El jardín es el lugar donde la familia encuentra paz y seguridad y eso es lo que pretendemos cuando lo diseñamos mentalmente y luego vamos plantando a medida que el tiempo y el bolsillo lo permiten. Como la mayoría de los "locos por las plantas" tenemos la fiebre del "coleccionismo", casi siempre hacemos una terrible mezcolanza (mezcla extraña y confusa y algunas veces ridícula, según la Real Academia Española); como diría el criollo... "de cada pueblo un paisano".
En ese revoleo solemos perder la noción de la ubicación que a cada planta le conviene, pero no sólo eso... es común que no sepamos a ciencia cierta qué es lo que tenemos o si no puede ser potencialmente peligrosa, especialmente para los más chicos de la familia o nuestras mascotas. Por eso esta nota y la del domingo que viene estarán dedicadas a aquellas plantas que encierran cierto peligro... no para que se asuste, sino para que esté prevenido/a. Como siempre, todas las dudas que Ud. se plantee las puede enviar para investigar y dar respuesta.
EL CEIBO
El ceibo es nuestra flor nacional y he quedado anonadado (¡una antigüedad!) cuando tropecé con notas que lo sindican como altamente tóxico.
Hay varias especies de ceibos (género Erythrina) y el nuestro es el llamado técnicamente Erythrina crista-galli (porque sus flores se parecen a la cresta de un gallo).
Es cada vez más plantado en la región comprendida entre los ríos Colorado y Negro, tanto en jardines como en las calles. No es nada inofensivo porque en todas sus partes contiene alcaloides específicos del género Erythrina, como son la erysodina y erysovina.
Cuenta la leyenda que nuestros aborígenes guaraníes lo usaban para preparar un veneno mortal para vengarse de una afrenta grave.
Los envenenamientos tendrían similitud con las del curare, pero esto es puesto en duda por otros autores.
Al contrario del curare usado en las puntas de las flechas por los aborígenes centroamericanos, los síntomas pueden aparecer sólo por ingestión de las semillas y, según algunos autores, puede provocar síntomas de parálisis sólo si se tienen heridas en la boca o principios de úlceras estomacales.
Podría ser mortal en casos agudos y supongo que sería necesario un guiso de semillas, pero por las dudas no lo pruebo.
Los síntomas son un agudo aumento de tensión arterial, mareos, enrojecimiento de la piel, elevación de la temperatura corporal, trastornos de la conciencia y hablar inconexo. No sé por qué estoy pensando en nuestra "fauna" política... perdonen si hay "ropa tendida".
EL RICINO
La paraonia estadounidense llevó a desalojar el Senado de dicha nación por haberse hallado sobres conteniendo ricina, uno de los venenos más peligrosos que hay. Pues bien, ese producto se extrae del inocente ricino, también llamado "castor" (Ricinus communis).
El aceite (esa porquería junto con el de bacalao que nos hacían tomar cuando niños) es practicamente inofensivo, pues la ricina queda retenida en los residuos de la prensa y el posterior calentamiento del aceite la desactiva. No obstante, se cita que en operarios de esta industria que no se lavaron debidamente las manos antes de comer o fumar se han presentado casos de intoxicaciones.
Los efectos dependen del grado de masticación de los granos, que son de buen aspecto y sabor, ya que tragar los porotos enteros no produciría daños pero en contacto con los ojos puede producir una conjuntivitis necrosante.
El arbusto puede provocar fuertes reacciones alérgicas al tacto, que se manifiestan con ronchas e hinchazones.
El efecto tóxico de la ricina ya había llamado la atención del ejército británico, que lo había evaluado como arma química, pero todas las existencias fueron destruidas.
No obstante, se comenta que en el otoño (boreal) de 1978 se utilizó para realizar un atentado mortal contra un exiliado búlgaro en Londres.
Pueden pasar algunas horas hasta dos días antes de que se manifiesten los síntomas del envenenamiento, que es cuando se producen graves trastornos gástricos con vómitos y diarreas sanguinolentas, cólicos, calambres, diarreas sumamente lechosas, anuria, taquicardia y midriasis. La muerte sobreviene por asfixia y paro cardíaco.