e inicia la primavera y ya tenemos las primeras consultas sobre qué hacer con los pulgones ("piojos de las plantas"). La primera respuesta es que difícilmente un ataque, por más fuerte que parezca, pueda dañar seriamente a una planta... es más, filosóficamente diría que hasta se debe alegrar de recibir "visitas"... obviamente peor es la de una suegra ¿o no?.
En la cadena alimentaria del jardín, los pulgones son necesarios porque son el plato favorito de otros que se los "morfan" ávidamente, pero sus primeros enemigos son unas minúsculas avispitas que los parasitan, colocando dentro de sus cuerpos un huevo (1) que se transforma en larvita que se va alimentando del pulgón (2), luego en pupa (3) y que finalmente emerge como adulto (4) para continuar el parasitismo.
Son varias especies pero todas tienen, en lugar de un aguijón, un "ovipositor" con el cual perforan el pulgón. Este sigue vivo hasta que la nueva avispita completa el ciclo. Todo esto sucede sin que usted mueva un dedo... por supuesto, menos que menos para aplicar venenos. Si se le agota la paciencia, use el chorro de agua para lavarlos, pues los que caen no podrán volver a subir.
Luego de esta primera oleada de ataque le seguirán las "vaquitas de San Antonio" y las crisopas, pero de ellas hablaremos un poco más adelante. Mientras tanto observe a sus plantas, ya que a simple vista se verán los pulgones parasitados de un color como de cartón y con una perforación en el lomo (ver foto). Cada adulto puede parasitar cientos de pulgones, por lo que en pocos días darán cuenta de la mayoría.