Adriana Giuliani es docente de la Facultad de Economía de la Universidad Nacional del Comahue y se especializó en historia económica. Su tesis se convirtió en el libro "Petróleo y economía neuquina", editado en el 2008. Allí sostiene que hay una similitud entre la economía de los denominados países petroleros y la provincia del Neuquén. No es muy optimista sobre un cambio de la matriz productiva provincial con los recientes anuncios de yacimientos de gas no convencional y sostiene que el Estado nacional tendría que volver a detentar el monopolio de la actividad.

-Me parece que los anuncios no modifican el carácter de economía dependiente de los hidrocarburos. Claro que trae alivio al sector, que venía bastante declinante. Pero no modifica en lo sustancial el carácter de la economía en general. He estudiado bastante la evolución del destino que se le da a la renta petrolera -que son las regalías en el caso de la provincia- y se nota un aumento constante en gastos corrientes y, dentro de esas erogaciones, el gasto en personal. Se ve muy clara esa tendencia. Hasta el 2008 las regalías compensaban lo destinado a salarios e incluso esos ingresos eran superiores. Esto se fue revirtiendo y hoy el gasto salarial es superior a esos ingresos. Incluso el dinero recibido por las prórrogas se destinó en parte a gastos corrientes, cuando eso estaba prohibido. Lo ponen como recursos corrientes y entonces va a parar a cualquier tipo de erogación. Hay un monto que está destinado a obras y que lo maneja la fiduciaria, con una parte que se coparticipa a los municipios. Incluso los municipios también usaron parte de ese dinero para gastos corrientes. Y el gasto en personal refleja que el Estado sigue siendo el gran demandante de mano de obra. El sector petrolero ya de por sí requiere poca mano de obra y no hay otra industria o actividad que lo haga, entonces el Estado tiene que salir a cubrir ese déficit. O sea que este anuncio nuevo (de concretarse, porque hay analistas que lo dudan) va a traer aire al sector, tanto a nivel de la actividad en la provincia o en toda la cuenca como en el aspecto del suministro de energía para el país. Con el esquema de precios acordado las inversiones deberían realizarse, pero todo esto va a tardar, no es cosa de un día para otro. En ese sentido es auspicioso, para Neuquén significará la reactivación del sector porque la actividad económica de la provincia se mueve en torno de los hidrocarburos (comercio, servicios, transportes, etcétera). Se nota cuando la actividad anda bien o está declinante. Si bien el Producto Bruto Geográfico es el 50%, indirectamente la dependencia es mayor. Hay mediciones que dicen que un 70% de la economía neuquina está vinculado de alguna manera con los hidrocarburos. Pero eso tampoco tiene que conformarnos: hay que tener presente que de alguna manera hay que ir buscando la diversificación. Eso es algo que está en todos los discursos desde hace años, pero nunca se concreta.

-¿Qué habría que hacer para concretarla?

-Habría que destinar recursos para fomentar actividades productivas fuera del sector (turismo, agropecuarias, etcétera). Por ley existen organismos que tendrían que dedicarse a eso como el Iadep, el Centro Pyme o el Banco Provincia mismo; por lo menos en sus estatutos de creación tienen ese objetivo. También el dinero percibido por las prórrogas petroleras tendría que haber servido para eso. Y por supuesto los distintos endeudamientos que aprobó la provincia estaban destinados para esas obras.

-¿No son suficientes los fondos públicos o no se destinan para ese fin?

-No se concretan. Eso se vio con las prórrogas. Está comprobado que parte del pago inicial fue a rentas generales del presupuesto. Y, además, de lo que se destinó a la fiduciaria el gobierno pidió autorización para usar parte de esos fondos para otros fines con la promesa de reponerlos más tarde. En definitiva, en los proyectos está todo bien, tendría que haber muchos fondos para intentar una reconversión de la matriz productiva. En los hechos es otra cosa. Y esto viene en agenda desde la época de la gobernación de Salvatori. Pero las urgencias de cada momento hacen que siempre quede postergada la transformación.

-Este anuncio de los yacimientos no convencionales puede ser una nueva oportunidad?

-Ojalá que los futuros fondos de la renta por esa explotación se usen para eso. Ya lo dije, habrá más actividad en el sector y en la economía en general, pero esto no cambia la fragilidad del sistema por la dependencia que hay de los hidrocarburos, un sector que no es renovable y en mayor o menor medida provoca contaminación.

