Vivimos no queriendo ver la realidad la mayor parte del tiempo.
Porque duele, molesta, huele mal... por mil motivos ideológicos. Por ello, lo que descartamos cuando es material, lo pateamos a la calle, a un costado o al basurero. Cuando es humano a la cárcel.
Y cuando profesionales trabajan con estas dos vertientes desde el diseño provocan, en primer lugar, sorpresa y admiración. Y luego, ganas de propagarlo y de que se replique. Estamos hablando del trabajo extraordinario que realiza Satorilab, laboratorios de diseño experimental coordinados por el diseñador industrial Alejandro Sarmiento y la periodista especializada Luján Cambariere.
Ellos, tiempo atrás, presentaron una nueva línea de objetos Marca Cárcel, realizados con descartes por un grupo de mujeres de la cárcel de Ezeiza. Se trata de una experiencia social inédita para el diseño argentino. Desde mediados de 2008, Satorilab se encuentra realizando talleres de capacitación y transferencia de diseño en el Instituto Correccional de Mujeres Nº 3 de Ezeiza, dependiente del Servicio Penitenciario Federal. Esta iniciativa se da en el marco de las acciones que lleva adelante el Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos de la Nación, a través de la Subsecretaria de Asuntos Penitenciarios y de la Dirección Nacional de Readaptación Social.
El objetivo primordial de este proyecto es capacitar a las reclusas en un oficio, a la manera de Satorilab: con materia prima gratis -pet y descartes industriales- y baja tecnología. "Dos condiciones fundamentales y de gran potencial teniendo en cuenta que, una vez recuperada la libertad, estas mujeres pueden replicar estas técnicas para la producción de objetos de uso propio o para la venta, sin necesidad de realizar una inversión y logrando un ingreso genuino para ellas y sus familias", señalan Cambariere y Sarmiento.
Diseño como una verdadera herramienta de reinserción social, ya que las cifras oficiales muestran que los internos que reciben capacitación y pueden reinsertarse laboralmente son los únicos que no reinciden en el delito. "Desde ese lugar, Satorilab abraza esta causa", afirman.
Una vez finalizadas las tareas de capacitación, este año comenzó la segunda etapa vinculada con las transferencias de diseños específicos para la producción y comercialización de los productos, proyectados colectivamente en cada uno de los talleres. Concretamente, comenzaron a fabricar algunos juguetes de la colección La Niñez en Juego como el robot Naturito, con descarte cedido por la empresa de cosmética Natura, apoyo de cada una de las iniciativas de Satori. También el contenedor Dida, fruto del taller y la muestra La Celebración Mitoritohito con desechos donados por la empresa Adidas; y la luminaria Invasura Pet diseño del propio Sarmiento.
A la hora de encarar el proyecto, el primer cuestionamiento fue por qué apoyar a esta población marginal. "Básicamente porque antes que marginal, fue marginada", afirma Cambariere, quien habló extensamente con eh!, sobre esta pasión suya, con compromiso.. Obviamente, en prisión se acentúa la ruptura de los lazos sociales y laborales, y su estigmatización social les hace casi imposible conseguir un empleo.
Además, para Satori la experiencia tiene una connotación muy especial: el reuso de los materiales industriales como metáfora de una nueva oportunidad en la vida. La cultura como factor transformador. "Que una iniciativa que nació de un trabajo colectivo y mancomunado con un grupo de estudiantes, pueda ahora servirle a otro colectivo más vulnerable es una cuestión que nos llena de orgullo y satisfacción", concluye la dupla de Satori.
Replicar la experiencia
La ecuación de trabajo de Satorilab tiene que ver con dictar talleres que se basan en prácticas colectivas, como dice Luján "libres de egos y autorías", más la utilización de desechos, que finalmente son materia prima gratis para un diseño que también debe producirse con un escaso uso de tecnología. "Dos condiciones fundamentales y de gran potencial teniendo en cuenta que, una vez recuperada la libertad, estas mujeres pueden replicar estas técnicas para la producción de objetos de uso propio o para la venta, sin necesidad de realizar una inversión y logrando un ingreso genuino para ellas y sus familias", señalan Cambariere y Sarmiento.
Para contactarse con estos emprendedores:
www.marcarcelxsatorilab.blogspot.com
www.satorilab.blogspot.com | satorilab@gmail.com
EN PRIMERA PERSONA
Por Luján Cambariere
Al diseño lo veo como una herramienta. Ni moda, ni estilismo, ni ornamento, ni frivolidad como desde su difusión superficial se da a conocer.
Desde ese lugar, en países como el nuestro, sin grandes industrias ni tecnologías, encuentro que los vínculos entre profesionales de esta disciplina con otras poblaciones más vulnerables o comunidades de artesanos, puede ser de un gran enriquecimiento para ambos.
En lo personal lo descubrí primero en mi labor de periodista. Desde el 2000 edito las notas de diseño del suplemento M2 del diario Página 12 y en simultáneo, tenía un micro de solidaridad en Radio Continental dedicado a difundir distintas problemáticas sociales y la ONG o persona que aportaba lo suyo. Así que al poco tiempo, de un modo bastante natural, de a poco, empecé a unir estas dos especialidades tratando de descubrir e investigar sobre el aspecto social del diseño.
Y después, cuando hace unos años comenzamos nuestros talleres con Alejandro Sarmiento (él también con una trayectoria marcada por su mirada y conciencia social desde su proyecto de reciclaje de botellas de pet que sigue siendo de absoluta contundencia al día de hoy) siempre tuvimos esa mirada. De hecho nuestros workshops son siempre prácticas colectivas, lejos del ego y las autorías. Así que beneficiar con ellas a otro colectivo más necesitado fue natural.
¿Qué nos enganchó y engancha? Muchas cosas. Básicamente aunque es un proyecto muy difícil ya que no hay antecedentes, con Alejandro nos entusiasma justamente eso. El poder aportar algo donde nunca se hizo, un aporte desde el diseño. Además, y aunque suene duro, para nosotros que a través de los talleres buscamos generar conciencia de los desechos, poder dar un paso más y crear conciencia a través de este trabajo de una población que es tratada como tal, es aún más importante.
Y lo que sin dudas fue determinante fue saber que las personas que aprenden un oficio y reciben capacitación dentro de la cárcel son las que no reinciden.