"Un informe sobre la banalidad del amor", que viene de reponerse desde el pasado 12 de febrero en el Teatro Cervantes, es una compleja historia de amor en la Alemania nazi, inspirada en la relación entre Hannah Arendt y Martin Heidegger.

El primer encuentro del entonces profesor de historia de la filosofía y la joven estudiante judía fue en febrero de 1925 en la Universidad de Marburgo, para hablar del ensayo sobre Platón que ella había escrito. La obra de Mario Diament toma parte en ese vínculo entre estos grandes pensadores del siglo XX, que desde su primera cita creció y perduró por años.

En el marco sociopolítico alemán, con el apogeo y ocaso del nazismo y a pesar de las grandes diferencias que los separan -Martin apoya el cambio enrolado en el partido nacionalsocialista y Ana, por su condición judía, experimenta de cerca las crueldades del régimen imperante, incluyendo su detención en un campo de concentración-, igualmente ansían volver a estar juntos.

Osmar Nuñez y Alejandra Darín, que ganó el ACE como mejor actriz por esta obra, interpretan a estos dos seres desesperados y aunados por la sinrazón del amor.

Antes de que la obra suba al escenario de Casa de la Cultura de Roca, el domingo a las 20, "Río Negro" habló con Alejandra Darín, la protagonista.

"En los primeros pasos, al ponernos en contacto con el texto, se tiran muchas líneas y cada uno va tratando de evacuarlas a medida que van descubriéndose como interrogantes. Uno muy importante, que tanto Osmar como yo despejamos entre nosotros y estuvimos de acuerdo, es que se trata de una historia de amor. Más allá de las circunstancias de tiempo y espacio que les tocó vivir a Arendt y Heidegger.

-Ella se casa en segundas nupcias con un dirigente marxista (Heinrich Blücher); él sigue siendo nazi. Y sin embargo el amor se mantiene, superando tan grandes contradicciones.

-Me parece que en su caso? supongo, claro, que la admiración de Hannah por la brillantez intelectual de Martin y también la que él sentía por ella, no limó de hecho las asperezas, las diferencias ideológicas que tuvieron, pero posibilitó el respeto. Sin ánimo de comparación con nadie, uno mismo al pensar en alguien con quien tiene cierto tipo de diferencia, aunque no a este nivel, sin embargo lo respeta.

-¿Qué proceso te generó como actriz, qué temores, qué dudas?

-Yo no suelo ser muy temerosa en general, y menos en este caso. Con las obras de Diament que hice, la sensación que me gusta mucho es que me siento en cierta manera identificada con algunos aspectos y empiezo a profundizar, tratando de aprender sobre eso, dentro de lo que tengo en mí, para poder representarlos. Si a simple vista está alejado, trato de ver por qué camino puedo abordarlo. Como en el caso de la condición judía de Hannah. Al no haberla vivido, es lo que más difícil me resulta y tengo que buscar recursos para compensar la ausencia de información por ese lado. Debo imaginarla y buscarla, por otro. Pero los miedos que puedo tener son lógicos, naturales, y se disipan cuando se empieza a caminar. Esto lo da un poco la experiencia del teatro. Si bien no en las mismas circunstancias, los personajes generan reacciones muy distintas, pero los temores son parte del proceso. Por lo tanto no son aniquilantes, inmovilizadores. No me pasa eso. Por ahí digo "Va a ser medio complicado llegar, ¿cómo haré?". Pero para eso tengo a los compañeros y al director.

-¿Las reacciones del público se relacionan con ese amor esencial entre Arendt y Heidegger o con las contradicciones entre ambos?

-Con el amor. Estoy convencida. No sólo por lo que siento desde el escenario o la información que nos llega tiempo después de que un espectador ha visto la obra sino porque hicimos la experiencia el año pasado (durante la primera temporada), en el Nacional Cervantes, de salir al hall tras la función como despidiendo a la gente en lugar de irnos a los camarines. Eso fue muy fuerte -generalmente no se hace- porque aparecía muy fresca la impresión o la noción que generó. La obra tiene la particularidad de no dejar a nadie afuera, justamente porque es una historia amorosa. Si fuera sólo una lectura en lo intelectual, ideológico, político o filosófico, la mayoría quedaría excluida. La magia de "Un informe?" está en -con el permiso de estos dos personajes- contar la historia de una pasión.

-Pasión que puede darse hoy entre una chica libanesa y un joven israelí.

-Es que sin duda la hay. Creo que son situaciones que podríamos ubicar como extremas, pero en tantas historias de amor hay lugares hasta insalvables, en el peor de los casos... Yo me remito a mi experiencia en la vida y en los vínculos amorosos, y no solamente de pareja con un hombre sino en la amistad. La calidad de únicos que tenemos hace que al encontrarnos con otro en un plano amoroso las diferencias formen parte también del amor, que salva las brechas, esa soledad en la que estamos encerrados, esa especie de caparazón conformada por nuestras creencias, nuestra educación, nuestro sexo, nuestros?

-...prejuicios...

-¡Claro! Entonces uno se puede convertir y puede trabajar en ser de amor, cada vez más. Ése es el camino vital. ¿Para qué uno está acá? ¿Para qué estamos metidos -como dice Edgar Allan Poe- en este sueño dentro de otro sueño? Si hay una respuesta, al menos para mí, se relaciona con ampliar los límites con los que arrancamos la vida, culturales y educacionales, donde pareciera abismal el camino de uno hacia otro... tanto que por momentos semeja abismal el sendero hacia uno mismo. El amor es el puente de uno consigo mismo y con los demás. Como ésta de Hannah y Martin, todas las relaciones tienen particularidades y la obra representa en líneas fundamentales casi cualquier historia de amor, de pasión, de idas, venidas, desencuentros, perdones, ruegos.

"Un informe sobre la banalidad del amor"

FICHA TéCNICO-ARTíSTICA

Actores: Alejandra Darín y Osmar NÚñez actuación en video: Marta Bianchi, Héctor Bidonde, Ingrid Pelicori y Horacio Roca Iluminación: Roberto Traferri; realización audiovisual: Leandro Bartoletti; diseño de vestuario y de escenografía: Alberto Bellatti; asistencia de dirección: Mónica Quevedo.
producción: Daniela Szlak
Dirección: Manuel Iedvabni

EDUARDO ROUILLET