BUSCAR       RIO NEGRO    WEB     
TITULOS SECCIONES SUPLEMENTOS OPINION CLASIFICADOS SERVICIOS NUESTRO DIARIO PRODUCTOS
  podio
RURAL
DEBATES
GUIA OCIO
eH! HOGAR
ESPECIALES ON LINE
ECONOMICO
CULTURAL
ENERGIA
 
Domingo 14 de Octubre de 2007
 
 
 
>>Ediciones ANTERIORES
   
  RIO NEGRO
  La salud en crisis
Las colas interminables desde la madrugada para conseguir un turno en los hospitales de la provincia de Río Negro y el reclamo por más médicos son dos de los problemas más graves que se sufren en los centros de salud en Río Negro.  
 
 

 

Las colas interminables desde la madrugada para conseguir un turno en los hospitales de la provincia de Río Negro y el reclamo por más médicos, dos de los problemas más graves que se sufren en los centros de salud en Río Negro.    

 

 

  Arriba a la izquierda, Margarita, en procura de un turno con un traumatólogo. La pierna le duele desde hace meses. Purrayán, de 62 años (arriba a la der.), llegó a las 4 de la mañana desde Stefenelli. Soledad, de 24, esperando en la cola desde las 3:30 por una ginecóloga. 

  

 

Eran las tres de la mañana y Nélida, 52 años, no podía sentarse en ese banco de madera, duro, modestísimo. Tampoco soportaba estar parada, pero lo prefería. Desde hace un par de años sufre artrosis, los huesos le duelen, las piernas se le paralizan y a veces siente que las tiene atadas. Hace un tiempo fue empleada doméstica. Pero cuando llegaron los dolores, los faltazos y el cansancio, a su patrona se le acabó la paciencia. Así se quedó sin trabajo y sin obra social.

Era la madrugada del miércoles pasado y sin ganas llegó al hospital de Roca, desde Guerrico. Buscaba un turno para atenderse con un traumatólogo: estaba quinta en la cola. Primero un pibe de 15 años que se caía del sueño y que allí estaba en busca de un turno para su madre. Luego Margarita, que apenas habla, que no sabe cuántos años tiene, más de 50 calcula alguien, que vive “allá, al fondo”, lejos, y que hace meses se golpeó una pierna y que ya no da más del dolor. También otras dos mujeres: una para el mismo traumatólogo, con las piernas vencidas. La otra, para que el médico revise los exámenes que le había ordenado hace 15 días. Para que le diga cómo marchaba su diabetes. Simplemente eso. Mate en mano y una sonrisa resignada, con ganas de charlar. “No nos queda otra, no tenemos plata para atendernos con un médico privado… qué se le va a hacer”, dijeron. Convencidas.

A su modo, estaban contentos. Eran los primeros en la fila y los únicos que podían sentarse. Los otros esperarán parados. A las seis de la mañana, cuando se abran las ventanillas, el turno para ellos estará asegurado.

 

******

 

Esas colas son casi inhumanas y se repiten en la mayoría de los hospitales de la provincia. Allí se mezclan ancianos, embarazadas, mujeres enfermas, gente que ese día debe seguir trabajando y hasta adolescentes. Son eternas. Y no se acaban cuando los pacientes obtienen el turno. Todos deben seguir esperando un par de horas más hasta que finalmente los atiendan. Reflejan cómo la burocracia y las malas decisiones pueden complicar, y mucho, la vida de miles de personas. Y también revelan otro costado del problema: la falta de profesionales en los hospitales rionegrinos.

En la provincia trabajan cerca de 1.600 médicos: uno cada 600 habitantes, el número que recomienda la propia Organización Mundial de la Salud. Pero ocurren dos cuestiones: la mayoría trabaja en el sector privado y casi todos prefieren los centros urbanos. Algo que no ayuda demasiado cuando se calcula que más del 30 por ciento de la población no tiene obra social.

Lo admiten las propias autoridades provinciales: la distribución de los profesionales en Río Negro no es la ideal y esto hace que no todos tengan las mismas oportunidades. También las complejidades de los 34 hospitales que hay difieren y esto hace imposible, para muchos, obtener atención especializada sin hacer largos viajes o tener que soportar colas interminables para obtener un turno. Pero además de médicos, también faltan enfermeros. Un ejemplo: en el hospital cipoleño trabajan 134. Para llegar a condiciones óptimas se precisan al menos 109 más, de lo contrario hay varios servicios que no se brindan, en sectores como traumatología, cirugía general, terapia intermedia, oncología. La carencia de enfermeros incide también en no poder habilitar la guardia pediátrica, independiente de la guardia general de adultos.

