Desde que a mediados de la década de 1990 la legislación medioambiental y de seguridad en el trabajo se puso a tono con tendencias mundiales en la materia, las empresas hidrocarburíferas que operan en el país comenzaron a modificar sus pautas de comportamiento. Lentamente, se verificó un cambio de paradigma: hoy se entiende que el cuidado de la salud, la seguridad y el medio ambiente es una inversión más que un gasto.

A principios de este mes, la seccional Comahue del Instituto Argentino del Petróleo y el Gas (IAPG) presentó a las autoridades provinciales de Neuquén un informe sobre las tareas que realiza la subcomisión de Salud, Seguridad y Medio Ambiente. En la zona, el IAPG nuclea a 74 empresas (operadoras y de servicios).

La subcomisión está formada, entre otros, por Félix Bracco, Cecilia Calleja, Juan Carlos Gaboardi, Abel Grunfeld, César Gutiérrez, María Laura Moreyra, Carlos Soraire y Carlos Violini.

"Ir a un pozo petrolero hoy es totalmente diferente que hace 30 años", asegura Carlos Postai, gerente del IAPG Comahue. "Desde viandas selladas y testeadas por profesionales para los trabajadores hasta excelentes instalaciones sanitarias y locaciones secas, donde se reducen al mínimo las posibilidades de un derrame", dice.

La cantidad de accidentes se redujo en una década, en niveles del 68%: de 5,25 cada millón de horas trabajadas a 2,63 en la actiualidad.

En materia de salud, la incorporación del médico especialista en medicina del trabajo hizo que ahora se haga hincapié básicamente en la prevención primaria, buscando que la gente no se enferme. Para ello se desarrollan programas de promoción de la salud que apuntan a los hábitos alimenticios, la actividad física y el manejo de adicciones. Luego viene la etapa de la prevención secundaria: ir por enfermedades aún silenciosas pero que ya están. Esto permite una detección precoz y un mejor tratamiento.

El médico Juan Carlos Gaboardi dijo que "las empresas se dieron cuenta de que la salud es un valor, que sin su herramienta fundamental, que es el ser humano, no se puede hacer nada. Por eso trabajamos para optimizar recursos, determinando qué empresa cuenta con ciertos servicios esenciales y dónde están ubicados, para establecer corredores sanitarios".

También se puso en práctica lo que se llama "medicina del viajero". Como el personal se traslada dentro y fuera del país, hay que saber en qué lugares hay enfermedades endémicas que exijan una inmunización previa o hacer convenios con centros de infectología que estén actualizados con enfermedades emergentes. Gaboardi sostiene que antes sólo había enfermeros en los campos y los médicos se contrataban apenas para el control de ausentismo. Hoy los médicos están instalados en los yacimientos.

La cultura de la prevención

La llegada de muchas empresas internacionales, hace 15 años, que venían con una cultura de la prevención más desarrollada, influyó mucho en la región para que la cuestión de la seguridad sea tomada con más seriedad, especialmente en lo referente a la prevención. Se trabaja en tres áreas: técnica, de gestión y cultural.
La incorporación tecnológica fue fundamental para minimizar riesgos. La telemetría permite ahora verificar el estado de situación de un proceso desde de una sala de control, evitando ir a tanques o ingresar a lugares con presión. Las herramientas neumáticas disminuyeron el uso de martillos o mazas y la utilización de top drivers permiten enroscar uniones de tubos sin la intervención de llaves de fuerza.

Además, se ha sistematizado la identificación de peligros y la evaluación de riesgos, se ha intensificado la observación preventiva para la detección de desvíos y se implementaron programas de seguridad vial. En este sentido, se equiparon los vehículos con tacógrafos, sistemas de GPS y se han señalizado y mantenido caminos internos de yacimientos.

En el área de gestión se viene trabajando en la planificación de trabajos, la metodología de análisis de riesgo laboral y de proceso, y el análisis y difusión de accidentes. Sumado a la realización de simulacros, todo sirve para identificar las causas raíces de ocurrencia e implementar acciones de control para evitar su repetición.
La teoría de la pirámide accidentológica dice que para que ocurra un accidente fatal antes tuvieron que suceder 30 accidentes con pérdida de días, 300 sin pérdida de días, 3.000 incidentes y 30.000 desvíos.

