En 1992 cuando el escritor australiano David Warwick Francis adquirió esta casa construida por los estudios Paramount en los 20 para alojar a sus guionistas forasteros tenía ciertas dudas iniciales: había sufrido una remodelación poco afortunada en los años 80 y el barrio era marginal y peligroso. Pero su olfato le marcaba que estaba haciendo un buen negocio, tal vez su decisión fue influenciada no sólo por el buen precio -de esto hace quince años, hoy valen una fortuna- y la cercanía a su oficina en pleno centro de L.A. Los visionarios como el escritor supieron intuir lo que estaba por suceder con West Hollywood e interpretar las tendencias de renovación que surgieron en todas las grandes ciudades del mundo. David contrató los hermanos Gerscovich, quienes han ido ganando terreno en el mercado local, a pasos agigantados, con sus diseños de muebles y objetos inusuales, que comercializan bajo el paraguas de su empresa Sundayland (www.sundayland.com), como la Cactus table que se luce en este living, o la surreal pieza Le téléphone, que deslumbró hasta al mismo Philippe Stark y Brad Pitt, cliente asiduo de los argentinos. Aquí, al comenzar a trabajar en el reciclado encontraron en él una musa inspiradora.
La casa que en sus comienzos formara parte del complejo residencial, con mucho ingenio, se convertiría en el home sweet home, colorido y vanguardista de Francis, para quien la fantasía desbordada no es un elemento extraño.
Desde los años 80 se sintió como pez en el agua en California, tierra de decors, extravagancias y realidades fantasmagóricas hiperrealistas, empezando su carrera literaria en 1996 (su primera novela "Agapanthus Tango" ha sido traducida al italiano, francés y holandés, siendo publicada en diferentes puntos de Europa y en estados Unidos).
Arquitecto y cliente se conocieron por casualidad, a través de una amiga mutua, la artista Caz Love, cuyo desmesurado vestido, más escultórico que prêt a porter, cuelga como decoración hoy de la pared de la sala. "Hicimos un extreme make over. Lo mejor, fue tener vía libre para jugar y divertirnos haciendo la remodelación y la decoración. En el estudio de design que tenemos con mi hermano nos gusta divertirnos, jugar", habla Juan Diego.
El nombre de su marca de diseño y arquitectura Sundayland, enuncia ya el desenfado, el alegre devenir y el disfrutar del tiempo de ocio que infundan sus osadaspropuestas. Francis, esperando lo inesperado puso en manos del dúo su proyecto de vivienda. Escoger a los factotums de Sundayland fue la manera de expresar su excentricidad y de poner al descubierto su estilo de vida sofisticado - bohemio.
"Cuando llegamos encontramos la casa remodelada a los 80´s, fea, de mal gusto. Arrasamos con todo esto e hicimos lo que más nos gusta hacer: crear una especie de escenografía, sin miedo a los colores, de las cosas divertidas, forzadas. Nos gusta usar objetos un poco kitch que aluden a la cultura Pop".
Su gesto creativo revindica la actitud de Warhol, los diseñadores no paran de dejarse sorprender, de darle a lo cotidiano un nuevo sentido. "Nosotros rescatamos estos materiales, objetos, paleta de colores, los mezclamos con clásicos del diseño, con una arquitectura práctica y agradable o con elementos de otras épocas y le damos personalidad a las cosas ordinarias de acá", apunta Juan Diego.
Con el mismo espíritu libre, los hermanos tienen Grand Splendid, su compañía de diseño en conjunto con el arquitecto colombiano Alejandro Ortiz, que produce alfombras de piel y de cuero de súper calidad distribuyendo sus productos en las mejores tiendas de Estados Unidos y próximamente en Asia. El trabajo que hacen los hermanos no es para nada racional. Instintivamente con soltura y chispa van definiendo cada rincón lo que va, lo que no va. Cada espacio les va dictando en lo que se debe convertir y las soluciones pueden surgir de la forma más insólita. El trabajo en este caso fue logrado en etapas, durante los viajes del propietario, que cada vez que volvía a casa se encontraba con un nuevo delirio. Hoy, cada ambiente es vivido intensamente. Sin embargo el lugar mágico sigue siendo el ático donde antiguamente los escritores de la Paramount encontraban su refugio para trabajar. Es allí, en este escenario cinematográfico con el brillo indudable de Hollywood, donde Francis se instala a imaginar mundos.
Texto: Paula Riveros
Producción: M. Rapoport
Fotos: Fernando Gómez
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