Al evaluar los contenidos que se tienen en cuenta en el momento de considerar bienes arquitectónicos para su preservación o recupero, entran en juego los aspectos formales, artísticos, históricos y de pertenencia que la comunidad apropió de manera simbólica.
En el caso que nos ocupa, podemos decir que gracias a la documentación fotográfica existente se pudo evaluar la calidad del hecho arquitectónico, que fue perdiendo a través del tiempo los rasgos originales de su fisonomía. El carácter histórico, de por sí subjetivo, depende de los hechos que allí se protagonizaron y que hayan producido acontecimientos de importancia que ejercieron algún tipo de influencia, sea económica o humanística, en el lugar o la región. Pero si nos remitimos al acto de pertenencia que la memoria colectiva suele incorporar, en este caso no cuenta: se perdió con la partida de sus actores y las modificaciones que el tiempo ejerció sobre el hecho arquitectónico.
Rescatar del olvido la primera escuela agraria es obra del padre Jaime Belli, también salesiano, recopilador de la obra del padre Alejandro Stefenelli en pos del desarrollo agrícola del Alto Valle. A él le debemos la idea y al INTA Alto Valle su realización.
En 1896 comienza la primera etapa de la escuela agraria, que se encontraba ubicada a orillas del Río Negro, a mil metros del colegio salesiano (hoy San Miguel) y de la casa y colegio María Auxiliadora, de la Iglesia parroquial y del centro de la Misión. Todo, en el trazado urbano del primer asentamiento de la colonia Roca, enclavada en lo que hoy es el pueblo viejo en Stefenelli.
La escuela no disponía de un edificio propio; era una chacra de 100 hectáreas y sus alumnos residían internados en el colegio salesiano. Contaba con el equipamiento necesario para las tareas agrícolas. Desde Buenos Aires llegó una bomba impulsora de 300.000 litros que tomaba agua del río y alimentaba los sembradíos, para lo cual el padre Stefenelli construyó canales y acequias, cubriendo el áspero terreno de incipientes viñedos, frutales y olivares.
La inundación de 1899 arrasó con el trabajo realizado, las viviendas de los pobladores y la capilla, pero no con el colegio, que se mantuvo en pie. Los daños causados en la chacra de la Escuela Agraria fueron tan grandes que pensó en trasladarla. Pudo adquirir 100 hectáreas en J. J. Gómez y los derechos de ocupación, aunque siguió trabajando en ambas simultáneamente. En 1902 el presidente Julio A. Roca le entrega en usufructo tres chacras para la escuela agraria con un total de 200 hectáreas y decide trasladar el emprendimiento. Comienza de inmediato una construcción de adobe que supera las necesidades inmediatas y posteriormente otra de ladrillos. A esta última nos referimos en esta nota.
Dicen las crónicas que el 21 de enero de 1908 “llegaron de Buenos Aires dos albañiles para comenzar los trabajos de la nueva Casa de la Colonia Agrícola”, que fue terminado el 25 de diciembre del mismo año.
Con respecto al proyecto en sí su creador no dejo escritos, o no contamos con ellos, aunque estimo que él mismo siguió el proceso constructivo. Vale recordar que en Italia cursó estudios de ingeniería y trajo consigo muchos libros, entre ellos varios de arquitectura, lo cual hace pensar sin duda en la autoría del diseño.
Montó en el lugar un horno de ladrillos. El agua era tomada del “Canal de los Milicos”, que ya existía en ese entonces, aunque un poco más estrecho. A pocos metros de allí sentó las bases y proyectó un galpón de 15 x 50 metros.
Con un gran arco de ingreso en el módulo central, las fachadas principales están compuestas por series de arcos de medio punto que parten radialmente del eje de las ventanas en diferentes planos que avanzan y retroceden; los módulos están separados entre sí por pilares que cumplen una función estructural y a su vez equilibran horizontalmente la extensa fachada. Cornisas importantes rematan el edificio; su imagen italianizante recuerda los palacios renacentistas.
El destino le permitió seguir adelante poco tiempo con el desarrollo de la obra que se inició con su llegada al Valle en 1989. Intereses espúreos decretaron la expropiación de la Escuela Agraria con el objeto de instalar allí una Estación Experimental y un Vivero por parte del gobierno, aprovechando así todo lo realizado y los cultivos en desarrollo, desentendiéndose de los treinta huérfanos que en ese momento se instruían y alimentaban allí. Después de 25 años, desde 1889 a 1913, cayó un telón oscuro poniendo fin a un capitulo de nuestra corta historia que sentó las bases de nuestra economía regional.
