DINAMO Arquitectura nace en La Plata en abril del 2002 cuando varios jóvenes neuquinos cursaban los últimos años de la carrera en plena crisis económica política y social. Por entonces residían y trabajaban en Neuquén y Buenos Aires al mismo tiempo. Hartos de esta vorágine de ir y venir todas las semanas decidieron radicarse, por fin, en Neuquén en el 2006. Sus cinco arquitectos -Basso Juan Marcos, Eguiguren Lorena, Franzan Carlos, López Varela Ignacio y Menna Carlos, que conjugan juventud y experiencia- hablaron con “eH!” sobre sus trayectorias y expectativas.
"DINAMO Arquitectura básicamente es una apuesta al trabajo en equipo, es una apuesta diaria a consolidar una metodología de trabajo, un procedimiento que lejos de ser estático y cerrado apuesta a lo dinámico y abierto del proceso. Nos entusiasma conformar la identidad del estudio a partir de un concepto, dínamo. Este procedimiento está basado en la construcción del conocimiento a partir del debate. Creemos que muchas veces la individualidad de la acción transita el camino de lo obvio; en cambio, el trabajo en equipo, apuntalado en las múltiples miradas sobre un mismo tema, te permite acceder a soluciones más creativas. Si bien en todo proyecto hay expectativa sobre el resultado, nos interesa hacer hincapié en el proceso de cómo llegar a él", sostienen.
"Buscamos como grupo de trabajo poder conjugar en nuestras acciones (dentro de un mismo ámbito) trabajo, investigación y pedagogía como medio cotidiano para revisar y renovar conocimiento. Dentro del estudio conviven los encargos laborales, la participación en concursos como canal de investigación proyectual y la participación como docentes en la Universidad de Flores en materias como Diseño Arquitectónico e Historia de la Arquitectura. Esta convivencia permite mantenerse actualizado y apostar a la reflexión en la producción (generalmente prácticas disociadas)", agregan.
Este trabajo en grupo no se limita al grupo. A lo largo de estos siete años actividad trabajaron en conjunto con distintos profesionales, estudios e instituciones que les permitieron acceder a una diversidad de encargos y participar en una decena de concursos. Ahora conforman un equipo de trabajo con los estudios “Fernando Paramo” y “Forsetti-Lozano-Petrini” en proyectos de intervención urbana y programas de ordenamiento territorial.
-¿Qué ideales, utopías y metas los movilizan?
- El arquitecto -hoy, en algunos países- goza de cierta relevancia social porque está incorporada la visión y la necesidad de su participación activa en la discusión y debate sobre la ciudad.
Durante décadas pasadas, sobre todo en los ´60 y ´70, en nuestro país la profesión gozaba de ese prestigio y ese lugar era socialmente aceptado. Hoy nos preocupa el rol que el arquitecto tiene al haber perdido relevancia como disciplina y que se resuelvan los temas sin participación de la matrícula y sin la necesaria discusión y aporte desde lo disciplinar. Ayudar a recuperar esa visión infraestructural de la arquitectura es una meta para nosotros.
Como dice el arquitecto chileno Alejandro Aravena, “el gran desafío de la disciplina arquitectónica es poder participar de las preguntas más duras y que más interesan a la sociedad y contribuir a ellas sin tener que dejar de ser arquitectos, sin renunciar al conocimiento propio de la arquitectura”. Entonces hay que volver a pensar la solución de la necesidad básica (sobre todo el acceso a la vivienda), pero que la solución no sea básica.
La construcción de la ciudad depende del enlace armónico de las fuerzas públicas y privadas; es por ello que aspiramos como arquitectos a poder participar e involucrarnos (y que la totalidad de la matrícula pueda hacerlo) en la consolidación de ese enlace.
-¿Qué idea tienen de la arquitectura regional? ¿Qué los diferencia de esa práctica y qué los iguala?
- Como en cualquier lugar existe buena, regular y mala arquitectura. Nos igualan las condiciones y limitaciones en las cuales nos toca actuar e insertarnos como profesionales. Un ambiente caracterizado por el difícil acceso a la obra pública como proyectistas, un mercado dominado por el máximo rendimiento inmobiliario, la escasez de recursos, la inestabilidad de la economía, la calidad de la mano de obra y pocos programas de actualización profesional, entre tantos obstáculos.
Pero percibimos que en la actualidad existe escasa reflexión sensata sobre las condiciones de nuestro medio físico, natural y ambiental. No es una cuestión de lenguaje o de estilo sino de procedimientos, de actitud frente a los problemas que debe resolver la arquitectura en un entorno natural y cultural tan particular como es la ciudad de Neuquén y el Alto Valle. Debería volver a tomar relevancia una actitud de respeto y valoración hacia el medio en que se actúa. Cuando hablamos de respeto no apostamos a un congelamiento sino a un equilibrio.