-¿Se corre el riesgo de que los proyectos destinados a generar electricidad a partir de recursos renovables se paralicen?

-Puede ocurrir, porque esta posibilidad del gas es más tentadora, más rápida. Particularmente no creo que se deban dejar de lado estos yacimientos; cuando un territorio es rico en recursos naturales no es que no se deban explotar pero hay que ver la modalidad. Algo similar ocurre a nivel nacional con la soja.

-Subsiste además el debate sobre quién extrae y obtiene las ganancias de este sector, si el Estado o las empresas privadas.

-Esto tiene que ver con la voluntad política de las gestiones de gobierno. Evidentemente, ni el provincial ni el nacional tienen en agenda la posibilidad de que la actividad vuelva a manos estatales.

-A pesar de la creación de Enarsa?

-Enarsa tiene actividades marginales en el conjunto del sector. La participación estatal no está en la voluntad política de estas gestiones de gobierno. Entonces parece que la discusión queda en el pasado, y para mí es muy importante. Lo mismo ocurre con la denominada "ley corta" de hidrocarburos. Porque la provincialización de los recursos fue un hecho fundamental que modificó el escenario, porque una cosa es que el Estado nacional en conjunto con las provincias productoras defina la política del sector y otra que cada provincia o cada gobernador negocie por separado. Para mí lo mejor es la empresa estatal, pero si esto no se da, la "ley corta" vino a debilitar aún más la posibilidad de que el Estado defina pautas, sobre todo teniendo en cuenta la importancia de los hidrocarburos como recurso estratégico para un proceso de desarrollo. En este caso, cada gobernador define como quiere o como puede, según sus urgencias. Y hay hechos que van marcando una pauta; por ejemplo, si en un acuerdo de renegociación se establecen sólo tres puntos adicionales de regalías, es difícil que en otra provincia puedan negociar algo mejor. La primera renegociación importante fue la de Cerro Dragón, y esos tres puntos adicionales de regalías marcaron luego el resto de las renegociaciones. Acá en Neuquén las prórrogas se dieron justo en un momento en que la actividad comenzaba a declinar y las empresas presionaron para ceder lo menos posible y prometiendo inversiones que no se cumplieron en su totalidad y que evidentemente no fueron suficientes para reactivar al sector. Veremos si se da con estos nuevos anuncios. Una vez más: más allá de que se concreten estos nuevos yacimientos, no se modifica la dependencia de la economía neuquina de esta actividad extractiva.

LA MALDICIÓN DEL PETRÓLEO

-¿Cómo se sale de la encrucijada entre los subsidios para mantener las tarifas y los mayores precios que piden las operadoras para poder invertir?

-Los subsidios hay que mantenerlos. Las empresas comparan con los precios internacionales, pero cuando se toman los costos de extracción el análisis se modifica. Entonces, eliminar los subsidios y aumentar las tarifas residenciales por un reclamo parcial no es adecuado. No me parece justo que los sectores más vulnerables terminen asumiendo mayores beneficios para las empresas. Las empresas no difunden sus costos, pero hay estudios que indican que los márgenes son importantes. Existe el concepto de la maldición de los recursos naturales. Una provincia como Neuquén tiene mejores ingresos que otras, pero a su vez está como condenada a depender de la actividad, como destinada a tener una sobredimensión estatal o desigualdad en la distribución del ingreso. Hay que terminar con esta resignación. Hay ejemplos de otros territorios que tienen recursos naturales y enfrentaron esos "daños colaterales" con política económica. La política es el remedio para la enfermedad.

-¿De cuánto es la participación del Estado en la renta petrolera?

-Es muy baja, de apenas el 20%. Además, de lo que ganan las empresas, la mayor parte se va, no ya de la provincia sino del país. No hay ningún tipo de restricciones para girar los dividendos fuera del país. Para poder contrarrestar aquella propaganda de que el Estado es sinónimo de ineficiencia para la explotación de los recursos naturales hay que mostrar los resultados: comparar lo que se prometía cuando se decía que la privatización era la solución a todos los males y qué es lo que tenemos hoy. De hecho, en casi 20 años hubo muy pocos descubrimientos y por lo tanto se han sobreexplotado los actuales yacimientos.
 

PABLO LUPANO