El rosal es un arbusto que, como lo hacen la mayoría de los arbustos, renueva su estructura desde la altura del suelo (foto 1, nuevos brotes basales en una retama podada el año anterior). La poda corta, mutilante, que acostumbramos a hacer, tiene cierto sentido con los rosales de pie bajo tradicionales, que emiten largas varas con grandes flores si es que se quiere obtener pimpollos largos generalmente en un solo tallo, sin importar el aspecto de la planta. Lo mismo podemos decir de las rosas especiales de corte, recomendadas para viveristas y cultivo en invernadero.
Pero hoy en día se han agregado otros tipos, que basan su belleza no sólo en las flores sino también en el volumen y aspecto de las plantas. Cito a las que produce el vivero regional:
Arbustivas, para cubrir espacios grandes.
Floribundas, que florecen en grandes ramilletes con gran cantidad de flores por tallo.
Grandifloras, producto del cruzamiento entre híbridas de té y floribundas, con pimpollos largos en ramilletes.
Paisajísticos, que pueden ser del tipo arbustivas o cubresuelos.
Inglesas, que toman gran volumen y combinan las delicadas formas y fragancias de las rosas antiguas.
En todas ellas, la poda tradicional lleva a desvirtuar totalmente el objetivo de su creación. Se las debe tratar como lo que son... arbustos que se expanden.
También incluyo a las miniaturas, que forman matas pequeñas y en las cuales el volumen suele ser un aspecto muy importante.
Las trepadoras, creadas para cubrir muros, postes y arcadas, son otro caso totalmente diferente de las anteriores.
RALEO DE RAMAS
En los arbustos de flor, la poda se limita siempre al raleo de a lo sumo un tercio de las ramas que se vean envejecidas. En los arbustos en general esto sucede después de tres años o más, si tienen un buen riego.
Quiero ejemplificarlo sobre un rosal de pie bajo ya en plena brotación y con unos 4 años de plantado. La poda se efectuó el 9 de septiembre, una vez que se tuvo cierta certeza de que las heladas no serían muy fuertes. Se le eliminaron sólo algunas ramas desde la base.
Foto 1) rosal antes de la poda. Foto 2) corte a la altura del suelo de una de las ramas más viejas. Foto 3) se retira la rama vieja cortada. Se puede observar que se conserva el resto, que luce joven.
De cada uno de los cortes se desarrollarán varas nuevas de reemplazo que florecerán en ese mismo año. Procediendo así todos los años, se asegura una renovación paulatina del arbusto evitando el envejecimiento y sin afectar ni su floración ni su aspecto natural.
En cuanto al momento oportuno, desde mi punto de vista, es ahora, plena primavera y cuando en todo el Valle los frutales de carozo están floreciendo. Si las varas nuevas se helaran, habría que volver a podar sobre la madera del año anterior y eso retrasa aún más la floración... aquí vale el dicho "por mucho madrugar, no amanece más temprano".