 

******

 

Ahora ya son más de las cinco. Afuera hace frío, está nublado y la gente no para de entrar. Hay una chica de 24 años, que se llama Soledad, que busca una ginecóloga: desde hace dos meses está con pérdidas y en medio de esta burocracia sólo tiene dudas. “Si me atendiera en una clínica en dos días me dirían lo que me pasa, pero no tengo plata. La única que me queda es hacer estas colas de madrugada y bancarme este sistema de atención”, dirá. También hay una embarazada de 24 años, madre de dos hijos, que espera parada, junto a una amiga. Sin fotos, dice. Tiene que seguir viniendo. “A mis nenes los atiendo en la salita del barrio, en Aeroclub, pero a mí no me queda otra. Lo que más me molesta de esto es que a veces tenés turno para las ocho de la mañana, por ejemplo, y son las 9 y todavía el médico no llegó. Encima, a veces llegan, te atienden dos minutos y te despachan. De todos modos, en mi casa estamos acostumbrados a esto. Mi mamá sufre tiroides y en mi casa todos los días, de lunes a viernes, tenemos que hacer esta cola para tener un turno para que a ella la controle su médico. A veces viene mi papá, nos turnamos”, cuenta.

Detrás de ella hay caras que escuchan, que miran para abajo, que prefieren no contar. Están cansados, tienen sueño. En todas partes hablan de lo mismo y nadie hace nada, dicen. La más desconfiada del periodismo es una mujer de 70 años, que espera parada desde hace dos horas. Sabe que nadie le va a ofrecer una silla. Porque no alcanzan. Porque todos están igual de agotados. Tampoco la necesita, dice. Y sigue parada.

 

******

 

La demanda en los hospitales ha crecido notablemente en los últimos años, y con ella las necesidades. Se calcula que el nosocomio allense atenderá este año 20% más de consultas que el año pasado. Y así, todos. Sin embargo, el plantel de profesionales no se incrementó como debiera. “Sucede que nosotros somos el único hospital que tiene endocrinóloga, entonces viene gente de toda la región a atenderse. Pasa lo mismo con el oftalmólogo y el neurólogo”, contó Ana María Hernández, directora de ese centro. “Hoy nuestras necesidades pasan, además de las mejoras edilicias proyectadas, por contar con más médicos clínicos, generalistas, y al menos un psiquiatra, ya que hasta el momento viaja un profesional de Huergo sólo una vez por semana”, dijo.

Algo parecido ocurre en Chimpay, donde se atienden por día unas cien personas en el hospital. Pese a ello, faltan médicos: para una población se seis mil personas, que crece y mucho en la época de la cosecha, hay tres generalistas, dos de ellos -que deben viajar de Choele Choel- destinados momentáneamente para cubrir la emergencia. Allí dicen que sería ideal contar con al menos cinco profesionales. Y que desde el gobierno ya les anticiparon que eso será imposible.

Y en la Línea Sur, donde las carencias nunca sorprenden, hay un dato que llama la atención. Allí viven unas 30.000 personas, repartidas en siete pueblos y una docena de parajes. En ningún hospital hay oculista. Los vecinos –los que pueden, claro– viajan cientos de kilómetros para atenderse y muchas veces llegan tarde: cuando enfermedades fácilmente curables, ya están muy avanzadas. En la mayoría de los hospitales de esa zona tampoco hay pediatra.

 Adriana Gutiérrez, ministra de Salud de Río Negro, admitió los problemas en algunos centros de la provincia en relación a las largas colas y las crecientes necesidades de atención, aunque sostuvo que se “está trabajando para modificar el sistema y mejorar el funcionamiento de los centros de salud”. Gutiérrez asegura que “no tenemos déficit de médicos en general, aunque sí en forma puntual” y ensaya una explicación para la creciente demanda: “Las afecciones estacionales y el funcionamiento problemático de algunas obras sociales han hecho que este año la demanda se haya incrementado notablemente, aunque el sistema no colapsó”.

 

******

 

La que habla ahora es Nélida, 54 años, vecina de Barrio Nuevo, con una pierna operada hace dos meses, incansable. “He venido varias veces y me ha pasado de llegar a la ventanilla y que me digan que no hay más turnos. A mi hijo le pasó la semana pasada, se comió toda la cola y cuando llegó a la ventanilla le dijeron que el dentista no atendía ese día… ni siquiera un cartel habían puesto para que la gente se entere. Yo desde hace un tiempo hago esto. Preparo el mate, me tomo un taxi y me vengo, tempranito para no quedar tan atrás. El tema es que a veces, cuando abre la ventanilla a las seis, conseguís el turno, pero te dicen “el doctor la va a atender a las 9 de la mañana” y te tenés que quedar acá, no te queda otra. O te vas a tu casa, tomás algo, descansás un poco y volvés… pero no todos viven cerca del hospital. Hay gente que viene de Stefenelli, de Gómez, a varios kilómetros, y no es tan sencillo”, explica.

Eso justamente le pasa a Carlos. Tiene 60 años, vive en Stefenelli y llegó a la cola a las cuatro de la mañana: quedó bastante lejos del primero. Está acá por su mujer, operada hace poco, en plena rehabilitación de un brazo. “Me vine en bicicleta, apenas saque el turno me vuelvo, le digo a qué hora le tocó y me voy a trabajar. Ella se viene en taxi y espera a que la atiendan. Siempre hacemos así”, dice.

