El arquitecto Franklin Azzi restauró, tiempo atrás, un antiguo caserón de caza en la cima de una colina en Normandía, Francia, para transformarlo finalmente en una formidable residencia vacacional.
Al edificio original le añadieron dos estructuras rectangulares realizadas con madera y lona que pueden ser utilizadas como habitaciones de verano.
El techo de madera de estas originales extensiones sirve de terraza para el segundo piso.
El respeto por el medio ambiente redunda en una armonía excepcional con el paisaje.
La casa utiliza energía solar y geotérmica, fundamentalmente; la energía eléctrica complementa las necesidades de consumo. Además posee un sistema para reutilizar el agua de la lluvia.
Es que Azzi, con esta casa ecológica, reafirma su adhesión al desarrollo sostenible en la arquitectura.
Las dos expansiones que sobresalen como alas en los lados opuestos de la casa favorecen la creación de patios protegidos a nivel del suelo.
Unidad de colores, de materiales, crean una atmósfera de equilibrio.
"En esta obra se disfruta de la luz natural en todas las plantas", subraya Azzi, quien brega por la arquitectura sustentable.