una  ambulancia desde Rivadavia”, contó. 

Un año teñido de conflictos

 Durante 2007, el presupuesto destinado a salud fue de 452,3 millones de pesos, un poco más del 12% del total provincial. A ese monto, en junio se sumaron 20 millones. En tanto, el último refuerzo de dinero llegó a esa cartera a fines del mes pasado, cuando la Legislatura aprobó una partida de cuatro millones en el marco de los pedidos salariales de anestesistas y médicos. 

Desde el Ministerio de Salud,  no dejan de mencionar que los principales logros de este año se despliegan sobre dos ejes: la disminución de los índices de mortalidad infantil y materna a partir de la aplicación de programas preventivos y la Creación de la Subsecretaría de Promoción y Atención de la Salud. Pero no hay que olvidar, que en estos diez  meses, los problemas se multiplicaron. Según la titular de ATE (Asociación Trabajadores del Estado), Raquel Blas los paros y asambleas por pedidos de mejoras salariales sumaron un total de diez jornadas.

En el medio, la emergencia sanitaria fue declarada en dos oportunidades. La primera fue a raíz de un brote de gastroenteritis y enfermedades respiratorias  en niños, que dejó en evidencia la carencia de camas para internación. Más tarde, con  el reclamo salarial llevado adelante por los médicos anestesiólogos, los principales hospitales  públicos -Central, Luis Lagomaggiore y Humberto Notti- debieron suspender más de 3 mil cirugías que estaban programadas. Las consecuencias de esta situación no fueron menores, ya que requerirá al menos de un mes para que los servicios en los quirófanos vuelvan a su ritmo habitual.

La saturación en el área de turnos del Hospital Humberto Notti en abril pasado dejó en evidencia la falta de personal administrativo. Tal como publicó Los Andes en esa oportunidad, sólo tres personas debían entregar unos 1.500 turnos diarios de  7 a 14 horas. La solución momentánea por parte de las autoridades, fue reorganizar al personal. Las demoras de más de tres meses para los pacientes que  esperan en el área de neurocirugía del Central, también fue una las carencias que tomaron trascendencia pública. En la actualidad, los problemas allí no han cesado y todavía hay pacientes que aguardan una intervención desde hace dos meses.

 

Cuando la espera puede ser fatal

En pocos días, la vida de la familia Zabala dio un vuelco de 180 grados. Todo comenzó cuando Emiliano (4), el único hijo de Alejandra y Marcelo contrajo varicela en la guardería. Es que mientras el pequeño presentaba una notable mejoría en su cuadro, su padre comenzaba a sentirse decaído. Fue entonces, cuando  el hombre de 36 años decidió consultar su malestar con un especialista en el Sanatorio Regional de Luján de Cuyo (privado).

Allí, de acuerdo al testimonio de Alejandra, “una doctora lo atendió, lo medicó pero no le dio antibióticos y le dijo que en siete días volviera a control”. El diagnóstico de Marcelo, tal como pensaban, era varicela. Pero en sólo tres días, en lugar de mejorar, su salud comenzó a empeorar. “El viernes ya estaba todo brotado y no podía respirar, así que se fue con mi cuñado en el auto hasta el mismo sanatorio”, continuó la mujer. De acuerdo a esta versión, luego de varias placas en los pulmones, los médicos llegaron a la conclusión de que el cuadro de Marcelo debía ser atendido de urgencia.

Al no poder respirar, el hombre requería en forma urgente de una máscara de oxígeno. Pero como el tiempo apremiaba y no había una ambulancia para trasladarlo hasta un hospital de alta complejidad, Marcelo llegó en el mismo auto -casi asfixiado y con vómitos- al Hospital Lencinas. En ese nosocomio, recibió medicación en la guardia, lo conectaron a un tubo de oxígeno y lo dejaron internado. “No fue un sólo médico a verlo, sólo había enfermeros y cuando lo llevaron a hacer más placas lo dejaron sin  oxígeno porque dijeron que no tenían máscaras”, explicó con indignación Alejandra.

Sucedió que durante el trayecto entre los pasillos del hospital, Marcelo sufrió un paro respiratorio. Fue entonces que tuvo que ser trasladado de urgencia al Lagomaggiore. Fue así como el lunes, el hombre estaba al borde de un paro cardíaco, por lo que los médicos de ese establecimiento tuvieron que practicarle métodos de resucitación.   Hoy, a casi una semana de lo sucedido, este paciente continúa internado en la sala de Terapia Intensiva del Hospital Luis Lagomaggiore, con un cuadro muy  delicado como consecuencia de  la neumonía ocasionada por la varicela. “Mi esposo casi se muere por algo que podría haberse evitado si hubiera recibido buena atención médica a tiempo”, concluyó Alejandra.

Una vez que Marcelo se recupere, la familia no descarta realizar acciones legales contra los profesionales y organismos que lo atendieron en los momentos previos a llegar al Lagomaggiore. 

 El sistema de salud público 

Debilidades. Exceso de demanda, falta de información de la población, sueldos bajos, falta de personal, pacientes con obra social que eligen los hospitales de referencia, carencia de recursos, debilidad en el sistema periférico.

En números:

Inversión. Durante 2007, el presupuesto fue de 475 millones de pesos. Se compró equipamiento para centros de salud y hospitales.

Demanda. El 50% de la población mendocina no cuenta con obra social. Se estima que un 15% del porcentaje restante elige los centros de referencia de alta complejidad.

Hospitales. En total hay 22 en todo el territorio. A ellos se suman 320 Centros de Salud y 16 Centros Integradores Comunitarios.

Consultorios externos. Sólo en los tres principales hospitales del Gran Mendoza (Notti, Central y Lagomaggiore) se atiende cerca de un millón de consultas ambulatorias. Este dato no incluye las internaciones y la atención médica en guardia.

Profesionales. 14 mil personas trabajan en el sistema de salud dependiente del estado. De ellos, 6 mil son médicos.

Contratos. Según el Gobierno, 1.445 profesionales y no profesionales  trabajan bajo contrato de locación de servicios; es decir, en forma temporaria, sin cobertura médica ni jubilación. 

 

   
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