La inminente remodelación de la Visera de Cemento, de Cipolletti, es una buena noticia más allá del club albinegro. Lo es también para la ciudad, incluso para el Alto Valle, que contará con un estadio moderno, adaptado a las últimas medidas de seguridad y comodidad necesarias para disfrutar, no sólo del fútbol, sino también de espectáculos culturales.
Durante años se discutió sobre qué hacer con la cancha de Cipolletti. Con la manzana literalmente rodeada -por una calle y un galpón de empaque- se pensó en trasladar el mítico estadio para su ampliación. Sin embargo, se optó por no moverlo del lugar que ocupa desde hace más de 50 años y refaccionarlo manteniendo su fisonomía tradicional, a la vez que ampliando levemente su capacidad y su campo de juego.
Es interesante también que la remodelación de la Visera no responde a urgencias deportivas. Más allá de un eventual ascenso de categoría, el estadio necesita desde hace tiempo trabajos de fondo, siendo que la última gran refacción data de 1973, cuando se le agregó la tribuna popular este, a propósito de su debut en el Nacional de ese año.
Al margen de lo que ocurra en los tiempos por venir con el equipo albinegro, que pugna desde hace años por volver a la B Nacional, la renovación del estadio será un gran beneficio para los espectadores. Una grata noticia para un fútbol que no suele tratar bien a sus aficionados, en cuanto a comodidades se refiere.
El proyecto refleja lo que hoy necesita el club en cuanto a sus pretensiones deportivas más cercanas, pero también lo que es capaz de mantener una vez terminado.