1) MÁS Y MÁS POSTALES
El edificio social de la estancia es en sí mismo una postal de las construcciones clásicas de la península. Grandes ventanales, madera en un tono ocre en el exterior y chapa bordó para el techo se unen de manera natural al paisaje. 2) Un edificio con historia
Hasta hace 18 años el complejo funcionaba como una escuela de guardianes de faro. Por eso, el hotel cuenta con tres sectores distintos para alojamiento de huéspedes, 27 habitaciones con una capacidad de 57 personas; un gran edificio común donde funcionan el restaurante, el pub y la boutique; una tercera edificación donde vive el personal del hotel; y el faro.
3) La bodega
Los mejores vinos de Argentina para elegir.
4) TIEMPO DE DESCANSO
En tonos azules el lobby se propone como acogedor lugar de reunión. Cuenta con una kitchenet integrada donde los huéspedes preparan sus infusiones y degustan en forma gratuita de brownies, cookies y tartas de frutas.
5 Y 6) AL CAER EL SOL
El bar ofrece la distensión para las noches. Un sillón de madera y cuero curtido invita a compartir una copa luego de la cena. El ambiente que en tiempos anteriores servía de descanso del personal hoy es una confortable sala de juegos y multimedia. En un rincón, la estufa de hierro aporta el calor.
7) El restaurante tiene 150 cubiertos y es elegido para contingentes de turistas llegados a las costas de Madryn en cruceros. La propuesta ideal para ellos es bien autóctona: empanadas, cordero al asador y flan de postre. Además, el hotel ofrece pastas, mariscos, carnes y pescados.
8) En el interior del hotel la calidez prima. Todas las habitaciones tienen baño privado y cómodas camas. Sin pretenciones pero con buen gusto y detalles clásicos son el refugio ideal para las noches en la costa.
9 y 10) Cuidado al detalle.
9 y 10) Cuidado al detalle. Las imágenes de madera completan la decoración del restó. Tanto allí como en los sectores de las habitaciones se expone una impresionante colección de puntas de flecha mapuches con elementos de distintas piedras y diferentes tamaños.
11) Un día diferente.
La visita a la estancia ofrece una oportunidad ideal para probar nuevas aventuras y salir de la rutina. Por la mañana se podrá recorrer la Península Valdés para realizar avistaje de ballenas, elefantes marinos y pingüinos.
Por la tarde, al regresar al faro, las opciones incluyen un paseo a caballo por el borde del acantilado arriando la manada de ovejas del lugar hacia su corral, una visita al interior del faro o un recorrido en 4x4 por el campo para ver la lobería desde un punto panorámico ideal perteneciente al predio de la estancia. Al anochecer, las estrellas son un espectáculo más. Con la infaltable guía de la encargada del complejo y un telescopio nos acercamos a las constelaciones más lejanas y aprendemos a conocerlas y diferenciarlas.
TEXTOS: Mariana Benítez
FOTOS: Martín Brunella