| La crisis energética, lejos de no existir, como pretende el gobierno nacional, es cada vez más profunda y, por primera vez desde que los problemas de abastecimiento comenzaron a hacerse evidentes, tiene más de una causa porque a la escasez de gas y la caída en la extracción de petróleo se le suma ahora la falta de capacidad de refinamiento en las destilerías del país, el descenso de las exportaciones y un parque generador de electricidad que está al límite. En los primeros seis meses de este año, la producción de gas no cayó pero tampoco puede decirse que creció porque el 0,39% de aumento de la extracción en un país absolutamente dependiente de este combustible y con una demanda que no deja de subir, es un índice preocupante que hace al país cada vez más dependiente de las importaciones crecientes desde Bolivia. La producción de petróleo siguió en el primer semestre de este año en franca caída: casi 3% menos que en el mismo período del año pasado. ¿Por qué ahora el gobierno del presidente Néstor Kirchner reacciona con más virulencia que en años anteriores cuando se habla de crisis? Quizás porque con los problemas ocasionados por la falta de gasoil y los que se esperan este verano por una oferta en generación de electricidad que quedará seguramente superada por la demanda, la crisis adquiere por primera vez una dimensión global. Hasta ahora era el gas el cuello de botella del sistema: con este combustible se mueve la mayor parte de la industria intensiva nacional, rueda buena parte de los vehículos de transporte público, obtienen calor los hogares y giran las turbinas de casi la mitad de la potencia instalada en generación de electricidad. Sin capacidad de fabricar más gasoil en las destilerías del país que la cuota actual ni posibilidades de darle a la red eléctrica una potencia mayor a los 18.000 megavatios con los generadores actuales del mercado mayorista, este verano será difícil de superar sin sobresaltos en materia energética. Los bajos precios que tienen los productos energéticos en el país no ayudan porque las sustituciones con importaciones tienen costos internacionales, que están muy por encima de los internos. Y eso que todavía no es necesario conseguir en el exterior petróleo de calidad para refinar, que es una posibilidad cada vez más cercana y que el gobierno debería prever. La mayor parte de los especialistas del país -que fueron elegidos por el gobierno en sus cuestionamientos por hablar de “crisis” a lo que considera una contingencia del crecimiento económico- indican que es preciso retomar el “sendero de precios” que tenía el mercado energético antes de la devaluación de la moneda nacional de principios de 2002. Porque está visto que existe un defasaje entre los precios internos y los costos de remplazar la producción insuficiente de energía: •Importación de gasoil a precios muy superiores a los internos. •Importación de gas desde Bolivia a valores cuatro veces más altos a los que se pagan a las petroleras en Argentina. •Compra de electricidad a Brasil (ahora es esporádico y nunca se supo la real remuneración de ese despacho). Pero ni el presidente Kirchner ni el ministro de Planificación Federal, Julio de Vido, parecen estar dispuestos a aumentar las tarifas de los servicios públicos, con lo que hasta ahora, en reglas generales, las más perjudicadas fueron las distribuidoras. Con semejante panorama cuesta entender por qué el gobierno se resiste a pronunciar la palabra crisis cuando se habla de energía. De hecho, el reconocimiento de que el problema existe fue lo que llevó a la administración nacional a encarar un plan de transporte de electricidad que resultó ser exitoso porque además atacó los serios inconvenientes que había en materia de transformación de electricidad. Un país en el que se premia el ahorro y se castiga cada año más el aumento del consumo, en el que las industrias deben salir a procurarse la energía que demanden de más este verano, en el que se restringen las nuevas conexiones a las redes de gas y en el que falta gasoil, tiene que estar necesariamente en crisis. En la zona hay poca capacidad ociosa de generación. Se sabe, por caso, que en la ex Indupa de Cinco Saltos hay un equipo que hace años no funciona. Ese tipo de usinas son las que el gobierno quiere ver en producción este verano. Los que pongan sus equipos a disposición de la contingencia serán remunerados con un precio que ahora se desconoce y que fijará el ministro De Vido, lo que no ayuda a crear certidumbre. Como si la falta de capacidad para producir naftas y gasoil no fuera ya suficiente preocupación para las refinerías, la caída en la entrega de petróleo de la cuenca Neuquina en niveles del 11% genera otro inconveniente porque el crudo más liviano proviene de esta zona. El petróleo de la cuenca del Golfo San Jorge, que hace tiempo que se consolida como la mayor productora de crudo del país, es más pesado y por ende menos propicio para su procesamiento en destilerías. LOS ORIGENES El origen de esta crisis global de energía no es atribuible únicamente a este gobierno. De hecho, en 2001 pocos -incluidos los actores privados- apostaban al crecimiento en proporciones extraordinarias que Argentina tuvo en los últimos tres años. A los logros que muestra el gobierno en materia de transporte de energía se sumarán dentro de unos años -es de esperar- las demás medidas contra la crisis: recrecimiento de Yacyretá y compra a Paraguay de 8.000 gigavatios hora por año a cambio de deuda; construcción de dos centrales de ciclo combinado; y terminación de Atucha II. En cierto modo, negar que la crisis exista es casi como reconocer cierta impotencia por superarla. Sigue en caída En los primeros seis meses de este año las producciones de gas y de petróleo siguieron sin poder recuperarse. La extracción de crudo, según las empresas del sector, cayó un 2,9%, y el gas aumentó apenas un 0,39%, lo que, en este último caso, no deja de ser alentador porque hasta el año pasado los resultados eran directamente negativos. Para Neuquén las cosas resultaron peores en este primer semestre porque la producción de gas ni siquiera se mantuvo estable sino que se redujo en un 4,6%. Lo preocupante, más allá del impacto de este resultado en la economía de la provincia, es que se trata de la jurisdicción con mayores reservas y producción de este combustible. El gobernador Jorge Sobisch dice que con un aumento de tarifas volvería a ser abundante el gas neuquino, pero es una afirmación que nadie verifica en el sector. La caída de la producción de petróleo en Neuquén es más marcada aún: fue un 10,1% inferior a la del primer semestre de 2005 (unos 18.000 metros cúbicos diarios menos, que es casi la cifra exacta de la disminución nacional). Se trata de un número ya previsto por las autoridades económicas de la provincia, que siguen muy de cerca la evolución de este indicador porque dependen de los actuales ingresos extraordinarios de regalías para mantener el nivel de gastos que tiene el Estado. Por el contrario, en Chubut, donde las inversiones en recuperación secundaria muestra mejores resultados que en Neuquén, la producción de crudo creció un 2%. Gasoil y electricidad A pocos meses del inicio de la temporada de producción de fruta en los valles irrigados de la región, dos nubarrones aparecen en el cielo del mercado agrícola regional: la falta de gasoil, de persistir, será un serio inconveniente para las tareas culturales de los chacareros, y la obligación de empacadores y frigoríficos de procurarse por su cuenta la electricidad que consuman este verano por encima de su demanda del año pasado podría ser un freno al crecimiento de la actividad. Como se ve, la crisis energética no sólo existe sino que afecta más de un segmento de la economía. Pero las cosas podrían complicarse aún más para el negocio frutícola cuando comience la cosecha: el gasoil mueve los miles de camiones del transporte doméstico y de los que llevan la fruta hacia el puerto. Los empresarios de los galpones de empaque y de los frigoríficos de fruta tuvieron en las últimas semanas que ponerse analizar seriamente y con asesoramiento especializado cómo harán para conseguir, por fuera del mercado tradicional de la energía, los megavatios extras que vayan a utilizar este verano. |