La tragedia de Villa Valeria ocurrida dos semanas atrás, en la que tres niñas, dos bebés, un joven y dos mamás murieron calcinados al incendiarse un vagón del ferrocarril en el que dormían hacinados desde hacía tiempo, puso al descubierto uno de los rostros más crueles de la inequidad social: el déficit habitacional. Además remarcó una paradoja que duele, determinada por el drama de los sin techo en momentos en que la construcción de viviendas y departamentos para venta o alquiler es uno de los motores más potentes de la economía en el país.
Quizá las víctimas que llevaron a imprimir en las tapas de los diarios el nombre de aquel pequeño pueblo ubicado 205 kilómetros al sudoeste de Río Cuarto y a más de 400 de la ciudad de Córdoba, no hayan figurado en el censo de Población, Hogares y Viviendas correspondiente al período 1991-2001.
Según ese relevamiento realizado por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec) en la provincia cuyo gobierno la promociona como el "corazón" del país, unas 240 mil familias habitan en casas que no son propias, en unidades habitacionales precarias u ocupan espacios que retratan al hacinamiento con sus rasgos más descarnados.
O lo que es lo mismo: alrededor de un tercio de los habitantes de Córdoba aún no ha consumado el sueño de la casa propia.
Sin embargo, pese a la agobiante realidad, hay muchos que mantienen la esperanza o lo que es más valorable aún, realizan esfuerzos descomunales para que la casa propia deje de ser sólo una ilusión.
Como los horneros
En Jesús María -50 kilómetros al norte de la ciudad de Córdoba- un grupo de mujeres del barrio Sierras y Parque están levantando 15 viviendas en forma comunitaria, con el asesoramiento técnico de la Municipalidad.
El trabajo está organizado por etapas y en dos turnos: seis personas por la mañana y nueve por la tarde.
Este programa de autoconstrucción de casas es fruto de gestiones realizadas por el gobierno local ante el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación y tiene como finalidad mejorar las condiciones de las familias con necesidades básicas insatisfechas que no cuenten con vivienda propia.
Cada unidad habitacional tiene un costo de unos 15 mil pesos y el conjunto se levanta en terrenos cedidos por el Municipio.
Una experiencia similar se está desarrollando en Hernando, 145 kilómetros al sur de la Capital cordobesa.
En este caso, en el segundo semestre del año finalizará la construcción de siete viviendas sociales a través del esfuerzo propio y la ayuda mutua de sus beneficiarios. La Nación aportó 100 mil pesos para los materiales y el Municipio donó los terrenos.
Por la misma huella, 10 mujeres de Río Tercero avanzan hacia el techo propio. Son jefas de hogar beneficiadas por un plan local en la que aportan la mano de obra, el Municipio presta el apoyo técnico y el personal especializado (electricistas, plomeros, etcétera), y la Cooperativa de Obras y Servicios Públicos dona el cemento para las paredes y el techo.
Cáritas multiplica ladrillos
Por otro lado, en cumplimiento de su misión de dar respuestas integrales a las problemáticas de la pobreza desde los valores de la dignidad, la justicia y la solidaridad, Cáritas se ha transformado en el principal agente de edificación de viviendas sociales en el sudeste provincial. A través de un sistema de autoconstrucción asistida ya entregó 36 casas, tiene alrededor de 200 encaminadas y proyecta otras 350 que estarían concluidas en el primer trimestre de 2008, distribuida en 14 ciudades y pueblos de la región.
Con fondos provenientes del Plan Federal de Viviendas, la pastoral de la Iglesia católica construye casas de entre 60 y 90 metros cubiertos que se ejecutan en menos de un año. Los beneficiarios tienen hasta 30 años para pagarlas, en cuotas de unos 90 pesos por mes.
También varios municipios que reciben los beneficios del movimiento de dinero que genera el boom de la soja y los granos decidieron probar suerte con la construcción de viviendas para los sectores sociales medios.
En La Laguna (a 190 kilómetros al sur de la ciudad de Córdoba) la Intendencia invirtió unos 300 mil pesos para levantar ocho casas de calidad que se comercializarán a 80 mil pesos cada una, más o menos.
"Con la ganancia que obtengamos seguiremos construyendo viviendas para satisfacer, en la medida de nuestras posibilidades, la creciente demanda habitacional en la zona", afirmó el intendente Edmundo Bosco.
El municipio de Ticino (departamento General San Martín) es otro que destinó fondos a la promoción de viviendas sociales. Compró parte de un campo del que cedió parcelas para que se levanten 10 casas del Plan Federal y el resto del loteo se comercializará entre particulares dispuesto a construir viviendas en forma inmediata.
En La Playosa (186 kilómetros al sur de la Capital) desde hace una década se implementa un plan de ahorro con cuyos fondos el Municipio construye casas para los suscriptores. En el lapso transcurrido ya edificó 150 propiedades, según indicó el intendente Aurelio Semezín.
Pero más allá de estas y de otras obras que sirven de ejemplo y estímulo para seguir soñando con el techo propio, hay coincidencia entre quienes entienden en la materia sobre que el déficit habitacional no empezará a corregirse hasta tanto se instrumenten estrategias de Estado a largo plazo y se aborde el problema desde una perspectiva política, económica y social.