En este sentido nos preocupa la proliferación de la arquitectura galpón (sobretodo en la arquitectura educativa), la apuesta al uso excesivo de fachadas vidriadas en un clima semidesértico, la destrucción desmedida y sistemática de la barda, la falta de apropiación pública de las costas del río, las tomas como forma de resolución espontánea de urbanización. Todas actitudes que en definitiva atentan contra la posibilidad de una ciudad equilibrada, sustentable e inclusiva.
Cualquier emprendimiento estatal o inmobiliario privado no tiene porque atentar contra el espacio urbano y el paisaje circundante. Se pueden conjugar máximo rendimiento y economía de recursos con arquitectura de calidad.
Nos entusiasma la idea de establecer un puente con arquitecturas de décadas pasadas donde se hacía una apuesta mucho más fuerte a la obra de calidad y que hoy forman parte de nuestro patrimonio arquitectónico. ¿Ejemplos? Villa El Chocón (1968); el Edificio de Correos (1960); las escuelas técnicas ENET 1 y 2; Colegio San Martín; escuela Nº 2; Jardín N°1 “Conejito Blanco” (1962); escuela N°201 (1972)... todos ellos son buenos ejemplos de arquitectura regional que aceptan las condiciones del medio local y resisten con dignidad el avance del tiempo.
-¿Qué tendencia se puede abrir paso en esta zona con el recurso humano en arquitectura que ustedes conocen que tenemos acá?
- No apostaríamos tanto a consolidar una tendencia en términos de estilo como también en función de fortalecer procedimientos; hacer foco en la forma en que se interviene, llamar a la reflexión.
En la región tenemos arquitectos con vasta experiencia, muchos jóvenes arquitectos, centros de investigación y estudio disciplinar, y por sobre todo tenemos una provincia con posibilidad de acceso a importantes recursos económicos. Por ello creemos que están dadas las condiciones para lograr consolidar ciudades en la región con identidad propia, potenciar y preservar el paisaje y la calidad del espacio urbano y entorno construido, aspirar a ciudades socialmente cohesivas. ¿Es mucho? No.
En este sentido creemos oportuno empezar a transitar por dos caminos.
Por un lado, creemos que es necesario abrir las instituciones a la participación ciudadana. En nuestro ámbito implicaría llamar a concurso parte de la obra pública como modalidad de apuesta a la obra de calidad, a la inclusión profesional y consolidación de grupos interdisciplinarios de trabajo -modalidad característica en décadas pasadas del cual el legado es palpable, recorrible y aun perdurable-.
Se está pensando que Neuquén cuente con un teatro acorde a la escala de la ciudad. Creemos que no hay margen para la duda de que el proyecto, por su importancia y el impacto que tendrá en la imagen de la ciudad, deba salir adjudicado por la modalidad de concurso nacional de ideas o anteproyecto.
Por otro lado, el camino implica la responsabilidad de actuar optimizando los recursos disponibles. La búsqueda de una arquitectura propia que responda a las necesidades y condicionantes locales. Se debería intentar una adecuación del vocabulario arquitectónico a la realidad del Valle, con su paisaje, clima y ambiente particulares y buscarse un acercamiento a formas y procedimientos que respondan a las características locales. Lo estimulante es que al ser las condicionantes de Neuquén únicas, la solución también puede ser algo único y nuevo.
Render del “Plan de Urbanización de Cuenca Batilana, Ciudad de Neuquén”.
La entidad promotora de este proyecto es la subsecretaría de Viviendas y Tierras Fiscales de la municipalidad de Neuquén con la coordinación del Colegio de Arquitectos de la Provincia de Neuquén (Regional 1). El objetivo pasó por la planificación de las áreas vacantes, a través del desarrollo de un modelo urbano integrado ambientalmente al conjunto de la ciudad, generando áreas destinadas a viviendas y equipamiento urbano para la demanda actual de distintos sectores sociales.
El encargo incluía proyectar una estructura urbana que permitiese albergar 450 soluciones habitacionales (300 lotes de vivienda individual y 150 unidades de vivienda multifamiliar) en un sector de aproximadamente 20 ha. de las cuales solo seis hectáreas eran urbanizables
Este proyecto se enmarca en la necesidad de disminuir el déficit habitacional y ha sido desarrollado por un grupo de Arquitectos seleccionados por el Colegio de Arquitectos en convenio con el Municipio de la ciudad de Neuquén.
Este proceso fue desarrollado articuladamente con las áreas técnicas municipales y con el foro de la meseta.
Teniendo en cuenta el área de intervención y sus características actuales se utilizó un criterio de incorporación de una perspectiva más amplia como es la de ordenamiento territorial.
LABORATORIO DE ANÁLISIS CLÍNICOS
El encargo consistió en refuncionalizar una casa y un local existentes y convertirlo en un laboratorio de análisis clínicos.
La estrategia fue unificar espacialmente varios locales e introducir un volumen que organizara los boxes de extracción, la doble circulación y la separación entre las áreas de atención pública y las áreas de trabajo.
La fachada pintada de blanco contrasta con el color verde del volumen, que se visualiza a través de los grandes ventanales que fugan la mirada a la plaza de enfrente. Esta es una estrategia para darle profundidad a la fachada y establecer un diálogo con el espacio público.