Neuquén, Río Negro y el resto de las provincias productoras apuestan a encontrar en febrero, junto al gobierno nacional y a las empresas petroleras, una fórmula que permita que las oscilaciones de la cotización internacional del crudo no afecten los ingresos de los estados provenientes de regalías. Pero la caída notable de la demanda de combustibles que se registra desde finales del año pasado ha dado lugar a una sobreoferta que amenaza con hacer caer el precio interno.

Hoy las productoras tienen un sobre-stock de crudo en sus tanques y en las refinerías ya están almacenando los combustibles que antes no daban abasto para satisfacer la demanda. El correlato social de esta situación son los miles de trabajadores del petróleo que, sin haber sido suspendidos, se encuentran en sus casas cobrando un sueldo sin adicionales. (Ver aparte)

Por ahora Neuquén logró que las empresas que extraen petróleo y gas en su territorio mantuvieran el precio de 47 dólares por barril. Pudo hacerlo porque es la provincia energética más importante del país, pero es difícil que si el valor internacional continúa por debajo de ese umbral, las compañías no reclamen pagar regalías en la misma proporción. En cambio, algunas empresas ya le redujeron la liquidación por coparticipación a la provincia de Río Negro, algo que ésta rechazó.

La semana que viene el gobernador neuquino Jorge Sapag irá nuevamente a Buenos Aires para, presumiblemente, reunirse, no ya en ronda de mandatarios provinciales sino en un contacto personal con la presidenta Cristina Fernández de Kirchner.

Lo acompañará el secretario de Recursos Naturales de la provincia, Guillermo Coco, que tiene prácticamente instalado su despacho en la Casa de Neuquén en Buenos Aires.

Hasta que la crisis financiera internacional impactó en la economía global, los precios del crudo en los mercados internacionales se mantuvieron en alza hasta superar los 150 dólares por barril (el promedio mensual fue menor) y la demanda de combustibles no paró de crecer hasta afectar seriamente el abastecimiento en un mercado que estaba en el límite de su capacidad de refinación.

Con un precio internacional disparado, el gobierno nacional fue estableciendo cada vez más grandes alícuotas de retenciones a las exportaciones hasta llegar a fijar un valor tope de 42 dólares por barril (47 en el caso de la Cuenca Neuquina): en las exportaciones, el diferencial con el valor global quedaría para el Estado. De todos modos, ese techo actuó más para el mercado interno que para los envíos al exterior, que para entonces se habían reducido notablemente.

Las provincias productoras reclamaron durante meses que el gobierno nacional aumentara ese precio tope para percibir mayores regalías por parte de las empresas productoras.

Apenas unos meses pasaron desde aquel escenario. Hoy el petróleo se cotiza en torno de los 42 dólares, pero llegó a bajar hasta los 35, encendiendo las luces de alarma de los mercados.

Frente a esta realidad, las provincias reclaman ahora que no bajen las regalías.

La ministra de Hacienda de Neuquén, Esther Ruiz, dio hace dos semanas el dato de que cada dólar que baje el precio del crudo, en caso de aplicarse en la liquidación de las regalías, significará una caída de 26.000.000 de pesos en los ingresos.

Pero el escenario no sólo cambió por los precios sino además por la demanda. En el gobierno neuquino manejan información que indica que el consumo de combustibles líquidos bajó entre un 20 y un 25% en los últimos meses.

Hay petroleras de las integradas (producen, refinan y comercializan) que se calcula que tienen stock para la primera mitad del año.

Con semejante relación entre la oferta y la demanda y precios internacionales en baja será difícil que las provincias logren mantener el precio del crudo de referencia para regalías en los niveles actuales.

"Las provincias hicieron el esfuerzo de recibir su parte de la renta sobre la base del precio interno y del internacional durante todo el año pasado; ahora queremos que el esfuerzo no lo volvamos a pagar", dijo una fuente del gobierno neuquino. Es, palabras más, palabras menos, lo que Jorge Sapag viene diciendo desde finales del año pasado.

Es lo que les planteará el neuquino la semana que viene a la presidenta y al ministro de Planificación Federal, Julio de Vido, que estará en la reunión.

No será un contacto general con las provincias de la Ofephi (Organización Federal de Estados Productores de Hidrocarburos), a pesar de que todas reclaman lo mismo.

El mes clave es marzo. Hay quienes apuestan a que para ese entonces habrá un repunte de la actividad, de la mano quizá del regreso de las exportaciones de petróleo e incluso de gas.

 Sin despidos

Por ahora la paz social en la industria del petróleo se sostiene con suma fragilidad. Las grandes petroleras anulan contratos con las empresas de servicios y éstas por ahora mandan a su empleados a sus casas, manteniéndoles el salario básico sin los adicionales que transforman los sueldos del sector en unos de los más altos del país.

Hay trabajadores en esta situación en firmas de todos los tamaños, desde las grandes perforadoras hasta las empresas familiares de pequeños planteles de empleados. Compañías de plantas de personal de miles de trabajadores tienen hasta 700 operarios en esta situación en la zona de Neuquén y Río Negro.

El sindicato no salió todavía a denunciar la caída de puestos de trabajo porque técnicamente éstos no han sido eliminados.