El funcionamiento de la Estación Experimental fue adaptando las instalaciones a sus necesidades y construyó nuevas edificaciones. En la década del 60’ el edificio cambió su imagen para tratar de convertirse en una obra moderna: borraron sus arcos y molduras, quitaron sus ventanas de medio punto con vidrios coloreados, revocaron sus paredes y dos filas de ventanas rectangulares completaron el maquillaje.
En los años 80’ la Estación Experimental del INTA se trasladó a su actual ubicación en la ruta 22. El complejo edilicio quedó a merced del vandalismo y a principios del año 2000 sólo quedaban las ruinas de lo que no se pudieron llevar.
Ante la imposibilidad de traspasar la propiedad a los salesianos, el INTA se interesó por la idea largamente acariciada por el padre Jaime Belli, acompañado por un grupo de colaboradores: recuperar el edificio y con él la obra del padre Stefenelli. Me encontraba entre ellos y me tocó la difícil tarea de redescubrir y dibujar el edificio original: ardua fue la tarea de relevar arcos y molduras que ya no existían. Acompañado de un par de fotografías y los datos registrados detrás de los revoques, me entregué a la tarea de recuperar su imagen original.
Los albañiles y el contratista llegaron de Buenos Aires a fines de 2006. Se hornearon ladrillos según el tamaño y color de los originales, se armaron cimbras para recomponer los arcos y elevados andamios para resolver las cornisas. Complejas situaciones se presentaban constantemente aunque fueron resueltas con responsabilidades compartidas: éramos concientes de ser protagonistas de un hecho poco común que será juzgado con el correr del tiempo. Una variación notable la protagonizan las ventanas que fueron ampliadas con el objeto de iluminar las dos plantas (la planta alta fue incorporada en la década del ‘60).
La planta baja se remodeló en función de actividades en las aulas y la alta es una superficie libre a la espera de nuevas funciones y de ubicar allí el Museo del Agro.
En octubre del año 2008 el INTA trasladó aquí sus actividades de formación y difusión agraria. Esto reubica en su justa medida la obra recuperada para integrarla al contexto de una sociedad dinámica; de lo contrario pasaría a ser un símbolo estático del pasado.
UNA ESCUELA MODELO
Hacia 1910 la Escuela Agraria era un colegio bien organizado. Llegó a tener nueve hectáreas de producción de frutas variadas y un pequeño vivero para experimentación, una huerta con verduras y legumbres y varias hectáreas dedicadas a plantaciones de papa y maíz, una granja con vacas, caballos, bueyes, mulas, cerdos y gallinas y una industria incipiente con la elaboración de queso, manteca, dulce, conservas y embutidos.
La mayor parte de la producción era para el consumo interno de los alumnos y el personal de las dos escuelas salesianas y el María Auxiliadora. La alfalfa que se producía en un espacio de 60 hectáreas se comercializaba a lo largo del ferrocarril hasta Bahía Blanca.
Este proceso se alcanzó con el ingreso de la primera enfardadora de la zona en 1909. También había una oficina meteorológica, equipada con instrumental para la enseñanza y la observación climática.
Contaba con varios sacerdotes y su director era el padre Stefenelli. Tenía a su cargo treinta huérfanos que recibían enseñanza y atención espiritual sin descuidar la comida y la vestimenta.
Una orquesta integrada por los mismos niños amenizaba las fiestas, pero no sólo las de la escuela. También tocaban en el pueblo y la región.
Funcionaba una capilla dedicada a María Auxiliadora en el extremo norte del edificio. Era muy frecuentada por las numerosas familias de las chacras de los alrededores que habían prosperado en aquel tiempo. Con la partida del padre Stefenelli dejó de funcionar.
Bibliografía: A. Stefenelli y la agricultura y el riego en el Alto Valle de Río Negro del Pbro. Jaime Belli
FICHA TÉCNICA
Obra: Primera Escuela Agraria de la Patagonia
Comitente: INTA Alto Valle
Ubicación: Guerrico
Superficie: 412 m2
Estudios preliminares: Año 2000
Año de inicio de tareas: 2006
Proyecto: arquitectos Luis Iurissevich - Stella M. Debat