Uno de los elementos del proyecto Carem que sus impulsores consideran más atractivos es la posibilidad, no sólo de generar electricidad con plantas nucleares de diseño e ingeniería propios, sino también de exportar esta tecnología a otros países.
Así como en las últimas tres décadas Invap y la CNEA obtuvieron buenos réditos de la venta al exterior de reactores nucleares de experimentación y la producción de radioisótopos (principalmente de uso en medicina), los empresarios, técnicos y científicos argentinos creen que se puede repetir la experiencia con centrales nucleares de baja o mediana potencia para generar electricidad.
Además de las ventajas de un menor costo y una mayor seguridad (ver nota central e infografía), un reactor de este tipo permitiría a los eventuales usuarios una serie de usos alternativos cuando el reactor no produce energía, entre los que se destacan:
" la calefacción urbana,
" la desalinización de aguas (una alternativa que, por ejemplo, interesó mucho en Australia, con graves problemas de sequía) y
" la producción de hidrógeno nuclear.