Esta audaz casa ubicada en Rosario es el producto de un trabajo binacional entre el estudio Johnston Marklee y Diego Arraigada, arquitecto argentino. Su cliente, residente en los EE. UU., se especializa en inversiones inmobiliarias que, como esta, pertenecen a una escala residencial de alto y exquisito valor arquitectónico. La iniciativa de esta aventura nace en el 2005 cuando el cliente queda seducido por Argentina, el paisaje, sus gentes y sobre todo por la gran calidad artesanal que se puede lograr en la construcción local. El terreno fue buscado arduamente por Arraigada haciendo énfasis en la ubicación. Por esto, la elección final recayó en un prestigioso conjunto residencial campestre, el Kentucky Club de Campo en las afueras de Rosario, ya que posee un patrimonio natural muy pródigo proveniente del antiguo casco de estancia diseñado por Mackintosh.
El terreno en esquina resultó privilegiado con 2.113 m2, frente a un centenario monte de eucaliptos con excelentes vistas liberadas al paisaje en las cuatro orientaciones. "La cercanía a Rosario fue también requisito para elegir el terreno ya que la misma garantizaba la posibilidad de la exhaustiva dirección de obra que sabíamos iba a ser imprescindible para que el proyecto se ejecute con la calidad necesaria", dice Diego.
Al ponerse en marcha el proyecto de vivienda, la consigna primordial fue lograr la mejor calidad constructiva y un óptimo equipamiento hasta en el más mínimo detalle. De la propuesta original se hicieron ligerísimos cambios y perfeccionamientos paulatinos en diversos aspectos. "Fue significativo que el anteproyecto obtuviera un premio del American Institute of Architects (AIA Next LA) ya que esto avaló de alguna manera la propuesta original y reafirmó la confianza en la misma y el entusiasmo por concretarla fielmente", explica Arraigda.
El margen de libertad a partir del cumplimiento del programa fue total. A la vez el cliente, con su expertise inmobiliario, enriqueció la propuesta con sugerencias e ideas. Por supuesto tratándose de un proyecto a distancia, el proceso de realización debió desenvolverse en una cuidadosa comunicación transnacional. "El anteproyecto lo elaboramos juntos (Arraigada, Johnston - Marklee y el cliente) en Los Ángeles y luego terminamos de desarrollarlo y producir toda la documentación en Argentina. En esta etapa y en la dirección de obra trabajamos mucho vía e-mail y con conferencias telefónicas periódicas", explica Arraigada. Para la fase preparatoria primero se hizo un diagrama abstracto planteado para una vivienda de mediana escala relacionada con un amplio entorno.
Luego durante el proyecto se definieron especificidades de ubicación en referencia al sol y las características formales en cuanto a los materiales.
"Una casa bien construida necesita materiales de la mejor calidad posible pero que la mano de obra local sepa ejecutar bien", afirma Diego con convicción y conocimiento de causa.
Siguiendo este precepto, para lograr esta ambiciosa obra no se utilizó ningún material especialmente novedoso. Por el contrario se aplicaron materiales tradicionales y nobles de buena factura como hormigón armado artesanal, bloques de granito macizo, enlucidos y cielos rasos en yeso artesanal, pisos graníticos pulidos, madera de lapacho en pisos y decks, mármol de carrara italiano en los baños.
En resumen: elementos tradicionales y de alta calidad que con una mentalidad vanguardista se convirtieron en la espectacular casa que se yergue hoy. Se utilizó la tecnología actual para conseguir un alto nivel de confort al interior que fuera acorde con las condiciones del exterior.
Así, dobles vidriados herméticos, carpinterías de alta prestación, muros aislantes dobles, instalaciones de piso radiante y aire acondicionado permiten la climatización de la casa en armonía con la integridad del diseño.
Una vez que se definieron estas leyes arquitectónicas básicas el proyecto se fue desenvolviendo casi naturalmente en sus 296 m2 de interiores, más 65 m2 de terrazas.
Los objetivos de los arquitectos fueron congeniar la riqueza espacial y formal por un lado, y por otro, realizar la obra detalle a detalle con una intención de perfección.
"Nada está librado al azar. Cada rincón está estudiado en sí mismo y está resuelto -discretamente- de la mejor manera posible", acotan los autores.
El resultado es una casa singular que si bien se encuentra dentro de una sensibilidad contemporánea, no está enmarcada dentro del mundo de los estilos. Por ejemplo, la audaz curva en una de las fachadas proviene de la necesidad de proponer una figura tridimensional que acompañe el vasto horizonte a 360 grados. Toda la vivienda es el resultado de una composición estudiada entre la secuencia vital de ambientes cotidianos, la espectacular vista a cada orientación y la privacidad necesaria.
Sus creadores la describen como "una casa compacta, concebida como un objeto posado en el suelo, basada en una coreografía continua de movimientos en espiral ascendente".
Para quienes la viven al interior, cada ambiente se abre al exterior en grandes ventanas que enmarcan el paisaje natural y relacionan el recogimiento y las actividades domésticas indoors, hacia la indómita naturaleza argentina.
Al recorrer las diferentes atmósferas, la obra se va revelando gradualmente en sus niveles que van de la planta baja con zona social y servicios, un nivel intermedio, donde funciona un estudio - playroom, la planta alta para alcobas, y coronando la construcción, una impresionante terraza con pileta y deck. "Suele sorprender a quienes la conocen sólo exteriormente y luego la experimentan en su totalidad", añade Diego.
En conclusión, esta construcción avant-garde, más allá de su originalidad, sofisticación y destreza arquitectónica, apunta a cumplir plenamente el objetivo fundamental de todo hogar: ser una casa agradable para vivir, colmada de luz, espacios cómodos y relajados, donde cada habitante encuentra su placentero lugar.
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