“Petro” es el prefijo de moda por estos días en la ciudad cubana de Cienfuegos debido a la Cumbre Petrocaribe que se celebró allí hace una semana, la refinería de petróleo que, tras décadas de promesas, por fin empezará a funcionar y, sobre todo, por lo que para algunos habitantes es un concepto nuevo: las “petrocasas”, viviendas prefabricadas construidas de un derivado del oro negro.
Donadas por el presidente venezolano durante su penúltima estancia en Cuba, a mediados de octubre, las cien “petrocasas” se construyeron en un tiempo record de 60 días, beneficiando a otras tantas familias elegidas, en un 50% entre los trabajadores de la refinería y, en su otra mitad, por centros de trabajo que seleccionaron a personas por “méritos”, según medios oficiales.
Entre ellos figura Reinaldo Pérez, un funcionario de Educación. “Nos parece un sueño”, no se cansaba de repetir el día en que recibió su nueva vivienda.
A sus 35 años, casado y con dos niños, la vivienda número 49 del asentamiento “Simón Bolívar”, que así ha dado en llamarse el nuevo “petropueblo”, constituye su primera casa propia.
Hasta ahora –explica– “vivía con mis papás, y en un principio estaba bien, pero luego fue el matrimonio, los niños, y entonces ya prácticamente era imposible convivir”.
Sus hijos, ambos menores de diez años, corretean contentos por los poco más de 50 metros cuadrados de vivienda: tres cuartos, una sala, cocina y baño y un pequeño patio techado. Ya se han repartido las habitaciones, explica su padre.
Unas casas más allá, el jubilado Lino Efraín González también pasea orgulloso por su sala. Al igual que en la de sus nuevos vecinos, la “petrocasa” viene con un regalo extra: refrigerador, dos ventiladores y un juego de sala, sofá, butacas y una mesa comedor con cuatro sillas.
Los nuevos vecinos todavía miran con un poco de asombro sus viviendas.
Construidas con PVC relleno de cemento, todas son iguales, extendiéndose en filas tras un pequeño jardín.
Relucen blancas, con las paredes forradas de este material que se asegura es ignífugo, resistente y fresco, además de proteger de los rayos UVA, recuenta Lino, aunque reconoce no entender muy bien qué significa eso.

EL ORIGEN

La experiencia de las “petrocasas” comenzó en Venezuela en la comunidad Nuestra Señora de Coromoto, en el estado de Carabobo, y ya se está extendiendo a otras zonas.
En Cuba, donde la vivienda es una de las grandes tareas pendientes admitidas por las autoridades, el proyecto ha abierto muchas expectativas entre los habitantes.
Recientemente las autoridades reconocieron que no se cumplirá el programa de 100.000 viviendas construidas cuando concluya el año, sino apenas algo más de la mitad, 52.000.
En este marco, las “petrocasas”, con su bajo costo –que aunque no se ha especificado se estima en la mitad del de una vivienda tradicional de similares características– y su rapidez de construcción, podrían solucionar un grave déficit en la isla, donde en algunas viviendas conviven diversas generaciones con sus respectivas familias, lo que hace complicada la convivencia.
Aunque el asentamiento “Simón Bolívar” todavía está un poco apartado de los servicios básicos, las autoridades –cuentan sus flamantes vecinos– han prometido que habrá “de todo” en las cercanías: tiendas, una clínica e incluso “una buena transportación”, adelanta Reinaldo.
Contento, proclama con orgullo su nuevo estatus: “Ahora somos los petrohabitantes” de Cienfuegos.