Usted le habrá sucedido con alguna planta de interior que, al sacarla cuando llueve (no recomendable) y después sale el sol antes de regresarla a la penumbra, al día siguiente nota que sus hojas han cambiado de aspecto y terminan cayendo. Si este daño por sol es intenso, la planta puede morir por inanición (foto 1, daño en fucsia).
También se puede observar en árboles y plantas que por su genética son sensibles a la radiación solar intensa o con problemas de adaptación a nuestros suelos alcalinos, como puede ser el caso del "Serbal del cazador" (Sorbus aucuparia, foto 2), un árbol de excelente crecimiento en la zona andina pero difícil en nuestros valles del Comahue.
También en nuestra fruticultura es bien conocido este fenómeno y es una gran preocupación del productor. En ese caso suele estar unido a falta de follaje protector, por defectos en la poda.
DAÑOS EN TRONCOS
Pero tal vez no sea tan conocido el fenómeno en nuestros árboles, especialmente en los de calle. En estos casos está estrechamente relacionado con el estrés hídrico, ya que el riego deficiente produce una merma del flujo de savia que "refrigere" esa zona y además se afecta el desarrollo de un follaje adecuado que proteja al árbol en general, más aún si tenemos en cuenta que en las veredas lo despojamos de ramas y hojas hasta determinada altura y que el suelo o el pavimento refractan el calor.
El daño se suele observar del lado del sol, especialmente del que corresponde a las horas de la tarde hasta el atardecer, porque el sol es mucho más intenso que el del amanecer hasta cerca del mediodía.
El daño suele ser más visible si esa cara que recibe los rayos solares coincide con calles que, como quedó dicho, refractan el calor.
Por lo general se produce en árboles jóvenes y que además están sometidos a estrés hídrico, como es el caso de los "sicomoros" (foto 3) mencionados en la nota anterior, donde en un mismo árbol el lado sin sol directo (izquierdo) difiere del aspecto del lado que recibe el sol (derecho).
Pero también los fresnos americanos (foto 4) son sensibles a estos daños en su juventud, aunque su reconocida resistencia los lleva a superar el daño cuando al crecer en diámetro se van formando nuevas capas de corteza, a favor de un buen riego.
También los tilos (ver recuadro) y otras especies, pueden superar el problema si se mejora la dotación de agua de buena calidad y adicionalmente se le cubre la zona afectada con algún material aislante, que puede ser un cartón o incluso papel de diario. Por supuesto es peligroso el uso de cualquier tipo de nailon traslúcido o incluso negro, porque aumentaría la incidencia del sol.