| | | | | | | | | | Una verdadera joya | | Nunca antes en “eh!” habíamos compartido tanto lujo. Se trata de un departamento remodelado en el edificio Westmount Square en Montreal. | | | | | | | | | | | | | | Mesa y sillas regency inglesas del siglo XIX, que aseguran un aire de elegancia.Obras de arte auténticas brindan más personalidad a las distintas estancias de este departamento.ablar con Julio Letelier es una tarea ardua pero se recompensa con creces. Este reconocido arquitecto y diseñador chileno vive muy ocupado y se la pasa montado en un avión de un lado a otro supervisando los proyectos que su estudio desarrolla en distintas partes del mundo. Su travesía comenzó hace más de 30 años cuando dejó su país natal para estudiar en Inglaterra y Nueva York y desde entonces su mente no ha dejado de crear espacios que despiertan los sentidos y convocan emociones. “Trabajo en diferentes estilos y periodos dependiendo del inmueble y de las necesidades del cliente. Personalmente para mis viviendas casi siempre elijo modernismo, casi minimal. Prefiero el diseño residencial, aunque hacemos cada año algún proyecto comercial. Especialmente prefiero proyectos en donde haya posibilidad de aumentar o mejorar la estructura básica”, señala desde su estudio de diseño ubicado en el 1020 de la avenida Madison en Manhattan, donde se ha ganado una magnífica reputación por la calidad y excelencia de sus trabajos. Un claro ejemplo de ello es el soberbio departamento que remodeló en el distinguido edificio Westmount Square en Montreal, una de las obras de Mies van der Rohe que es considerada un hito de la arquitectura en la ciudad. El edificio estaba en muy buen estado por fuera pero los departamentos por dentro carecían de las cualidades de los ambientes modernos en lo que se refiere a iluminación, baños y acabados. Los dueños, unos antiguos clientes de Sydney que habían decidido mudarse a Montreal para estar más cerca de sus hijos, querían un lugar cómodo e innovador que se adaptara a su nueva vida pero que conservara el confort y la elegancia de la decoración clásica a la que estaban acostumbrados. “El departamento tiene alrededor de 300 metros cuadrados. Estaba en muy mal estado y era antiguo de acuerdo a los estándares de hoy. Hubo que demoler los interiores completamente y dejarlos en la loza de concreto antes de empezar. Se cambió la distribución dejándolo más abierto casi como un loft clásico. Se cambió todo en los baños y la cocina. Se puso un sistema de luz y se renovaron pisos, muros, puertas y molduras”, añade Letelier quien trabajó hombro a hombro con su socia Sheryl A. Rock en la remodelación del inmueble. El proyecto tardó diez meses y la propuesta apuntó a mantener el espacio lo más abierto posible con orientación a la luz natural. La única división entre el comedor y el living es un gran panel de vidrio que permite relacionar las dos áreas sin generar grandes contrastes ni estridencias. Para satisfacer el gusto refinado de los clientes se utilizaron materiales sobrios pero de lujo como un muro de macasar ebony, vidrios eglemise negros, granito y paredes cubiertas en seda. “Siempre pedimos la participación del dueño de casa, es muy importante para nuestra compañía y algo que nos caracteriza es que el resultado final se identifique con los clientes y ellos se sientan cómodos habitando el espacio”, aclara.Los propietarios jugaron un papel decisivo en la decoración ya que son conocedores de arte y sabían qué tipo de elementos debían hacer parte del departamento. No se trataba simplemente de colocar mesas, sillas, lámparas, cuadros y estantes. Los objetos manejan su propio lenguaje y es preciso aprender a relacionarlos para que se comuniquen entre sí generando atmósferas cálidas y apacibles. “Los muebles de las habitaciones principales los encontramos en Nueva York y Europa. En los dormitorios usamos piezas que el cliente tenía y quería mantener por razones sentimentales. Por eso la habitación es un poco más recargada que los otros espacios. La paleta de color fue tomada de una colección de Jade que el cliente traía de Australia”, sostiene Letelier quien prestó especial atención a la hora de seleccionar las piezas. La búsqueda minuciosa permitió armar una estupenda colección en la que se incluyen auténticas maravillas como una escultura en mármol de B. Davis, un espejo George III, una mesa con tela de seda estilo siglo XVIII de Brunchwig & fils, una lámpara regency en bronce y ormulu, silloncitos Luis XV, porcelana limoge, plateria Buccellatti y copas de cristal de Bohemia. Sería interminable enumerar las piezas ya que cada una es una obra de arte en sí misma como ocurre con los dibujos de Miró, Henry Mattisse y la escultura en bronce de Henry Moore. “En este proyecto estamos muy felices con el Powder Room, baño de visita, que en opinión de todos es una joya”, comenta el diseñador chileno y no se equivoca. Mientras los baños por lo general son espacios pequeños y sin mayores pretensiones el de este hogar es una verdadera galería donde cada detalle, desde los pisos de granito negro hasta la mesa de arrimo inglesa en palo de rosa regency del siglo XIX, es digno de exhibición. Letelier fue muy cuidadoso y controló los detalles para que el espíritu solemne y culto del departamento no diera la sensación de ser un espacio frío y deshabitado con aires de museo. Al combinar colores claros con objetos de madera y texturas suaves como la seda se logró que el ambiente fuera ameno, tranquilo y muy relajado. El lugar perfecto para una familia que sabe valorar el buen gusto y la estética. | | | | Texto Inés CampodónicoFotos Fernando Gómez surpressagencia.com | | | | | | | | | | | | | | |