El costado medioambiental del reimpulso a la construcción de pequeñas presas es uno de los más complicados porque la consultora que hizo el estudio encontró que, de los 116 proyectos, sólo doce tienen un estudio de impacto ambiental hecho.

Es claro que la información ambiental no está "en el mismo nivel de desarrollo que los estudios de ingeniería de proyecto".

Los especialistas se propusieron suplir esa ausencia de información con "un diagnóstico ambiental expeditivo de las obras", con el fin de lograr una rápida "caracterización de los principales componentes del medio social y natural e identificar los componentes valiosos del ecosistema que podrán ser afectados por la ejecución de los trabajos y las principales restricciones y potencialidades del medio".

Se aplicaron varias tecnologías que permitieron identificar los posibles efectos sobre el ambiente. "Para ello explicaron se desarrolló una evaluación tipo 'screening', con el objeto de determinar las potencialidades y restricciones de las variables del medio natural y socioeconómico afectadas en cada aprovechamiento, como base para elaborar un orden de méritos". Se advirtió que "al estar estas variables medidas en magnitudes heterogéneas, no se pueden cuantificar resultados globales, tales como el impacto total sobre un componente ambiental, sobre un subsistema o sistema, o el impacto total que sobre el medio ambiente ejerce la actividad en su conjunto".

Hubo entonces que homogeneizar las unidades de medida y re-expresarlas en otras, abstractas. "Es en esta última fase del proceso de evaluación cuando, una vez determinada la magnitud del indicador del impacto sobre un factor considerado en unidades inconmensurables, se hace necesaria su transformación en el índice de calidad que dicha magnitud representa", se lee en el trabajo.