Ya son casi las seis de la mañana y en un rato todos ellos, que ya son más de 30, sólo se concentrarán en el momento en que se abra la ventanilla. La cola ya dio una vuelta y llega hasta la puerta. Ellos están al final y no están seguros de irse contentos. Saben que esta vez los últimos no serán los primeros. En estos lugares eso nunca sucede.

 

CINCO LOCALIDADES, CINCO PROBLEMAS

 

El mapa de la salud rionegrina en crisis no deja de sorprender. Pasen y vean.

En Fernández Oro viven más de ocho mil personas. No tienen hospital, tampoco sala de internación. Cualquier paciente en problemas debe ser derivado a Cipolletti, la ciudad más cercana.

En Roca la prometida terapia pediátrica para el hospital sigue sin funcionar. Los equipos fueron donados y el lugar está, pero todavía nadie tomó la decisión de ponerla en marcha. El hospital local es cabecera en la región y por lo tanto hasta allí llegan los casos más graves. Sin embargo, los chiquitos siguen siendo derivados a la salud privada, con los elevados costos que ello implica.

En Viedma viven más de 60.000 personas. Muchos de ellos deben realizar colas en plena madrugada para obtener un turno con un especialista. La mayoría no lo consigue.

En Huergo, una enfermera llegó al límite hace unos días: rodeada por sus compañeros, decidió encadenarse a una silla de ruedas en reclamo de mejoras edilicias en el nosocomio. Algo logró: de a poco comenzaron a arreglar las cañerías de la calefacción. Y a la mujer le prometieron un sumario administrativo.

Pero el colmo de lo increíble se dio en la Línea Sur. En Comallo. Allí, los médicos decidieron realizar la atención ambulatoria de pacientes en una vivienda ante el deterioro del centro de atención médica. Fue en junio pasado y la situación no cambió en nada desde entonces.

 

TEXTUAL

 

Luisa Lamalfa, directora del hospital de Choele Choel. “Tenemos falta de médicos de la especialidad de medicina general en todo Valle Medio, pero con situación más crítica en la localidad de Chimpay (…). No conseguimos profesionales. Yo vengo ya desde hace dos años, en todo el país conectándome, incluso he viajado especialmente a lugares donde hay residencias y no hemos conseguido. Por distintos motivos, pero principalmente porque a los profesionales les cuesta mucho desprenderse de las grandes urbes”. 

 

QUE PASA EN EL SECTOR PRIVADO : “Estamos trabajando al límite”

 

Suena. Está llamando.

–Hola… sí, quería pedir un turno con el dentista para la semana que viene.

–Imposible. El doctor no tiene turnos hasta dentro de cuatro semanas

–No se puede hacer una excepción…

–Imposible, señor… el doctor tiene todo ocupado hasta dentro de un mes

–…

La respuesta no deja margen y la escena, aunque repetida, no deja de sorprender. Es un fenómeno que se acrecentó en los últimos meses: cada vez cuesta más conseguir un turno para atenderse con médicos clínicos, dentistas, oftalmólogos y otros especialistas en la región. El desborde en la atención cotidiana de pacientes que parece sumir en un principio de crisis al sistema de salud pública rionegrino, también cobra eco en el servicio de la salud privada.

Hoy, tanto los sanatorios como clínicas en general, están “sobrepasados” por la avalancha de consultas y demandas por prestaciones que se viene registrando desde el último tiempo.

Y lo que sucedió este año marcó un quiebre. Allá por los meses de junio, julio, cuando el frío más crudo se apoderó de la región directamente “no había más camas” y los enfermos tenían que ser trasladados a otros lugares. “Hasta rechazamos derivaciones e internaciones porque no teníamos más capacidad”, contó Roberto Bernardini, titular de uno de los sanatorios más importantes ubicado en Roca y presidente de la Federación de Clínicas de Río Negro.

Para Ernesto Terán, un profesional barilochense que lleva las riendas de la Federación Médica provincial, el fenómeno es palpable día a día y –en su opinión– tiene que ver, en parte, con la salida de la crisis del 2001, cuando los argentinos debieron reducir al máximo sus pretensiones –tanto en salud como en otros aspectos– y la recuperación del empleo. Esto les permite a muchas familias contar con obras sociales que le aseguran mayores opciones sanitarias y una entrada al sistema privado de salud.

También ligado a este panorama, Terán sostuvo que todo derivó en que además de por cuestiones puntuales –enfermedades específicas o urgencias– “ahora la gente asiste más para hacer prevención y realizarse controles periódicos”.

Bernardini explicó que actualmente los sanatorios, clínicas y consultorios están atravesando “un pico” en la atención. “En general todos hemos ido ampliando, mejorando, pero estamos sobrepasados. Estamos trabajando al límite de lunes a viernes, con un trabajo muy intenso, y algo más tranquilos sólo los fines de semana”.

 

 

   
Diario Río Negro
   
 
 
 
Diario Río Negro.
Provincias de Río Negro y Neuquén, Patagonia, Argentina. Es una publicación de Editorial Rio Negro SA.
Todos los derechos reservados Copyright 2006