uando en enero la prestigiosa revista británica Icon le dedicó su portada, bajo el título "arquitecto para billones", dijo que este chileno es muy, muy serio. Cambiar la dirección del flujo de ideas desde el sur al norte sin haber tenido que emigrar al primer mundo para ser exitoso, puede haberlo hecho más imperturbable aun.
Quizás más si empezó el colegio en un liceo público de Chile y terminó como profesor en Harvard. Haber sido elegido por la revista Monocle como uno de los 20 héroes mundiales puede haberlo agravado.
Lo cierto es que el ganador del León de Plata en la Bienal de Venecia 2008 (entre otros premios), miembro del jurado del Pritzker y director del equipo Elemental asociado a la compañía de petróleos Copec, que revolucionó la manera de hacer vivienda social, sí parece solemne en un interrogatorio.
¿Cuál es el desafío que enfrenta como arquitecto a sus 42 años?
Así como hubo la Edad de Piedra, hoy vivimos la Edad Urbana. Acabamos de cruzar el umbral de tener más gente viviendo en ciudades que en el campo, lo cual en principio es una excelente noticia. Las ciudades son el invento más eficiente que hemos hecho como humanidad para generar desarrollo y para mejorar la calidad de vida de la gente más pobre. El problema es que el proceso de urbanización está por adquirir una escala y magnitud sin precedentes. De aquí al 2030, dos mil millones de personas se moverán desde el campo a la ciudad; de ellos, mil millones estarán bajo la línea de pobreza. Deberemos construir una ciudad de un millón de habitantes por semana, con 10 mil dólares por familia durante los próximos 20 años. Como parte de Elemental, trabajo en proyectos para resolver esta ecuación.
¿Cuál es el foco de Elemental, que ustedes llaman Do Tank, y no Think Tank, enfatizando la ejecución frente al debate de ideas?
Diez mil dólares permiten construir del orden de 30 ó 40 metros cuadrados. Se podría decir que cuando no hay dinero suficiente, el mercado responde haciendo una casa pequeña. En Elemental planteamos que 40 metros cuadrados debían ser entendidos como la mitad de una casa buena. Cuando la plata alcanza para la mitad de una casa, la pregunta clave es ¿qué mitad hacemos? Nuestra respuesta fue construir aquella mitad que una familia nunca va a poder hacer bien por su cuenta. Si esa mitad más difícil de la casa se diseña bien, podemos esperar que esas viviendas se valoricen con el tiempo (que es lo que todos esperamos cuando nos compramos una casa). Identificamos un conjunto de condiciones de diseño que puede hacer que la vivienda pública sea una inversión más que un gasto social.
Terminó una universidad en Texas, una mansión en Inner Mongolia, hace un proyecto para Vitra, una viña premium a orillas del Rhin y un resort de lujo en Panamá, acaba de quedar seleccionado para la final del concurso del museo de Basel; Brad Pitt los contrató para hacer un prototipo de vivienda para reconstruir New Orleans... Usted parece estar en todas partes.
Es verdad que trabajo cada vez más en proyectos en distintos lugares del mundo, pero tener obras repartidas por todos lados no me parece especialmente meritorio. De lo que sí me siento orgulloso en cambio, es de poder estar exportando servicios profesionales desde Chile, estar generando y traspasando conocimiento desde la periferia al centro. Me siento parte de un grupo de gente que ha podido invertir el paradigma del latinoamericano que tuvo que emigrar hacia el primer mundo para poder surgir.
Es uno de los siete jurados que decide cada año el Pritzker, el Nobel de la arquitectura. ¿Cómo lo asume?
El Pritzker es un parámetro universalmente aceptado para definir excelencia. Es una oportunidad y una gran responsabilidad, porque se dan señales desde una posición privilegiada para contribuir a mejorar la calidad de las ciudades en las que cada vez más habremos de vivir.
¿Es tan serio como dicen?
Quién sabe. Quizás sea una manera de evitar que mis eventuales logros me hagan perder contacto con la vida común y corriente, que es la materia prima con la que trabajo. (Fuente: "in")