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  Viernes 12 de Febrero de 2010  
 
 
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  Sade renace
 
 
 
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Los amigos de nostálgicos del pop melancólico pueden suspirar al fin de alivio: tras diez años de silencio vuelve a resonar la aterciopelada voz de Sade Adu con el lanzamiento del disco "Soldier of love" .

Desde su álbum de debut "Diamond life" de 1984, su suave voz es la inconfundible seña de identidad de la cantante británica.

Cuando en la década de 1980 el pop giraba alrededor de los desalmados sonidos sintéticos, los peinados batidos y las atrevidas combinaciones de jerseys con calzas, Sade y su banda de tres integrantes presentaban un elegante cool jazz, refinado con puntuales solos de saxo y decentes actuaciones de latin pop. Con el enigmático álbum "Smooth operator" en 1984 las pistas de baile se vieron súbitamente envueltas de un halo de olvidado romanticismo al ritmo del cual parejas estrechamente abrazadas se mecían a la luz de las luces de neón que iluminaban los bares.

Ahora en su última creación "Soldier of love" la cantante británica de origen nigeriano ha descubierto el rhythm and blues contemporáneo. El gusto por la construcción abierta de compases y de frases sincopadas queda patente ya en la primera canción, "The moon and the sky". En ella Sade expresa con una voz ligeramente áspera el dolor por una relación pasada.

La mujer de 51 años no ha perdido de vista su tema central: continúa cantando acerca de peleas entre amantes.

Lo que sí suena novedoso es el tema que da título al disco y que es al mismo tiempo el más intenso del álbum. Aporreos rígidos de timbales irrumpen en el primer plano sonoro y los aullidos de potentes guitarras arrancan al más enamorado de sus ensoñaciones.

Sade nunca se ha mostrado tan guerrera a sus oyentes. En el video musical que salió a la luz antes que su disco la cantante traslada la imagen de un mundo de desconsuelo en el que centellean rayos, retumban explosiones y hombres uniformados bailan al unísono.

Sin embargo, ese tono algo más agresivo no es una constante en el álbum. El resto del disco contiene baladas con reminiscencias del "dub", como "Babyfather", en la que canta de fondo Ida, la hija de 13 años de la cantante, o "Long hard road".

Todo ello suena bien, pero musicalmente es poco espectacular. Más bien da la impresión de que Sade pretende experimentar con sonidos y estilos. En "Be that easy" se atreve hasta con el country.

Que Sade sea capaz de sorprender no es nada nuevo. Una y otra vez se sumergía en su vida privada. A comienzos de los años 90 se divorció del productor de cine español Carlos Scola sin que se supiera antes de su boda y en 1996 concibió a su hija tras una aventura con un músico jamaiquino. En el 2000 salió inesperadamente el álbum "Lovers rock". Un año después Sade se fue de gira por Estados Unidos.

Tan pronto como había regresado a los escenarios volvió a desaparecer. Esta vez se refugió de la esfera de lo público en una zona idílica al norte de Londres. "No soy precisamente sociable -dice Sade-. Me gusta hacer cosas sola, como escribir o dedicarme a la jardinería".

Hace dos años los miembros de la banda se encontraron de nuevo en un estudio. En varias sesiones compusieron las canciones del nuevo disco recurriendo a nuevos accesorios estilísticos sin abandonar sus bellos sonidos melancólicos. Sade es consciente de la ambivalencia de su música: "De la tristeza puede aflorar la felicidad, mientras que canciones alegres te pueden hacer sentir aún peor". (DPA)

   
   
 
 
 
 
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