Tras más de quince años de casi nula actividad en el área, el gobierno nacional acaba de compilar la información que permita retomar la senda de la energía hidroeléctrica que alguna vez colocó a la Argentina a la vanguardia. Consiguió, mediante financiamiento internacional, elaborar una cartera de casi 200 pequeños aprovechamientos, la mayoría ubicada en la provincia del Neuquén. En primera línea aparece además Salto Andersen, en el río Colorado.

La cuenca del Negro es rica en obras hidráulicas. Las transformaciones de los '90 frenaron un ritmo que fue más o menos constante desde finales de los '60.

Por las inversiones que se precisan y los costos del mercado, difícilmente un privado decida invertir en presas y centrales hidroeléctricas; las pocas veces que presentaron propuestas (como en el caso de los Chihuido neuquinos), lo hicieron asociados a fuertes aportes estatales.

La consultora contratada por la Secretaría de Energía de la Nación confeccionó una cartera de 259 pequeños aprovechamientos

hidroeléctricos, de los cuales 35 están en funcionamiento y 40, fuera de servicio. De la revisión quedaron en pie 116 emprendimientos.

"Los pequeños aprovechamientos estudiados por la consultora Proinsa representan una oferta de potencia de 434.000 kilovatios (kW) y una energía media anual de 1.908 gigavatios hora (GWh), que equivale a alrededor del 2% de la potencia total instalada y al 3% del consumo de energía eléctrica actual del país", se lee en el informe difundido por la Secretaría de Energía.

Partiendo de la premisa de que "la energía eléctrica es una necesidad social básica, muchas veces ausente en comunidades relativamente alejadas de los principales centros urbanos", el gobierno estima que "estudiar la posibilidad de dotar de energía a centros de escaso consumo mediante la construcción de pequeñas o medianas centrales hidroeléctricas resulta de gran interés, sobre todo donde se dispone de un recurso hídrico cercano, posible de ser aprovechado".

De los 116 proyectos, 26 se encuentran en la provincia de Neuquén y dos, en la de Río Negro, incluyendo Salto Andersen, en el dique del mismo nombre que comparte con La Pampa.

Allí lo que resta es la construcción de la central hidroeléctrica, un proyecto que ya encaró el gobierno de Miguel Saiz a través del Departamento Provincial de Aguas (DPA).

ENTUSIASMO

Este es, además, el estudio que entusiasmó al ministro de Empresas Públicas neuquino, Alfredo Esteves, porque consideró que se trata de una señal positiva, junto con otras, para el avance de la construcción de un proyecto

hidroeléctrico más ambicioso: Chihuido II (sin descartar Chihuido I).

No abarca este trabajo las grandes presas, como las dos mencionadas del río Neuquén, pero muestra, a juzgar por lo que dijo Esteves, predisposición del gobierno nacional a participar en el negocio como inversor.

Es preciso recordar que Neuquén está detrás del aporte de dinero que Nación se comprometió a invertir para paliar una crecida máxima del río Neuquén. Pretende que se utilice en Chihuido I o II.

Recordaron en el trabajo que "la República Argentina es signataria de convenios internacionales vinculados con la defensa del medio ambiente, incluido el de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, tendiente a resolver los problemas que se producen con la contaminación de la atmósfera y que conducen al calentamiento global". Apuntaron, además, que estos aprovechamientos hidroeléctricos "representan una alternativa de abastecimiento sustentable, de relativamente sencilla construcción y operación, por lo que resulta interesante su integración a través de planes estratégicos regionales que contemplen las mejores alternativas ambientales y se incluyan dentro del aprovechamiento múltiple del recurso hídrico", según se lee.

Se detectó que estos proyectos "tienen una influencia geográfica local o, a lo sumo, regional en el abastecimiento energético, dependiendo de su magnitud", además de una incidencia sobre el estándar de las condiciones de vida de las comunidades "que trasciende lo puramente energético para integrarse en el desarrollo económico y social".

Cuando la generación aislada se realiza mediante la dependencia de combustibles fósiles, como ocurre con el EPEN en Villa La Angostura o con Edersa en El Bolsón, "el abastecimiento de energía deja de ser un factor de desarrollo". "A partir de pequeñas centrales hidroeléctricas puede lograrse un plan de abastecimiento energético al que se asocian otros aspectos que hacen al desarrollo integral de los recursos disponibles en cada región, logrando ventajas sociales y económicas y posibilitando un desarrollo productivo, con crecimiento genuino y generación de empleos", se concluye en el trabajo.

SUSTENTABLE

La mirada medioambiental indica que este tipo de generación de baja potencia "es limpia, no contaminante y además renovable, por lo que cualquier desarrollo que se realice a partir de ella será sustentable, al menos desde el punto de vista del abastecimiento energético e hidráulico".

La consultora fue primero a recopilar la información que se conserva en la Secretaría de Energía y más tarde acudió a los otros organismos estatales que alguna vez tuvieron participación en el diseño de estos proyectos, como el Consejo Federal de Inversiones, además de archivos provinciales y municipales.

"Se realizaron contactos con actuales concesionarios de aprovechamientos hidroeléctricos, en especial del noroeste argentino, que declararon no tener proyectos de repotenciación de sus centrales pero que mucho les interesaría contar con los mismos. También se realizaron consultas a entes privados y se exhumó documentación propia para la posterior tarea de procesamiento y análisis de la información", explicaron.