De acuerdo a las cifras brindadas por el IAPG la cantidad de accidentes (sumando los que implicaron pérdida de días, tareas restringidas y fatalidades) por cada millón de horas de trabajo disminuyó de 8,25 en 1999 a 2,63 durante el año pasado.

"Disminuyó, pero no estamos conformes, queremos mejorar", afirmaron.

Medio Ambiente: anticiparse antes que remediar

Como ocurre con las áreas de salud y seguridad, los esfuerzos actuales de las empresas del sector en materia de cuidado del medio ambiente se centran en la prevención. La legislación argentina es relativamente nueva, ya que recién en 1992 la secretaría de Energía, a través de la resolución 105, estableció pautas y procedimientos operativos dentro de la actividad hidrocarburífera.

En agosto de cada año se presenta a esa dependencia nacional y a la autoridad de aplicación de cada provincia un procedimiento de obras y tareas, donde constan los datos de producción, instalaciones, los monitoreos realizados y sus resultados y las tareas de remediación de envergadura.

Aquí, nuevamente el avance de la tecnología resultó ser fundamental para la minimización del impacto. La registración sísmica en 3D para el primer paso de la actividad hidrocarburífera, que es la exploración, reemplazó a la utilización de cargas explosivas. La onda es interpretada por equipos especiales para saber si hay reservas en el subsuelo.

También hubo un desarrollo importante en la perforación direccional, que permite que desde una misma explanada se perforen múltiples pozos, evitando la construcción de una locación para cada pozo.

Asimismo, la telemedición y automatización de procesos como el nivel de fluido de un tanque o la presión de un separador posibilita saber en tiempo real el valor de variables críticas y evitar un posible derrame.
Otro avance tecnológico que ayuda al medio ambiente es la reutilización del agua que se extrae en cada pozo.

Antiguamente ese líquido era descartado y generalmente terminaba contaminando el suelo; hoy es tratada y acondicionada para recuperación secundaria. Algo similar ocurre con el gas, al reducir drásticamente su aventamiento y ser aprovechado para la generación de energía eléctrica o reinyectado para maximizar la producción de hidrocarburos.

Los controles operaciones implican, por un lado, inspecciones de rutina en instalaciones y por otro, instrucciones de trabajo específicas, es decir, explicar el paso a paso para que el impacto sea el menor posible.
Cada vez que se va a concretar un nuevo proyecto se gestiona un estudio de impacto ambiental y se presenta a las autoridades (Codema en Río Negro y subsecretaría de Medio Ambiente en Neuquén) para su visto bueno.

Otro punto importante es la gestión de residuos. Además de separar correctamente los que son especiales, se busca que los que no lo son puedan ser reutilizados, como cartón, papel o plástico. Por ejemplo, casi ya no se ven tambores de 200 litros de plástico, ahora se usan contenedores de gran volumen. Implica menos gasto y la empresa (que pagaba por el tambor y luego por su tratamiento) ahorra dinero.

REDUCIR, REUTILIZAR Y RECICLAR

"Mientras menos residuos generemos, menos problemas vamos a tener después", explica María Laura Moreyra. "Tratamos de utilizar siempre la regla de las tres R: reducir, reutilizar y reciclar".

Las tareas de control para minimizar el impacto ambiental incluyen también el monitoreo de emisiones gaseosas para que estén dentro de los límites legales, el control del transporte de sustancias, la exigencia a los proveedores para que cumplan con los mismos procedimientos que las operadoras y el chequeo previo a una tarea de exploración o explotación para no dañar una eventual pieza paleontológica.

Y si finalmente no se puede evitar un derrame, informar a las autoridades y comenzar inmediatamente con las tareas de remediación.

En el caso del suelo, la técnica más aceptada y que se ha mostrado más eficaz es la biológica. Se estimulan los microorganismos del suelo a través del agregado de nutrientes y riego para que degraden los hidrocarburos y los conviertan en dióxido de carbono. 

PABLO LUPANO
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