Es la última nota de este año que ya se nos va apoyado en un bastón y me pareció oportuno hacer un comentario sobre los jardines de nuestros "locos por las plantas" en toda la Patagonia ... al menos la que he tenido el privilegio de conocer.
Hacer un jardín en la Patagonia no es tarea fácil y prueba de ello son las innumerables consultas que he recibido a lo largo de estos años, de personas oriundas de regiones climáticamente más favorecidas y que aquí se encuentran "perdidas como petiso en desfile". A la bajísima humedad atmosférica se unen los fríos invernales, el viento tan querido por nosotros y la alta radiación solar ... a pesar de todo eso, no tenemos nada que envidiarles a esas regiones.
Pareciera que el clima hostil nos desafiara a buscar el verde y las flores. Césped, árboles, arbustos y flores de todo tipo, más los drásticos cambios de verano-otoño, refuerzan los colores y aromas y luego nos presentan el desafío de recomenzar en cada primavera y con ello vivir intensamente la vida.
Si bien hacer un jardín personal puede ser interpretado como una actitud algo mezquina, la "verdad de la milanesa" es que son un aporte significativo a la calidad de vida de todos nosotros. Aportan no sólo color y aromas sino oxígeno y purificación del ambiente, habida cuenta del déficit de arbolado en nuestras calles.
Esto lo estamos logrando entre todos. Por supuesto que los protagonistas son todos ustedes y los clubes de jardinería que existen en las diferentes ciudades de toda la amplia región ... pero también un componente poco valorado. Me refiero a todos aquellos que hacen mantenimiento de jardines.
Se los ve en todas nuestras ciudades. Algunos formando equipos que se trasladan en automóviles con todas las herramientas necesarias, pero también están los más humildes, que llevan la bordeadora y su cortadora en la bicicleta, como manera muy digna de "ganarse el puchero" de forma honesta y sin dádivas.
Es cierto que les suele faltar capacitación, pero eso es un déficit no atribuible exclusivamente a ellos, sino también a quienes deberían arrimarles esa posibilidad. Los clubes de jardinería y esta columna pretenden paliar en parte ese déficit, capacitando al menos a los dueños de jardines para que ellos los sepan dirigir y aconsejar.
Es por todo eso que quiero manifestar una de mis utopías: que los políticos se "aviven" de una buena vez que hacer obras por el medio ambiente (arbolado, parques y jardines) son votos asegurados en este mundo que tiembla por el cambio climático y la anunciada escasez de agua.
"La utopía es, por naturaleza, inalcanzable. Pero es como las estrellas: son inalcanzables. ¿Pero qué serían nuestras noches sin las estrellas?. Serían pura oscuridad y estaríamos sin rumbo y perdidos. Por eso la utopía nos da dirección y sentido de vivir y de luchar" (Miguel D´Escoto Brockmann, presidente de la Asamblea General de las Naciones Unidas).
¡Feliz Año Nuevo!