Claudio andrade

Han sido días para el recuerdo. Después de todo, la música siempre permanece en la memoria. Como aquel personaje melómano de "Alta fidelidad", Rob Gordon, interpretado por John Cusack, no estaría mal emprender una división de nuestra biografía por medio de canciones emblemáticas que la hayan marcado a fuego.

La Semana Musical Llao Llao mostró hasta hoy uno de los programas más íntimos de su historia, de largos 18 años, aunque no por eso podría calificárselo de los más accesibles. La fragilidad también posee sus propias claves de acceso.

Algunos momentos que quedarán en la bitácora de viaje.

La suave pendiente de "La muerte y la doncella" de Franz Schubert, interpretada por el prestigioso Alexander String Quartet. Después de arrancar con dos obras complejas hasta cierto punto cifradas y no carentes de misterio, el cuarteto norteamericano cerró su presentación con una obra maestra de Schubert donde la exaltación y la autoconciencia de la finitud se vuelven sonido y poesía.

El joven pianista Roman Zaslavsky dejó su virtuosa impronta en la Semana Musical. Su exquisita digitación fue puesta a prueba con obras de Tomer Lev, Schumann, Debussy y Sergei Rachmaninoff, en un programa tan exigente y ambicioso que pocos pianistas de la actualidad están en condiciones de llevarlo a buen puerto.

Zaslavsky es un artista que ensambla sobre un mismo piso sonoro ciertas contradicciones. Su notable intensidad se entremezcla con una evidente calidez humana al tocar. Y aunque el vértigo es uno de sus sellos también es capaz de contener la arremetida sin desbordar el cauce natural de la pieza.

Una fórmula interpretativa que encontró un rumbo aún más original cuando sorprendió con una partitura del compositor contemporáneo Tomer Lev que trasladó a la audiencia a un escenario conceptual realmente novedoso. En definitiva, fue una ejecución breve, distinta y conmovedora.

Por la Semana Musical también pasaron Carla Filipcic Holm (soprano) quien, junto a Haydee Schvartz (piano), ofreció un soberbio y nutrido programa con obras de Gustav Mahler, Edgard Grieg, Joaquín Rodrigo, Antonin Dvorak y Maurice Ravel.

El cuarto concierto presentó a la Orquesta Semana Musical con los violinistas Xavier Inchausti y Rafael Gintoli, alumno y maestro (y maestro de maestros), presentando obras de Johann Sebastián Bach, Mozart, Paganini, Alberto Ginastera y Pablo Sarasate.

En un día de dolor nacional, fue el turno del sobresaliente Cuarteto de Cuerdas Petrus. La introducción del concierto estuvo esta vez a cargo de otro erudito de la música clásica, Marcelo Arce, luego de que Nelson Castro concluyera su participación en el ciclo, en el que no sólo retrató el origen y el sentido de las obras sino que dejó una frase de la cual agarrarse: "Esto es la música. La música salva, el arte salva". Tan sencillo como verdadero.

El conjunto ofreció el Cuarteto en la menor, Op. 41 Nº 1 de Robert Schumann y el hermoso Cuarteto en re mayor, Op. 44 Nº 1 de Félix Mendelssohn. Sin embargo uno de los pasajes más cálidos de la noche fue cuando interpretó los "Tres movimientos porteños de José Bragato", especial combinación de acordes clásicos con texturas tangueras.

Ayer fue el turno del maestro Néstor Marconi y de los destacados músicos Alexander Barrios (Venezuela) y Fernando Ciancio (trompetas), dirigidos por Rafael Gintoli, en lo que suele llamarse la Noche del Tango de la Semana Musical. En una noche de ritmos marcados y sonoridades vivaces se escucharon composiciones de George Philipp Telemann, Johann Baptist Georg Neruda, Antonio Vivaldi y el propio Marconi.

Uno de los hechos más relevantes de este año fue el reconocimiento a la carrera de dos grandes artistas por parte de la Semana Musical: el historietista Carlos Casalla y la pianista, clavecinista y compositora Mónica Cosachov. Ambos tuvieron la amabilidad de mostrar su trabajo y de conversar con el público acerca de la vida y el arte. Dos diálogos capaces de trascender el tiempo y la rutina.