uele pasar muy a menudo que el jardinero ve ahora una conífera con color marrón o amarronado y decide sacarla porque está convencido de que está seca. Me pasó a mí 30 años atrás con unas cryptomerias, hasta que me avivé que estaba metiendo la pata y las volví a plantar.
Hoy me quiero referir a este tema y tratar de ayudar a no cometer el mismo error, pero también a diferenciar cuando realmente se trata de un problema en la planta o es simplemente un hecho natural. Es decir, tratemos de diferenciar "gordura de hinchazón".
LAS HELADAS
Las heladas han sido fuertes este invierno y hay coníferas que han sufrido por este motivo (foto superior, derecha) y es posible que pierdan parte de su follaje. Pero también hay otras que recobrarán su color verde natural ni bien el ambiente se comience a entibiar (foto superior, izquierda) y por eso hay que esperar un poco más antes de saber qué pasó.
Pero dentro de estas dos posibilidades hay una tercera que es el ataque de cochinillas que se desarrollan a fin del invierno. Este ataque lo he visto muy especialmente en aquellas coníferas que tienen sus hojas en forma de escamas como las tuyas, cipreses, juníperos, libocedros y otras ... algunas son muy susceptibles y otras menos.
COCHINILLAS
Especialmente los cipreses arizonica y macrocarpa (lambertiana) son susceptibles al ataque de una minúscula cochinilla que oportunamente pudimos ver bajo la lupa en el INTA Alto Valle hace ya algunos años. Es imposible de ver a simple vista no sólo por su reducido tamaño que le permite guarecerse entre las escamas de las hojas, sino que además es casi trasparente.
Los primeros síntomas del ataque, allá por los meses de junio a julio, es el ennegrecimiento paulatino de partes del follaje, como si estuviera tiznado. Más adelante, cuando comienzan los calores de la primavera, suele estar acompañado por la presencia de grandes moscas.
El "tizne" se debe a las secreciones azucaradas de las cochinillas, sobre las que se instalan los micelios de un hongo que le dan ese color y conocemos como "fumagina" y del mismo modo las moscas son atraídas por esa secreción azucarada, porque azúcar es sinónimo de energía. (Fotos inferiores, gentileza Plantas & Mascotas)
Esto se soluciona muy fácilmente con pulverizaciones con aceite emulsionable, a razón de 30 cc cada litro de agua (3%), mojando totalmente la planta hasta que choree. Esto es muy importante porque en plantas muy tupidas, adentro no se llega con nada.
ACCION DEL ACEITE
El aceite emulsionable mata por asfixia y contra eso no hay resistencia que valga (como sería el caso si se usan biocidas), porque trasportado por el agua de la pulverización forma una capa sobre la planta a proteger. Al evaporarse el agua queda el aceite y debajo de esa capa no entra el oxígeno. Sus limitantes son que tiene un poder residual de pocos días a una semana y que no mata a las formas móviles porque pueden escapar. Por eso se recomienda repetir el tratamiento a los 15 ó 20 días.
Para verificar si ha comenzado el nacimiento de nuevas larvitas de cochinilla u otra plaga que se desplace en busca de brotes tiernos (caso arañuelas), adquieran en librería "cinta scotch" o "celoplín" de doble faz, o sea con pegamento de ambos lados, y envuelvan ramitas nuevas estratégicamente distribuidas. Las larvitas que nazcan y se desplacen quedarán adheridas a la cinta y las podrán observar y así decidir la oportunidad de una nueva aplicación de aceite.
Desde junio hasta agosto se puede usar aceite de invierno al 3% y cuando comienza a hacer calor, el de verano al 2%. No es para nada tóxico y no es necesario agregar biocidas.